Algunos apoyan el paro, pero confiesan que los puntos de bloqueo se endurecen en ciertas horas, dificultándoles cumplir con la función de dar atención a los pacientes

26 de octubre de 2022, 7:31 AM
26 de octubre de 2022, 7:31 AM

Hace dos paros que Mauricio Martínez, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos (UTI) de la Caja Nacional de Salud (CNS), se dio cuenta de que necesitaba una motocicleta para asistir a su fuente laboral.

A diferencia de otros colegas, y al ocupar una jefatura médica, Martínez debe moverse todos los días desde su domicilio, ubicado por el quinto anillo de la avenida Fuerza Aérea Boliviana (ex Santos Dumont), hasta el Hospital Obrero de las 400 camas, por la zona de tercer anillo y Mutualista.

Reconoce que, de uno u otro modo, médicos, enfermeras, administrativos, en resumen “todo el personal que trabaja en una institución de salud”, se ve afectado, pero entiende que el sacrificio es en pro del beneficio que se podrá conseguir al final. “Nosotros apoyamos el paro en 2023, al 100%”, aclara.

Dice que antes se podían evadir los puntos de bloqueo, o atravesarlos en vehículo, solo mostrando un carnet. Sin embargo, cree que la gente se ha vuelto algo intransigente porque no deja pasar, “hay que dialogar mucho, incluso discutir, ya que explicamos rotonda por rotonda, no podemos descuidar el trabajo, menos aún de cuidados críticos”, opina.

Martínez recalca que, el hecho de que no estén vistiendo la indumentaria del hospital, ocasiona que a muchos administrativos no los dejen circular, pese a que tienen la identificación de personal de salud.

“Es importante usar los medios de comunicación para concientizar, tenemos que llegar sí o sí al hospital, no podemos dejar abandonados a los pacientes”, finaliza.

Andrés Martínez, de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital San Juan de Dios, reconoce que volver a vivir un paro es un sacrificio, pero que el objetivo vale la pena.

Cada vez que le toca salir a trabajar, desde que inició la medida de presión, debe caminar durante 15 minutos, hasta salir a la avenida Cristo Redentor, de donde lo recoge el vehículo del hospital, y lo traslada desde el octavo anillo hasta el centro de la capital cruceña.

Reconoce que a la hora de ingresar a trabajar no ha tenido mayores problemas, pero es en la noche cuando “la cosa se pone más difícil”.

Le ha tocado en micro, en moto, y a pie, pero presentando el carnet, finalmente logra romper los cercos. “Creo que todos estamos asumiendo el paro y ojalá pronto tengamos una solución”, reflexiona.

Tanto Mauricio Martínez como Andrés Martínez tienen a sus esposas como parte del personal de salud, y pasan por situaciones similares. En el caso de Mauricio, le ha tocado llevar en moto a su compañera de vida hasta su fuente laboral, y a Andrés, hacer el recorrido a pie con su esposa.

Richy Anderson Hurtado es el jefe médico de los domos del Hospital Japonés, y también intensivista de turno en la Clínica Las Américas.

Se está convirtiendo en un experto en paros, y ya sabe cómo es la logística, o se va en el micro del hospital, o se transporta en su propio vehículo, desde la zona de El Remanso.

Normalmente tarda media hora en llegar hasta su fuente laboral, pero cuando hay paro, dice que puede tomarle más de una hora.

Para su esposa, médico en el Hospital Municipal de La Pampa, el recorrido es más largo, y quizás más obstaculizado.

En casa de Hurtado ya se ha discutido el tema de comprar o no una moto para este tipo de situaciones, pero hasta el momento no hay consenso. Mientras tanto, sigue moviéndose como puede, y confiesa que cada vez con más dificultades.

En dos oportunidades le pidieron plata, primero unos niños, luego unos adultos con ropa sucia, ebrios y con palos. “Lo que no entiendo es por qué algunas personas se ponen capucha”, cuestionó, y confesó que por su seguridad tuvo que entregar unas monedas.

