Da su testimonio: "solo la fe en Dios me hizo creer que yo saldría de ahí. Para usted que está pasando por alguna dificultad, no desista, tenga fe en Dios". El piloto brasileño desapareció el pasado 28 de enero tras despegar del municipio de Alenquer (Estado de Pará-Brasil)

El Deber logo
25 de marzo de 2021, 23:20 PM
25 de marzo de 2021, 23:20 PM

Antonio Sena es un piloto brasileño de 36 años que esquivó la muerte en un accidente aéreo y que sobrevivió 36 días en la selva amazónica, infestada de cocodrilos y serpientes, alimentándose a base de huevos de aves y frutas silvestres.

El piloto brasileño desapareció el pasado 28 de enero tras despegar del municipio de Alenquer (Estado de Pará-Brasil), en la orilla norte del río Amazonas, cuando se dirigía a la ciudad de Almeirim.

El hombre pasó días sin comer y tras caminar varios kilómetros se encontró con un grupo de recolectores de castaña, que lo auxilió y le ayudó a comunicarse con su familia desde la jungla.

Sena conversó este jueves con el programa Aquí Estoy, de EL DEBER Radio,  donde explicó el grave accidente que sufrió y relató lo que tuvo que hacer para sobrevivir más de 30 días en el corazón del Amazonas. El sobreviviente le señaló a la conductora Linda González que Dios le dio fe para luchar por sobrevivir hasta encontrase con su familia.

-¿Cómo estás Antonio?

Buenas tardes al pueblo de Bolivia desde Brasil. Ahora estoy bien, en casa, al lado de la familia después de pasar toda esta situación, ahora estoy bien.

-¿Siempre te gustó el pilotaje? ¿ fue tu sueño?

Siempre admiré algunos parientes que son pilotos, un tío y un primo. Pero de niño no lo vi como una vocación o cosa parecida. Cuando yo tenía 23 años comencé a trabajar en una compañía aérea, y ahí sí la pasión por la aviación afloró de una forma muy grande, y desde ese momento decidí que era lo que quería hacer. No es que la pasión comenzó temprano, pero después que encontré la aviación no quise hacer otra cosa.

Yo trabajaba como piloto, fueron como cuatro años volando por el Amazonas con una empresa de taxi aéreo en el Brasil. Después fui a volar a África, a un país llamado Chad, pasé tres años allá. Fue una experiencia muy buena, tuve posibilidades de hacer vuelos internacionales, vuelos a Europa y hacer crecer mucho mi profesión como piloto, fue una experiencia maravillosa. Pero después de esos tres años extrañé a la familia.

-¿Estabas solo?

Estaba con algunos pilotos, algunos franceses, sudafricanos, era una mezcla de nacionalidades, de grandes amigos, había brasileños también. A pesar de que se pasaba tres meses allá y un mes en Brasil, siempre perdía compromisos familiares, casamientos, aniversarios y aquello cada vez más iba apretando mi corazón. No podía ver a mis sobrinos crecer y cuando volvía ya ni me reconocían, entonces eso ya me estaba incomodando.

-¿Qué hiciste al volver a Brasil?

Ese momento yo quería continuar volando, pero infelizmente la situación económica no está muy buena para algunas empresas aéreas. Yo decidí volver para mi ciudad natal, yo quería estar allá, así sea con la aviación o no. Como la única empresa de aviación donde podría trabajar no estaba contratando, decidí que momentáneamente yo intentaría seguir otro sueño que era abrir un restaurante, pues siempre me gustó cocinar.

-¿Abriste tu restaurante y llegó la pandemia?

Dos meses después de la inauguración nos vimos en la imposibilidad de continuar con el restaurante. Justamente los do rubros que fueron más afectados por la pandemia han sido la aviación y la gastronomía. Entonces para mí la situación económica estaba un poco difícil, aunque yo aún tenía un poco de dinero de lo de África donde me pagaban bien. Deshice mi sociedad con el primer restaurante. Pasó un poco y comenzó a haber flexibilización en los reglamentos de la pandemia, abrí un nuevo restaurante un poco más simple esta vez, con menor inversión y trabajando duro. Hasta que vino la segunda ola y me llevó a cerrar otra vez el restaurante y la mala situación económica aumentó más todavía.

