En su componente biológico, se trata de un desbalance de los neurotransmisores; pero no es la única causa. Existen varios mitos acerca de este trastorno, que no ayudan a quienes lo padecen

12 de enero de 2023, 9:52 AM
12 de enero de 2023, 9:52 AM

Cada 13 de enero se conmemora el Día Mundial de la Depresión, una forma de concienciar sobre ella y cómo ayudar a quienes la sufren.

Es un trastorno mental, con sentimientos de tristeza, dolor, vacío profundo y un estado de ánimo bajo e irritable, describe la sicóloga Shakti Méndez, quien además señala que los trastornos de depresión mayor y depresión persistente son los más severos.

En tanto que el siquiatra Miguel De la Oliva refiere que se trata de un trastorno del estado de ánimo más profundo que la tristeza, que altera el sueño, la atención, la creatividad; que enlentece los movimientos de la persona.

Méndez añade que la depresión afecta a la realización de las tareas cotidianas de las personas, por lo que su desempeño escolar o laboral no es el de antes; además pierden el control de sus impulsos, se hacen más irritables y pueden tomar malas decisiones. El sueño y el apetito se alteran, de manera que o comen en exceso o pierden las ganas de hacerlo; duermen demasiado o padecen insomnio.

De la Oliva señala que las personas que padecen depresión pierden la motivación, la capacidad por sentir gusto o placer, incluso por las cosas y actividades que antes les gustaba. También se tornan pesimistas, lo que va empeorando cada vez más.

El sicólogo  y docente de la UPSA Renzo Gismondi coincide y añade que la persona experimenta un sentimiento de culpa, como si se tratara una carga para los demás, y que la relación con otros se ve afectada.

Además, el siquiatra Guillermo Rivera manifiesta que le puede ocurrir a cualquier persona, que es una enfermedad común y que no se trata ni de flojera ni de no ser agradecido por lo que tiene. Señala que la gravedad es diversa, de manera que algunas personas viven con síntomas menos intensos, son funcionales en su vida diaria, y tratan de ocultar este problema, pero experimentan una mala calidad de vida. Mientras que otras personas no se levantan de la cama y no tienen energía.

ALERTA

Si estas situaciones ocurren por más de dos semanas y durante gran parte del día, es una señal de alerta, y de que es necesario pedir ayuda, manifiestan los especialistas.

Gismondi, De la Oliva y Méndez concuerdan en que el riesgo más grande de la depresión es el suicidio. La persona puede llegar a un estado en el que piensa que la vida debería terminar, por cómo se siente, indica De la Oliva. Coinciden los especialistas, que debe evitarse el aislamiento de la persona y es fundamental la existencia de una red de apoyo, conformada por familiares y amigos.

Rivera, también docente de la UPSA, encuentra más riesgoso que la persona se acostumbre a estar depresiva, que viva “en piloto automático” y se pierda la vida. También ve peligroso que la depresión se complique con el alcoholismo y la ansiedad u otras enfermedades.

Señala que el suicidio es complejo y existen varios factores que pueden estar involucrados. La presencia de alcohol, sustancias controladas, traumas del pasado y padecer trastorno bipolar, pueden aumentar ese peligro.

De la Oliva y Rivera refieren que existen estudios que observan que la depresión tiene un impacto en el sistema inmune de las personas que las padecen, lo que ocasiona que contraigan diversas enfermedades oportunistas.

MITOS

La salud mental se enfrenta con mitos que pueden afectar negativamente en quienes padecen trastornos, porque la sociedad e incluso su círculo más cercano desconocen qué es verdad y qué no. Los profesionales consultados dan luz sobre ellos.

La depresión no es flojera, no es debilidad ni falta de ser agradecido por lo que se tiene, falta de pareja o falta de trabajo; tampoco se elige padecer este trastorno ni ocurre porque no se tiene nada que hacer. La depresión es real.

En su componente biológico se trata de un desequilibrio de los neurotransmisores; la serotonina y la dopamina pueden estar bajos. Pero también situaciones de estrés y ansiedad, traumas y duelos pueden generarlos. Y debe entenderse el duelo no solo por el dolor por el fallecimiento de un ser querido, sino también por rupturas de relaciones, cambios de trabajo y de lugar de residencia.

