Cada año, entre julio y agosto, y cuando las aguas estaban bajas, solían arribar y construir sus nidos en las copas de los árboles de ochoó. La ausencia de estas aves es una señal de que el ser humano debe parar con la destrucción de los bosques

2 de diciembre de 2024, 11:00 AM
2 de diciembre de 2024, 11:00 AM

“No hay ni una sola pluma”, exclama con pesar y resignación el biólogo Huáscar Bustillos, bajo la sombra de uno de los imponentes árboles de ochoó en la zona de anidación de la cigüeña mycteria americana; dentro del área protegida Curichi Las Garzas, ubicada en el distrito de Antofagasta del municipio San Carlos. 

Las aves suelen llegar al humedal entre los meses de julio y agosto, cuando las aguas están bajas. Después de un largo viaje, se apropian de las copas de los árboles, donde construyen sus nidos para reproducirse y criar a sus polluelos. Durante este ciclo, los excrementos de las aves cubren el suelo con un manto blanco, un sello distintivo de la actividad en el lugar. 

Sin embargo, este 2024 algo ha cambiado: no llegaron. Los nidos del año pasado permanecen vacíos y el pasto, junto con la maleza, conservan su color natural sin la huella característica de los batos cabeza seca, como también son conocidos en el norte cruceño, que también alberga una rica variedad de especies.

Anidamiento de las cigüeñas en el curichi Las Garzas / Fotos: Archivo Román Vitrón
Anidamiento de las cigüeñas en el curichi Las Garzas / Fotos: Archivo Román Vitrón

Las aves solían llegar cada año entre julio y agosto / Fotos: Archivo Román Vitrón
Las aves solían llegar cada año entre julio y agosto / Fotos: Archivo Román Vitrón

El año pasado el fuego fue devastador. Ardieron cerca de 400 de las 1.247 hectáreas que posee esta área protegida. Tras el paso del fuego ingresaron los avasalladores con maquinaria agrícola y convirtieron esta parte del curichi en campos de soya y arroz.

Si bien el fuego no llegó al área de anidamiento de las cigüeñas, sí consumió los patujusales y juncos de alrededor. Un equipo de EL DEBER acompañó, en noviembre de 2023, a una comisión de autoridades de San Carlos, que corroboró la denuncia de los pobladores de que los avasalladores habían ‘loteado’ el curichi y puesto en riesgo el ecosistema natural. 

Este año no hubo fuego, pero tampoco cigüeñas. Las fuentes consultadas señalan que lo primero es una buena noticia, pero la ausencia de estas aves es una señal de que el ser humano debe parar con la destrucción de los bosques.

Expedición en el Curichi

El tercer fin de semana de noviembre de 2024, un equipo multimedia de EL DEBER, acompañado del ingeniero ambiental, Román Vitrón; el subalcalde de Antofagasta, Roly Mamani, y el biólogo, Huáscar Bustillos, llegó hasta el lugar donde, en octubre del año pasado, los incendios provocados por colonos interculturales afines al Movimiento al Socialismo (MAS), destruyeron 400 hectáreas para convertirlas en tierras agrícolas.

Llegar al ingreso principal del curichi lleva casi tres horas desde la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Justo antes de iniciar la expedición, una intensa llovizna de casi diez minutos retrasó el ingreso de la comitiva. Finalmente, pasado el mediodía, comenzó el recorrido.

Un letrero de madera, desvencijado y pintado de blanco, con cuatro tablones agrietados y huellas del fuego en sus patas laterales, anuncia la entrada al área protegida: “Reserva Municipal de Vida Silvestre “Curichi Las Garzas”, superficie: 1247.48 hectáreas”.

Con el cielo cubierto de nubes y una humedad agobiante, adentrarse en las entrañas del Curichi no fue tarea fácil. El sonido del revoloteo de un par de parabas azules pecho amarillo marca el inicio del recorrido. Durante la caminata se pudieron observar plantaciones de patujúes, totoras y juncos, que abundan en la parte más honda del pantano. De esta última se extrae material utilizado en la elaboración de esteras, una actividad que realizan artesanos de San Carlos.