-¿Por eso decidiste emprender en avionetas taxi?

Sí, en aviación menor que lleva manutenciones a comunidades muy alejadas del Amazonas. Ese tipo de aviación no tiene una seguridad y todos sabemos de eso.

-¿Cómo fue el día 28 de enero cuando subiste a una de esas avionetas?

Aquel día en particular fue mi primer vuelo solito en aquella ruta, es una ruta que apenas conocí un día antes. En ese avión era mi segundo día trabajando y no conocía tanto aquel avión específico. 

Todo estaba normal, ya en la mitad del vuelo nivelado a tres mil pies fue cuando el motor simplemente se paró y debido a todo el entrenamiento que tuve en la aviación (tenía entrenamiento de simulador y entrenamiento de pánico) pude tener calma y tranquilidad. Intenté hacer reaccionar el motor dos veces y no lo logré. Y enseguida llamé e informé: 'MAYDAY, MAYDAY, MAYDAY, LA AERONAVE ESTA CAYENDO. A partir de ahí fui controlando la velocidad en relación a la bajada. Traje el avión a una velocidad de planeo y busqué una locación para el aterrizaje, porque eso era inevitable.

 En aquel momento ya sabía que iba a caer, no había cómo escapar. El problema es que yo estaba encima de un área muy cerrada, un bosque muy cerrado, con muchas montañas. No hay una plantación, o un descampado, no hay nada, es lejos de cualquier civilización. La ciudad más próxima estaba a más de 300 km de allí. Fui controlando el avión, se vio el suelo llegando, los árboles llegando, y conseguí encontrar a mi izquierda un pequeño valle entre dos pequeñas montañas y ahí observé que había muchas palmeras, las palmeras son características del Amazonas, para los que son del Amazonas saben que esto indica que probablemente en esa zona hay agua. Y yo decidí que ese lugar sería el del aterrizaje porque las palmeras además permitirían un menor impacto de la aeronave.

Una vez definí el lugar, cuando sentí la primera palmera pasar debajo del avión, luego la segunda, y la tercera, solo hubo mucha confusión, ruido y cuando acordé ya estaba en el suelo. Gracias a Dios el avión no se incendió de inmediato, pero sentí olor de combustible, y la carga por encima mío, un poco presionado contra el panel, aun así, conseguí salir del avión lo más rápido posible, todo cubierto de combustible.

-¿Nunca perdiste la conciencia?

No, después que fui rescatado, fui a ver el avión donde estaba. Considero que hice un buen aterrizaje, dentro de las circunstancias, dentro de lo que esperaba. Después de salir del avión yo necesitaba tomar todo lo que me pudiera ayudar a pasar el periodo en el bosque, ya sabía que tenía que quedarme un tiempo ahí.

-¿Qué tenías al alcance?

Yo tomé mi mochila, una linterna, dos encendedores, un cuchillo de bolsillo y una navaja. Conseguí tomar tres garrafas de agua pequeñas, cuatro latas de refresco, una cuerda de aproximadamente tres metros, una bolsa con doce panes y 10 bolsas resistentes. Tomé todo eso y salí porque la situación era muy peligrosa, cerca del combustible, motor caliente, material eléctrico, entonces tenía que salir de ahí cuanto antes.

Me alejé de la aeronave y comencé a subir una montaña, ya en la subida de esa montaña escuché la aeronave incendiándose, comenzó a incendiarse y después pequeñas explosiones. Divisé una columna de humo muy alta y negra, pero no fui a ver, simplemente quise subir la montaña y me alejé de esa situación.

-¿Qué pensaste hacer después?

Solo cuando yo terminé de subir la montaña fue cuando intenté entender lo que estaba sucediendo. Yo tengo cursos de sobrevivencia en la selva. Y una de las primeras cosas que se hace es evaluar tus heridas, tenía unas escoriaciones en mis rodillas, estaban las dos muy hinchadas, pero no tenía nada quebrado, tenía un hematoma grande en la frente en el lado izquierdo, una costilla izquierda dolía mucho y tenía una herida grande en mi espalda. 

