(VEA EL VIDEO) Fue uno de los damnificados del turbión del 18 de marzo de 1983. Sale todos los días a trabajar. Se mueve por el Obelisco y la avenida La Campana. Los fines de semana se traslada al centro de la ciudad

17 de marzo de 2023, 9:48 AM
17 de marzo de 2023, 9:48 AM

“Don Martín le encargo un helado”, dice una vendedora de batidos de quinua y manzana que tiene su puesto a un costado de la rotonda del Obelisco del Plan Tres Mil. Son casi las 10:00 de la mañana del martes 14 de marzo, la temperatura ya casi ronda los 30 grados y Martín Mamani Quispe acaba de llegar al lugar para iniciar su jornada laboral con su improvisado uniforme: una camisa blanca manga larga, pantalón oscuro remangado hasta las canillas y unas chinelas desgastadas. Es infaltable una gorra, lleva una de color gris.


Todos los días, don Martín sale bien temprano de su casa, ubicada en el barrio San Juan, cerca del sexto anillo. Debe caminar varias cuadras con su pequeño carrito de madera de color azul y rojo, donde tiene una conservadora mediana y una vitrina de vidrio para guardar las galletas o cucuruchos. Sus helados cuestan Bs 2 y Bs 3. Nos aclara que los helados que vende no los hace él, los compra envasados y los coloca empaquetados en la conservadora. 

Nació en La Paz, migró joven junto con su familia a Santa Cruz. Recuerda perfectamente el año que llegó: 1972. Antes del turbión del 18 de marzo de 1983 vivía cerca del río Piraí, al final de la avenida Busch. Después de esa fecha fue uno de los miles de damnificados que fueron reubicados en carpas en el Plan Tres Mil, ciudadela que este sábado cumple 40 años de su fundación.



Vivo acá desde hace 40 años. Acá crie a mis cuatro hijos junto con mi esposa, que es de Oruro. Tres de ellos ya no viven con nosotros,  solo vivimos con el menor, de 26 años, que nos acompaña”, comenta don Martín, de 65 años, mientras atiende a sus clientes que empiezan a acercarse en busca de un refrescante helado. 

Hace una pausa para tocar la chicharra y alertar de su presencia en el lugar, pues no se quedará mucho tiempo. “De acá me voy al mercado y después me paso a la avenida La Campana, esa es mi ruta de lunes a viernes. Solo me muevo en la UV 150”, comentó. 



Con un cliente a un costado de la rotonda del Obelisco / Foto: Miguel Surubí


Dice que se queda vendiendo helados hasta la noche debido a que aprovecha el horario de salida de los alumnos que pasan clases en los colegios y de los empleados que trabajan en los negocios que hay en la zona, así como también a los pasajeros que esperan un bus de transporte público. En un día de buena venta llega a vender entre 70 y 80 helados. Los fines de semana va al centro de la ciudad, llega primero a la plaza 24 de Septiembre y después recorre las calles aledañas.

“Debe llegar cansado a su casa después de estar caminando todo el día”, le preguntamos y nos responde que está acostumbrado, que toda su vida se ha ganado el pan del día trabajando en las calles."He sido heladero toda la vida. No me arrepiento, estoy tranquilo", confesó. El día en que se queda en su casa es por el mal clima, único motivo válido para no trabajar, dice. Admite que esos días no le agrada, porque extraña salir con su carrito, su compañero fiel desde hace varias décadas.



Vende helado de canela y vainilla a Bs 2 y Bs 3 /Foto: Miguel Surubí

Antes de despedirse quiso dedicar una palabras de homenaje al Plan Tres Mil por su aniversario número 40. "Al poderoso Plan Tres Mil que cumpla 40 años más. Es el señor barrio de los damnificados del 83".