Román Vitrón, ingeniero ambiental, con una planta de junco / Foto: Miguel Surubí
Román Vitrón, ingeniero ambiental, con una planta de junco / Foto: Miguel Surubí

“Cuando el fuego entra en la zona, arrasa con estas plantas y, debido a la profundidad del daño, incluso las raíces se pierden, lo que dificulta enormemente su regeneración”, explica Vitrón, especialista que, desde el año pasado, presentó una demanda ante el Gobierno Departamental de Santa Cruz por los incendios ocurridos en el interior del Curichi y también, ante el Juzgado Agroambiental de Yapacaní.

Vitrón se ha convertido en un firme defensor de esta área protegida. Junto a la diputada María José Salazar, llevan meses luchando para que la justicia sancione a los responsables por el daño irreversible causado a la reserva.

¿Por qué no llegaron las garzas?

Este año, las cigüeñas no anidaron en el Curichi Las Garzas debido a los incendios recurrentes que han afectado la zona en los últimos años, los cuales han alterado tanto la calidad ecológica del lugar como la producción de agua. Según Bustillos, estamos viendo las consecuencias de los incendios, del monocultivo, de la expansión de la frontera agrícola y de la presión que está sufriendo esta unidad tan valiosa a nivel ecológico.

Las cigüeñas, aves muy importantes para el ecosistema, solo anidan en lugares como el curichi, donde crecen árboles de ochoó, cuyas espinas les brindan protección. Este es un ecosistema único, rodeado por los ríos Jochi y Tacuaral, y con una alta biodiversidad. En la zona habitan numerosas especies de mamíferos, como la capiguara (el roedor más grande del mundo), así como dos tipos de chancho, el taitetú y el tropero. También se encuentran roedores pequeños como el jochi calucha y el jochi pintao, además de félidos pequeños como el zelote.

El Curichi Las Garzas es un refugio para una amplia variedad de especies. Además, es uno de los sitios preferidos por el bato cabeza seca para su anidamiento. Bustillos lo define como “un lugar de vital importancia para la conservación y merece ser protegido, no solo por su biodiversidad, sino también por los servicios ecosistémicos que ofrece”.


El Curichi Las Garzas es un refugio para una amplia variedad de aves / Foto: Miguel Surubí
El Curichi Las Garzas es un refugio para una amplia variedad de aves / Foto: Miguel Surubí

La importancia de proteger el Curichi Las Garzas

Desde 2019 hemos sido testigos de una crisis medioambiental creciente, con incendios que arrasan con parques nacionales y reservas naturales. El Curichi Las Garzas no ha sido una excepción.

“La ausencia de las garzas es un claro reflejo de los problemas ecológicos que enfrenta la región. Las condiciones que antes favorecían la presencia de estas aves, como el agua y la abundancia de alimentos, han sido alteradas”, señala Bustillos.

Este panorama es alarmante y triste, prosigue, pero también una alerta para todos los cruceños. De ahí que considere fundamental trabajar juntos para conservar este lugar único, que no solo beneficia a las especies locales, sino que también proporciona servicios esenciales como la producción de agua, oxígeno, regulación de la temperatura y el mantenimiento de la biodiversidad. “Los ecosistemas del Curichi Las Garzas están en peligro, y la pérdida de las garzas es solo un síntoma de una crisis mayor. Si no actuamos, podríamos estar perdiendo un ecosistema invaluable”, alerta.

Por eso, considera Bustillos, debemos aprender a convivir mejor con nuestro entorno y tomar acciones para recuperar estos ecosistemas. Confía en que el próximo año las garzas regresen a este lugar para anidar nuevamente, y que se pueda restaurar la vitalidad de este sitio tan importante para la región.

2024: primer año que no hubo fuego

Sentado en un tronco caído, junto a un pequeño riachuelo rodeado de selva virgen, en el corazón del Curichi Las Garzas, el subalcalde de Antofagasta, Roly Mamani, reflexiona sobre los incendios recurrentes que han afectado la reserva en los últimos años. Con un tono de alivio, comenta que, afortunadamente, este año no hubo incendios, y atribuye este logro a las movilizaciones y denuncias de los comunarios locales.