Cambié de ropa por otra limpia para evitar que se infecten las heridas y allí pase la primera noche, tratando de mantener todo lo que aprendí en los cursos de sobrevivencia. Hice fuego, en ese momento no necesita beber agua, por lo menos las primeras 24 horas estas hidratado, tampoco comer las primeras 48 horas porque estás con reserva. Todo lo que tienes se debe comenzar a racionar, comenzar a sostener una situación de sobrevivencia.

-¿Cuánto tiempo te quedaste en ese lugar?

Solamente la primera noche estuve en la montaña, al día siguiente bajé al lugar para ver si había sobrado alguna cosa del avión, alguna cosa que podía usar, y no sobró nada, estaba todo quemado. Permanecí en el lugar del accidente por siete días, la Fuerza Aérea tenía que buscarme.

-¿Escuchabas aviones, sentías que te buscaban?

Yo siempre oí los aviones de salvataje brasileño, pero siempre pasaban lejos, fuera de la ruta, en el quinto día ellos pasaron encima mío, pero en la altitud que iban pasando, más el día medio nublado, no lograron verme, aunque yo intenté dar señales. El Amazonas es muy cerrado.  

-¿Cómo fueron tus días y tus noches?

Las primeras fueron noches donde aprendí mucho, donde realmente el bosque te termina de envolver... ahí hay un poco de miedo, hasta comenzar a comprender y ser parte de ese medioambiente, antes todo te asusta, todo te da miedo. Creo que la oscuridad en el ser humano despierta nuestros miedos más profundos, más guardados. Fue un tiempo de mucho aprendizaje, donde aprendí a hacer una carpa, aprendí a hacer fuego de una manera más eficiente y todo eso fue muy útil. Después decidí caminar.

-¿Cómo fue ese momento con vos mismo?

Ese quinto día toda mi esperanza estaba en el rescate. Después que ellos pasaron y no volvieron, yo sabía que ya no iban a volver más. Y en ese día, por primera vez, intenté caminar en el bosque, pero no pude, era muy cerrado, muy difícil. Logré estar 30 minutos intentando, pero no pude más, sin machete era difícil, y yo tenía un cuchillo pequeño. 

Volví para mi carpa  y cuando llegué ese fue el momento de mayor flaqueza, fue un momento donde pensé que iba a morir en ese lugar y ese día yo grabé un video de despedida para mi familia y muchas cosas pasaron por mi cabeza hasta que resolví tener una conversación franca con Dios, y le dije: "Dios, si es tu voluntad que yo encuentre a mi familia, mi madre, mis hermanos, dame fuerzas, dame fe para salir de aquí, porque por mis fuerzas solo no voy a salir de aquí". Después de esa conversación todo cambió. Antes había intentado entrar en el bosque y no pude, pero después de ese día que hablé a Dios fueron 30 días caminando por el bosque, pude hacerlo porque finalmente tenía la ayuda de Dios.

Después de ese momento yo tenía fe absoluta de que iba a salir de ahí, no sé cuándo o a qué hora porque ese tiempo pertenecía a Dios, pero yo sabía en mi corazón que iba a salir de ahí y la única cosa que debía hacer era caminar, caminar y no desistir. No desistí en ningún momento, aún cuando las cosas estaban más difíciles, aún cuando tenía mucho dolor, aún cuando estaba con frío bajo la lluvia, cuando parecía que no podía seguir más. Decía: "Dios dame tu fuerza porque yo no puedo más y continuaba caminando".

-¿Cómo te alimentaste?

Mis primeros días comía un pan por día y tomaba una lata de refresco cada dos días. Después el pan comenzó a malograrse, tenía hongos, comenzó a endurarse, como estaba con hongos yo decidí no comerlos más porque me podía traer una infección. 