Vivir con depresión requiere para cada persona hacer un gran esfuerzo para conseguir desenvolverse en su cotidianeidad ya que sienten que la vida “les pesa” cada vez más, señala Rivera.

La depresión no la padecen solo mujeres, también hombres, niños, adolescentes y adultos mayores. Este trastorno no discrimina.

La depresión no es tristeza y no “se va a pasar”. Si bien hay momentos de tristeza, la depresión es más profunda y requiere el apoyo profesional para sanarse. La tristeza, sin embargo, al ser una emoción, sí puede ser reemplazada por otra. La persona no decide deprimirse y no es “su culpa”.

La depresión no es el contrario de la felicidad. Hay personas que pueden aparentar “estar bien”, que pueden verse “felices”, pero vivir con la depresión de manera crónica, incluso años, y simplemente aprenden a ocultarla de los demás, indican Méndez y Rivera. Este último lamenta que se subestime la depresión porque “no se ve”.

Está bien sentirse triste, es algo que la sociedad debe comprender. Méndez señala que lo importante es no quedarse en la tristeza. Decirle a una persona que padece depresión que otros la están pasando peor y que no tiene motivos para sentirse mal, no es la solución, advierte Gismondi.

Ir al sicólogo o al siquiatra no es para “locos”. Es necesario reconocer que podemos necesitar ayuda profesional, señalan los especialistas. Gismondi agrega que para pedir ayuda no hay que esperar estar al límite o al borde.

Son los del círculo cercano quienes primero notarán que hay cambios en la persona, pero también la que podrán ayudarla, sobre todo con la escucha.

Méndez y Gismondi señalan que escuchar es muy importante, incluso sin tratar de buscar una solución, porque quien padece de depresión lo que necesita es saber que no está solo, que cuenta con apoyo y gente a la que le interesa lo que le sucede. Méndez indica que la empatía es esencial y ello puede conseguirse tan solo con “estar” para la persona.

Ese estar presente y apoyar, expresa De la Oliva, no solamente implica lo material. Observar los cambios de la persona, como la irritabilidad y el desgano, evitar el aislamiento y, sobre todo, no minimizar los síntomas son muy importantes, detalla el siquiatra.

Gismondi manifiesta que, muchas veces, en ese afán de ayudar, los familiares y amigos terminan invalidando a la persona, su situación y sus sentimientos, lo que provoca que ésta no quiera hablar de cómo se siente. El sicólogo indica que, aunque los cercanos no puedan entender por qué se siente así, deben mostrarle que tiene derecho a sentirse mal.

Esta red de apoyo además de acompañar a la persona puede ayudar reincorporándola a la sociedad, sostiene Méndez, a pequeñas actividades, en las que no se sienta abrumada o presionada. Considerando que la persona con depresión tiende a aislarse, este ‘retorno’ debe ocurrir poco a poco.

TRATAMIENTO

La depresión puede ser leve, moderada o severa y no a todas las personas afecta por igual, por lo que algunas solo necesitarán sicoterapia y otras, además, medicación. En todos los casos, el tratamiento tomará un tiempo y requerirá paciencia, tanto de quien sufre depresión, como de su entorno cercano, manifiestan los especialistas.

Rivera señala que el tratamiento debe ser biológico, sicológico y social, porque son las dimensiones del ser humano. Es decir que hará falta -si es moderado o severo- medicación; la terapia que permita un cambio del comportamiento para cuidar su salud y evitar la recaída, pero también para interpretar su realidad más objetivamente; y el apoyo de la familia y de los amigos. El siquiatra ve importante abordar también a la familia, como parte del tratamiento.

QUÉ PUEDE HACER LA SOCIEDAD

Es necesario hablar de salud mental en la sociedad, expresa De la Oliva, incluirla en diversas áreas, como la educativa, la productiva y la comercial.

Coinciden con Méndez en que, además de conocer más sobre la salud mental, es importante promover la solidaridad y la empatía. De la Oliva indica que esto puede empezar con un sincero: “¿Cómo estás?” y estar atentos a las respuestas que se reciban para ayudar a la persona.

Desmitificar la salud mental es otra de las tareas que la sociedad tiene pendiente, porque es la forma en la que quienes padecen trastornos como la depresión podrán recibir ayuda a tiempo.