"Gracias a las denuncias que hemos realizado, tanto a la prensa como a las autoridades, pudimos evitar que los avasalladores ingresaran este año. La Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) ha tomado cartas en el asunto y ha sancionado a los responsables de los incendios", explica Mamani, quien desde su niñez recorre las entrañas de esta área protegida.

Sin embargo, a lo largo de los años, algunas personas han intentado invadir el área pese a que el Tribunal de Sucre dictó una resolución, declarando que esta es tierra fiscal, no disponible para asentamientos ilegales ni dotación de tierras. “La Ley 063 es clara. Ojalá que en el futuro se cumpla lo que dice la norma”, recalca la autoridad.

Roly Mamani, subalcalde de Antofagasta / Foto: Miguel Surubí
Roly Mamani, subalcalde de Antofagasta / Foto: Miguel Surubí

El impacto de los incendios, monocultivos y la invasión ilegal

Sobre el devastador incendio del año pasado, Mamani comenta que las llamas llegaron a arrasar cerca de 400 hectáreas de la reserva, un daño que fue parcial, ya que no se trató de un fuego intenso en todos los sectores. "En años anteriores, cuando el fuego se acercaba, los vecinos nos avisaban y entre todos logramos controlarlo, pero el año pasado el incendio fue muy grande. Afortunadamente, este 2024 no hubo incendios dentro de la reserva, aunque sí sufrimos de humo debido a los fuegos cercanos", cuenta.

Al ser consultado sobre los cambios que ha notado en la reserva, Mamani afirma que, aunque el panorama ha sido preocupante en los últimos años, entre 2023 y 2024 se han observado algunos avances. "Antes, cuando veníamos, el caudal de agua en los ríos era mayor. Ahora, vemos menos agua y me temo que el recurso se nos está agotando. Este lugar, como pueden ver, tiene selva virgen, árboles maderables y una gran potencialidad para el ecoturismo. Y, como muchos saben, aquí está la zona de anidación de las garzas, que este año no llegaron a anidar. Espero que el próximo año las garzas regresen”, dijo durante la entrevista.

Mamani también se refiere al fenómeno del monocultivo y a la invasión ilegal de tierras dentro de la reserva. Para el dirigente, muchos de los incendios fueron provocados para limpiar la tierra y poder cultivarla. El año pasado algunas personas comenzaron a cultivar en el área; pero como no llovió lo suficiente, los cultivos de arroz no obtuvieron buenos resultados. Este año, sin embargo, gracias a las denuncias, no se permitió el ingreso de más personas a la reserva.

"Mientras algunos siguen intentando invadir el Curichi Las Garzas, nosotros seguimos luchando para conservarlo. Necesitamos que todos nos comprometamos a cuidar lo que es nuestro, a respetar la ley y a evitar la destrucción de nuestro patrimonio natural. El Curichi Las Garzas es un recurso invaluable, no solo para quienes vivimos aquí, sino para todo el país", concluye Mamani con firmeza.

Orden judicial suspende cultivos agrícolas

El 22 de noviembre, tras una inspección en el área protegida Curichi Las Garzas, el juez agroambiental Gonzalo Alvarado Jaldín, de Yapacaní, constató la presencia de terrenos habilitados para cultivos agrícolas. En consecuencia, se dispuso la paralización inmediata de cualquier actividad agrícola en la zona hasta que se resuelva la demanda pendiente.

La resolución se basa en la aplicación del artículo 9 del Código Procesal Civil, cuyo cumplimiento es de carácter obligatorio. El documento fue enviado al alcalde Óscar Cinko Yapu, instruyéndole que, en un plazo de cinco días hábiles, informe al Tribunal Agroambiental de Santa Cruz sobre las medidas adoptadas para asegurar el cumplimiento de la suspensión.

Para el pasado viernes, 29 de noviembre, en el Juzgado Agroambiental de Yapacani, estaba prevista la lectura de la resolución del juez Alvarado sobre el curichi; sin embargo, tuvo que ser pospuesta para este miércoles, 6 de diciembre, debido a que el alcalde de San Carlos, Óscar Zinko, llegó con sus abogados y objetó la propia ley municipal, promulgada en 2014.