Cuando comencé a caminar solo tenía una lata de refresco y las tres garrafas de agua que yo iba abasteciendo en el riachuelo cerca del avión, y después iba abasteciéndome en el camino y comía solo la que encontraba en el camino, básicamente pequeñas frutas, veía a los monos comer y comía, eran frutos que no conocía, que no se acostumbra ver en mercados o supermercados.

-¿Qué te daba de comer la Amazonia?  

El bosque me ayudó. Comía básicamente el fruto de breu blanco, un fruto muy común de la Amazonia, conseguí comer huevo de ñandú tres veces, comía crudo, comí también cacao cuatro veces.

-¿Había cocodrilos?

Yo pase por pequeños ríos, pasé por cascadas, siempre encontraba pequeños arroyos, agua siempre tenía, nunca me faltaba. Para escapar de grandes animales como un jaguar, una víbora o un yacaré yo nunca acampaba al lado de esas fuentes agua porque todos esos animales aprovechan de esas fuentes de agua, entonces yo me alejaba y siempre acampaba en las montañas.

-¿Cómo fue tu día 36?

La tarde del día anterior, cuando montaba mi carpa, por primera vez escuché un ruido diferente, era una motosierra, es inconfundible su ruido, pero tuve que calmar mi ímpetu porque eran las cuatro de la tarde y si yo salía a esa hora no conseguiría acampar, no tendría fuego y ahí estaba el riesgo. Entonces decidí quedarme en mi carpa y solo seguir al día siguiente. 

Al día siguiente nuevamente usaron la motosierra. Yo continué, mi plan era ir para el este, siguiendo el sol. Fue un día muy difícil, estaba muy flaco, tenía muchos calambres, estaba tres días sin comer, muchas veces quedé tres días o dos días sin comer nada y en ese momento si yo cerraba mi mano ya no podía abrirla más porque los calambres eran involuntarios.

 Si me agachaba a amarrar el cordón de mi zapato, mi vista se volvía oscura, estaba muy débil. Ese día fue muy difícil. Tuve que atravesar un riachuelo nadando, tuve muchas dificultades y estaba completamente agotado. Eran las tres y media de la tarde cuando finalmente avisté una cosa blanca en el horizonte que era muy extraña y me aproximé con cuidado. Cuando llegue allá vi que era una lona, una carpa blanca y ella cubría un lugar que estaba lleno de castañas y ahí vi una botella de agua y herramientas de los castañeros, era un área de castañeros. Ahora necesito encontrar el camino a ellos, me dije, hasta que finalmente vi a uno de ellos trabajando, intentando abrir una castaña. Fui tras él, encontré al trabajador sentado y él no me vio de primera, yo lo vi primero a él, llegué y me aproximé, conté toda la historia hasta que llegó un amigo de él y me llevaron a su campamento. 

Cuando llegué a ese lugar me di cuenta que todo sufrimiento había terminado. Tenían un radio y me puse en contacto con mi familia e informé que estaba vivo después de mucho tiempo. Conocí también una segunda familia, que son esas personas que me ayudaron. La familia de doña María Jorge son personas que llevo siempre en mi corazón y tenemos contacto hasta hoy.

-¿Qué quieres dejar con todo lo que has vivido?

Es curioso que cuando salí de ahí no entendía muy bien la grandeza de todo eso y conforme los días fueron pasando yo recibí muchos mensajes de personas que decían que esta historia les había transformado su vida y que había hecho que tengan fe y volver a creer de nuevo, a pesar del momento tan difícil que el mundo está pasando.

Yo resumo esta historia como una historia de amor y fe, el amor que yo tenía por mi familia me hizo caminar todos esos días y solo la fe en Dios me hizo creer que yo saldría de ahí. Para usted que está pasando por alguna dificultad, no sé en cual bosque esté, o cual es el problema que está pasando, pero no desista, tenga fe en Dios, confíe en él, entregue su vida en las manos de él y continúe caminando, continúe batallando que Dios le dará la victoria. No puedes desistir de ninguna manera, el tiempo es de Dios, pero la batalla es nuestra aquí, así que tienes que luchar".