La gente se irrita con facilidad, no puede dormir y la atención está fijada en lo que está pasando en el país. La salud también se ve comprometida

19 de enero de 2023, 10:07 AM
19 de enero de 2023, 10:07 AM


Las fiestas de fin de año estuvieron marcadas por los conflictos sociales que se viven en el país. Las cenas, los cumpleaños, las reuniones familiares y todo acontecimiento social tienen un tema de conversación que de inmediato trae la preocupación sobre: ¿qué pasará? y eso empaña lo que debiera ser un grato momento y lo convierte en incertidumbre.

La tensión en el departamento y el país, las amenazas de enfrentamientos y los hechos de violencia, además de las propias preocupaciones personales, afectan la salud mental y emocional de las personas porque generan estrés, ansiedad e incluso depresión.

Laida Durán lleva noches sin dormir. Primero fue por los enfrentamientos y la represión policial que se daban en El Cristo luego de la detención del gobernador Luis Fernando Camacho. Pero antes, ya tenía alterado el sueño por el conflicto por el censo que paralizó las actividades por 36 días y asegura que la economía es un punto central para las familias ¿Las autoridades no piensan en la gente, no pueden resolver ni atender los problemas de los ciudadanos?, cuestiona.

Otras personas tampoco pueden estar tranquilas, pues los cierres de carreteras, las gasificaciones, las marchas y otras movilizaciones no permiten programar una actividad en este periodo de vacaciones y la ansiedad aumenta, porque no hay certeza de cuándo terminarán los conflictos.

“Hay familias destruidas, hay encarcelados, hay heridos, hay personas sin trabajar, no hay justicia, en fin, son muchas cosas que nos roban la paz”, dice Claribel, una mujer, de 52 años.
“Hemos vivido situaciones traumáticas y momentos de zozobra, porque había grupos que estaban incendiando instituciones. Parecía que estábamos en guerra, porque la violencia cundía. Uno ya no se siente seguro”, dice un vecino que vive en la zona de El Cristo. 

La tensión también se manifiesta en las calles, pues los mismos conductores se muestran intolerantes y la gente está casi lista para explotar ante cualquier reclamo.

La sicóloga Martha Suárez señala que no es la primera vez que los cruceños se enfrentan a situaciones de crisis, que el cerebro lo interpreta como una amenaza. En 2019 la población vivió los 21 días de paro, que desencadenó en una crisis política en todo el país; luego vino la pandemia y la gente, acostumbrada al bullicio de la calle y a los encuentros familiares y sociales, tuvo que encerrarse en casa para cuidar su vida de la mayor amenaza a la salud en las últimas décadas: el covid-19; después vino el paro de los 36 días y ahora el estallido social por el encarcelamiento del gobernador Camacho y la desconfianza en la justicia. 

Suárez manifiesta que la persona que vive situaciones de peligro en su entorno, por más que no le afecte directamente, su cerebro lo asume como si así fuera, entonces produce cortisol y adrenalina, que son las hormonas que nos preparan para enfrentar situaciones de amenazas. 

Agrega que el cortisol es la hormona del estrés, se activa en los momentos de alerta y de reto. “Uno va por la calle y alguien te llama y te dice: “no vayas por ahí, hay enfrentamientos” o “han detenido al gobernador”, en ese momento sube el cortisol y se queda por horas en el organismo.

Explica que esta es una hormona cíclica, por las noches baja para que uno pueda dormir y sube durante el día para enfrentar las actividades. Pero, lo interesante es que no solo se activa en momentos de amenaza, sino también cuando uno se la imagina o con los recuerdos. Si vivimos constantemente en situaciones de estrés, nuestro organismo se intoxica de cortisol y manifiesta síntomas físicos, como dolor abdominal, de espalda, de cabeza, etc; y emocionales, como irritabilidad e insomnio.

 Para contrarrestar el estrés, aconseja tomar con calma las situaciones de conflicto, practicar ejercicio, dormir lo suficiente (ocho horas) y una alimentación saludable. Señala que el sueño reparador nos ayuda a la reparación celular.

Antonio Cano Vindel, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), manifiesta que la crisis sanitaria causada por el covid, ha contribuido a que estos trastornos se agudicen y el estrés se extienda.

Para Cano, “lo primero que hay que hacer es tener buena información, y después, entrenar”.
“Un tema muy importante es la interpretación que hacemos de las demandas: si las interpretamos como una amenaza, nos activamos más. En cambio, si las interpretamos como un reto, estaremos más sosegados”, añade Cano. Esto es lo que explica que, ante un mismo trabajo, una persona pueda experimentar ansiedad y, en cambio, otra se sienta motivada.

Un estudio europeo coordinado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), denominado MyNewGut, ha demostrado que una microbiota sana contribuye a regular el apetito; el metabolismo de nutrientes, como la glucosa; el peso corporal; y la inflamación asociada a la obesidad. Además, también ha puesto en evidencia la influencia en el neurodesarrollo y la respuesta al estrés, que, a su vez, incide en el futuro riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas y mentales crónicas.

En cuanto al descanso, los especialistas recomiendan que es necesario desconectar y tener momentos de ocio para dejar las preocupaciones. La falta de sueño produce agotamiento y bajo estado de ánimo.
Hay personas que ejercitan algunas actividades, por ejemplo, se concentran en clases de baile, es decir, siguen los movimientos del instructor o de la pareja para olvidar todo el resto. Otras se interesan en manualidades que le toma tiempo y dedicación y las aparta de la situación crítica.

El estrés
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) señalan que estrés es el resultado de presiones o tensiones, así como de la forma en la que el cuerpo responde a ellas. El estrés puede causar sensaciones de inquietud, ansiedad, frustración, nerviosismo, miedo o impotencia. Cuando uno está estresado, puede notar cambios en el sueño, el apetito o el nivel de energía. Sentirse estresado es normal, sobre todo en una crisis, pero el estrés prolongado puede ser abrumador y afectar la= salud mental y física.