El martes de Ch'alla se abre campo en Santa Cruz con la esperanza de prosperidad
El rito andino se realiza en torno a negocios y casas. El incienso caracteriza a una celebración que se extiende en barrios y mercados
Desde temprano, el estruendo de los petardos se intercalaba con la música excedida de volumen. Es martes y el olor a incienso denota la Ch’alla. La tradición andina se vive con fervor en mercados y barrios de la capital cruceña. En sí, la celebración es una forma de agradecer a la pachamama los dones recibidos.
“Se trata de un acto espiritual que se materializa fundamentalmente en la ofrenda de la bebida, de la comida, de la música a la Pachamama (…) un tiempo de agradecimiento a la Madre Tierra”, explicó el sociólogo David Quispe en una entrevista a un programa televisivo.
La decoración exuberante y llamativa forma parte de la tradición, las casas, los autos y otros bienes materiales lucen con banderines, globos, confites… mientras el alcohol se hace presente. En muchos casos, los objetos forman parte del propio rito, y se quedan presentes a lo largo del día para compartirse entre los comensales.
La decoración con globos y con banderines forma parte del rito / Fotografía: Jorge Gutiérrez
La quema de las mesas simboliza la ofrenda a la pachamama / Fotografía: Jorge Gutiérrez
La ch’alla se ubica en el “jallu pacha” o tiempo de lluvia. Desde la cosmovisión andina refleja una “lógica que significa la fecundación del padre a la madre y esto se visibiliza con la lluvia. Es la madre la que fecunda y en el tiempo de la ‘anata’ o tiempo del juego se ven los primeros frutos que la Pachamama ofrece”, explicó.
En la actualidad, el ritualismo de la Ch’alla ha contribuido a una enseñanza sobre la relación entre la naturaleza y las personas. Para Quispe, “hay un aprendizaje profundo porque nos olvidamos del cuidado que merece la naturaleza y este tipo de prácticas nos enseñan un reencuentro con la naturaleza”.
La música forma parte importante de la festividad. En la capital cruceña, las amplificaciones universalizan los ritmos en una jornada que se mezcla con el Carnaval más internacional. En las áreas rurales del altiplano boliviano predominan las tarkas, los moseños y los pinquillos, matiza Mujica. De hecho, “estos tres son parte de los instrumentos que se usan en rituales para hacer un llamado a la lluvia”, señala.
“La tradición manda que viertas alguna bebida a la tierra, riegues coca, además de haber una k’oa y una mesa con dulces y misterios. De esa manera comienza ese permiso a la naturaleza, a la Pachamama, para invitarle esta k’oa”, comenta el antropólogo.
En las ciudades, donde los comercios se imponen sobre las actividades agrícolas, el sentido de la Ch’alla aporta un llamado a la prosperidad.
“Por eso ch’allamos nuestra casa, nuestro auto, nuestra computadora; para que todos los elementos o bienes materiales nos ayuden a prosperar”, explica Mujica.
El alcohol vertido a la tierra es una ritual muy anclado en la cultura andina/Fotografía: Jorge Gutiérrez