Hoy se celebra la 4º Jornada Mundial de los pobres. El Monseñor Sergio Gualberti recordó que debemos temer de ser indolentes, egoístas e insensibles al momento de gastar nuestra vida por Cristo y el Evangelio

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15 de noviembre de 2020, 10:37 AM
15 de noviembre de 2020, 10:37 AM

El Arzobispo de Santa Cruz,  Sergio Gualberti, en su homilía indicó que gastar nuestra vida por Cristo implica amarlo incluso por encima de nuestro propio amor, ser solidarios y altruistas con el prójimo, en especial con los pobres, los primeros destinatarios de los frutos de los talentos que Dios nos ha dado.

El religioso remarcó que no debemos tener miedo de equivocarnos al salir de nuestra falsa seguridad para hacer fructificar los bienes del reino de Dios, sino debemos temer de ser indolentes, egoístas e insensibles al momento de gastar nuestra vida por Cristo y el Evangelio.

Gualberti recordó que hoy se celebra la Jornada Mundial de los Pobres, querida por el papa Francisco con el tema: “Tiende tu mano al pobre”  y precisó que como signo de adhesión a esta loable iniciativa, se decidió que la mitad de las colectas recaudadas en todas las misas en la Arquidiócesis de Santa Cruz se destinará a esa intención.

Durante la misa el Monseñor dijo que la Palabra de Dios de estos últimos domingos del año litúrgico, llama a ser vigilantes y laboriosos en espera de la venida última de Cristo. Y, en el Evangelio de hoy, Jesús habla de esta actitud importante en la vida de fe, a través de la parábola de un hombre pudiente que, debiendo ausentarse, confía sus bienes a tres sirvientes: a uno da cinco talentos, a otro dos y a otro uno.

“A su regreso, él ajusta cuentas con esos empleados: los dos primeros con su trabajo e iniciativa han duplicado los talentos recibidos, por eso el dueño premia su fidelidad y dedicación, entregándoles todo lo que han ganado. Pero el tercero entierra el único talento recibido y no lo hace fructificar. Su actitud cobarde y negligente provoca una dura reacción del señor que le hace quitar ese único talento y lo aleja de su presencia”, hizo notar Gualberti.

En esta línea de la solidaridad con el prójimo el arzobispo precisó que el papa nos motiva a ser generosos y solidarios con los pobres a tiempo de aconsejar que tender la mano es un signo que recuerda inmediatamente la proximidad, la solidaridad, el amor. En estos meses, en los que el mundo entero ha estado como abrumado por un virus que ha traído dolor y muerte, desaliento y desconcierto.

“La mano tendida del médico que se preocupa por cada paciente tratando de encontrar el remedio adecuado. La mano tendida de la enfermera y del enfermero que, mucho más allá de sus horas de trabajo, permanecen para cuidar a los enfermos. La mano tendida del voluntario que socorre a los que viven en la calle y a los que, a pesar de tener un techo, no tienen comida. Todas estas manos han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo “, reflexionó Gualberti.