El cordón ecológico y el cuarto anillo son dos de los puntos más críticos. En la costanera se han registrado a más de 170 personas. Especialistas piden planes sostenibles para rescatar a los drogodependientes que acentúan la inseguridad

21 de marzo de 2022, 4:30 AM
21 de marzo de 2022, 4:30 AM


Un hombre hace demostraciones de sus habilidades para lanzarse al agua y muy cerca de él un grupo de personas prepara una sopa de pescado que se servirán los que han hecho de su hogar el cordón ecológico.

Mientras el tránsito no para en las grandes avenidas del cuarto anillo, en el cordón, debajo del pavimento y en los canales, hay personas que hacen su rutina sumergidos en la convivencia por el vicio que los empujó a las calles.

Para ellos, la preocupación es distinta a los que corretean por ir al trabajo o la universidad, porque sus actividades empiezan a tomar fuerza cerca del mediodía, cuando la mayoría comienza a levantar las colchas viejas o hules que los protegió la noche anterior.

Uno de sus mayores escondites es el cordón ecológico, donde se pueden divisar sendas que llevan al interior de la vegetación que durante mucho tiempo ha servido como su hogar.
Son hombres y mujeres que en varias ocasiones han sido retirados en operativos de vigilancia, pero retornan al lugar ante la falta de políticas públicas para su rehabilitación y reintegración a la sociedad. En el grupo también hay jóvenes que llevan años presos de la droga.

En toda la ciudad, 57 lugares han sido identificados como hogar de 1.043 personas en situación de calle, según el último censo, realizado a finales de 2018, por la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm), autoridades y otras instituciones.

Entre los lugares están el tercer anillo de la av. Cristo Redentor, Beni y Paraguá; y cuarto anillo de las avenidas Beni, Mutualista, Alemania, canal Isuto y canal Cotoca.
Además, de la rotonda del Plan Tres Mil, mercado Gaupurú, Virgen de Luján y sexto anillo y las plazas de algunos barrios, como El Triunfo, El Fuerte y Fortaleza.

Problemática

La presencia de los drogodependientes se convierte en la inseguridad de los vecinos que viven en por la zona del cordón ecológico, que constantemente son víctimas de asaltos por parte de estas personas.

Uno de los trabajadores que se encarga de hacer la limpieza señala que los que hacen turno en la noche han sido asaltados. Cuenta que la presencia policial frena un poco la delincuencia. “Tras que se va la patrulla salen del monte y esperan para cometer atracos”.

Uno de sus modos de operar contra los taxistas es hacerlos parar para hacer un trato por una carrera, pero ante el mínimo descuido actúan robándole el celular o alguna pertenencia que tengan a la vista y se escapan hacia el monte.

También asegura que las jovencitas que salen a esperar micro son víctimas de contases robos. “Después de hacer sus fechorías se van y se cambian de ropa para volver a salir”, comenta la persona que trabaja por el sector desde hace varios años.

El secretario municipal de Seguridad Ciudadana, Ariel Lino, informó que en lo que va del año la Alcaldía ha apoyado a la Policía en al menos cinco operativos para el retiro de drogodependientes de los canales y señala como una de las intervenciones con mayor éxito a la que permitió el traslado a un hogar en San José de Chiquitos, donde fueron llevadas más de 50 personas que decidieron quedarse para su rehabilitación.

La Fraternidad Misionera El Camino trabaja muy de cerca con los barrios asentados en el cordón ecológico, pero también extienden su pastoral hacia las personas que viven en situación de calle en ese sector, desde hace cinco años.

Por el momento hacen la visita el primer sábado de cada mes. Les llevan comida y también se dan el tiempo para escucharlos, principalmente a los de 20 y 30 años, porque son los que más se acercan.

La hermana Saphira señala que algunos tienen familias, pero salieron de sus hogares por peleas y abusos. Antes de llegar al cordón ecológico, algunos han pasado tiempo en las rotondas o canales, donde buscan sobrevivir y conseguir dinero para su vicio.

La experiencia de la hermana Saphira le dice que las políticas implementada por las autoridades no ha dado resultado, porque cuando salen en operativos muchas veces solo los levantan de un lugar y ellos se van a otros y el problema continúa. “Falta el acompañamiento”, insiste.

Por su parte, el investigador Guillermo Dávalos, que participó de la realización del censo, dice que la problemática de las personas en situación de calle debe ser abordada de una forma más amplia, pues son diferentes los factores que los llevan dejar su hogar y vivir en la calle.

Dávalos indicó que las autoridades tienen como base el censo y un plan que fija los lineamientos para empezar a trabajar de una forma integral, pero lamentablemente no ve un interés real por abordar esta problemática.

Decir hay malvivientes y están por el canal es una apreciación no es un conocimiento, se requiere indagar y eso fue lo que hizo en el censo, que fue acompañado por una encuesta de profundidad”, señala Dávalos.

Apunta que lo primero que se debe saber es qué los empuja a vivir en situación de calle, cuál es su relación con su familia y su situación de salud y laboral, entre otros aspectos. “Tener estos datos permite definir una política y estrategia de intervención”, señala.

Agrega que el censo arrojó que uno de los grandes problemas que retiene a las personas en las calles es su adicción a las drogas, por lo que, si va a trabajar en una estrategia, se tiene que ver cómo se va hacer para que superen su adicción.
Sin embargo, la ciudad cuenta con un solo centro de rehabilitación público y falta un centro para el proceso de desintoxicación sobre todo cuando las adicciones son profundas.

Destaca que hay como 20 iniciativas de iglesias que tratan de recuperar a las personas de su adicción, pero se necesita articularlas con el centro municipal para un trabajo más sostenido.

También hay que evitar el crecimiento de esta población y se lo debe hacer partiendo de los niños trabajadores porque es la puerta de entrada para que terminen viviendo en la calle.
Según el censo, del total de personas que vive en la calle un 22% son menores de 18 años.