Los abogados de Zinko arguyeron que la normativa que declara al Curichi Las Garzas como área protegida no fue promulgada en la gaceta oficial del municipio, por lo tanto él no tenía por qué asignar recursos económicos ni hacer gestiones de ningún tipo para proteger esta reserva.

Tierra fiscal no disponible

Este miércoles, se prevé que el juez Alvarado lea su resolución, pero para ello está a la espera de que el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) haga llegar a su oficina el documento que certifica que el Curichi Las Garzas es tierra fiscal no disponible.

El Grupo EL DEBER tuvo acceso a este documento, a través del director nacional del INRA, Eulogio Nuñez. El funcionario de Estado también respondió a la consulta de esta casa periodística asegurando que la “Reserva municipal de vida silvestre Curichi Las Garzas es tierra fiscal no disponible”, y que la institución que preside “no autorizó ningún asentamiento”. Y si alguien dice lo contrario, debe mostrar la resolución administrativa de autorización ya que el INRA concluyó el saneamiento de dichos predios el año 2014.

Nuñez sostuvo que la responsabilidad es de la Alcaldía de San Carlos: “Si hay asentamientos ilegales, el gobierno municipal debe denunciar ante un juez agroambiental. Si hay desmonte ilegal, el gobierno municipal debe denunciar ante la ABT”, precisó.

Explicó que la Ley 477 es clara y establece sanciones de 3 a 8 años de cárcel para los avasalladores y traficantes de tierras. “Y si alguna autoridad pública (de los 4 órganos de poder público) está involucrada, la pena se agrava en un 30%, subrayó el director del INRA.

Documento oficial proporcionado por el INRA

Se acabó el agua en el Curichi

Hace más de 30 años, Édgar Rocha vive en los alrededores del Curichi Las Garzas en una parcela de 20 hectáreas, donde actualmente cría ganado y hasta hace poco también cultivaba la tierra. En diciembre, asegura, el agua llegaba hasta la cintura. Hoy, todo está extremadamente seco.

“Los que vivimos aquí, los que somos de la zona, somos los que más sufrimos. La situación es difícil”, comenta el comunario, originario de Oruro, quien se trasladó a Antofagasta en los años 90, donde conoció a su esposa y formó su familia.

Édgar describe con nostalgia cómo ha cambiado la situación. “Yo crié a mis hijos aquí. Ahora son profesionales y trabajan en la ciudad. El mayor es agrónomo. Hemos vivido en esta tierra, pero ahora ya no podemos producir como antes. El clima ha cambiado. Ya no hay lluvia, no hay agua, y la tierra ya no produce”, relata mientras hace una pausa en su trabajo.

También recuerda los esfuerzos que han hecho para lidiar con los incendios el año pasado.“Hemos estado semanas luchando contra el fuego con nuestras propias manos. Nos han prometido apoyo, pero no hemos recibido nada. Aquí, uno pierde y no pasa nada”, fueron sus palabras.

Hasta hace menos de una década, las áreas cercanas al área protegida, la zona del Curichi Las Garzas, eran conocidas como una de las mejores zonas arroceras de Antofagasta, ahora con la escasez de agua el panorama es desolador. “Había muchos colonos con tractores, todo estaba bien. Pero con el tiempo, se endeudaron, los bancos les quitaron sus tierras, sus tractores, y al final no quedó nada. Nadie les ayudó a recuperar lo perdido. Aquí nadie les repuso un solo centavo”, lamenta Édgar.

A pesar de las dificultades, Édgar sigue luchando por su tierra, aunque reconoce que las perspectivas son sombrías: “Ahora tengo ganado, pero las condiciones son cada vez más difíciles. La tierra ya no da lo que daba antes. Los dirigentes no nos apoyan como deberían, y si se hicieran las cosas bien, este problema se podría resolver. Pero con las peleas políticas y la falta de acción, esto sigue empeorando.”.