Cree que la mejor alternativa es ir por las avenidas principales, porque los mayores inconvenientes los ha tenido al buscar atajos.

“Aunque suene paradójico, los lugares donde más molestan son los atajos que uno toma para evitar las avenidas principales. Además, en los atajos no hay quién ayude a mover las cosas, llantas, etc., o si está bloqueado el punto por gente, está bebiendo, obviamente no todos”, aclara.

Entiende que hay todo tipo de personas, las conscientes de lo que significan este paro y el censo, que dejan pasar a las ambulancias y al personal de salud, pero cuestiona a la gente conflictiva.

Hurtado acepta que, en general, los paros estresan por todo lo que conlleva llegar al trabajo, peor aún si hay pacientes en terapia intensiva. “Pero se entiende, lamentablemente no tenemos otra forma de protestar ante todas las injusticias del Gobierno que trata de sacar provecho de todo y de nada. El paro es necesario, lo apoyo y espero que se haga el censo en 2023, finaliza.

Lina Chumacero trabaja en el Centro de Salud Noel Kempff, en el Plan 3.000. Hasta ese punto llega desde el quinto anillo y la Radial 13.

Ayer fue su primer día de trabajo desde que empezó el paro, y estaba optimista, ya que en la mañana salió en un taxi y llegó sin contratiempo alguno. Sin embargo, escuchó quejarse a sus colegas, los que se transportaron en micros de la red de salud, y que sufrieron algunos inconvenientes, sobre todo los que tienen que salir de sus hogares por el primero y segundo anillo.

La parte fea la vivió en la tarde, tipo 17:45, cuando finalizó su jornada e intentó regresar a casa. “Fue bastante complicado salir, y eso que no eran ni las 18:00, había tramos del sexto anillo, en el Plan 3.000, con gente que bloqueaba, y por más que decíamos que éramos personal de salud, pedían que colaboremos, ya sea comprando refrescos. La movilidad tuvo que desviarse en varios tramos. A esa hora ya ni moto se encontraba”, confesó.

Según Chumacero, los puntos más “feos” están en la Radial 10, a la altura del quinto y del sexto anillo. Ni bien pasaba las rotondas, en cada cuadra había pitas y sogas, y ventas de refrescos, donde había que colaborar.

Brigadistas

Ayer, el Colegio Médico de Santa Cruz dispuso un punto de atención médica en la avenida Virgen de Cotoca, a la altura del cuarto anillo, como una forma de apoyo a la sociedad.

En el lugar, los vecinos pudieron recibir los primeros auxilios, toma de presión y, de ser necesario, también alguna medicación.

“Estamos todos los días, mientras dure el paro, de 8:00 a 14:00 y de 14:00 a 20:00. Estaremos apoyando y sirviendo a la comunidad”, dijo uno de los brigadistas, a modo de invitar a los vecinos a aprovechar.

La Alcaldía cruceña también instaló brigadas médicas en cuatro puntos estratégicos de la ciudad, como el sexto anillo y avenida Cristo Redentor; subalcaldía del distrito municipal 9; doble vía a La Guardia y cuarto anillo; y, por último, en la avenida 2 de agosto y séptimo anillo.

“Estamos con atención médica, prueba de antígeno nasal y control de signos vitales. Toda persona que necesite una consulta, síntoma de covid-19, o que quiera medirse signos vitales, puede apersonarse. Estaremos desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde”, dijo Miriam Rodríguez, médico brigadista municipal.

La secretaria de Salud de la alcaldía, Adriana Amelunge, indicó que cada día, son aproximadamente 60 las emergencias atendidas.

Reconoció que han tenido problemas con algunos puntos de bloqueo, y que incluso han agredido al personal de salud y al vehículo, lo que retrasa el traslado del personal y por ende la llegada al centro de salud. “Hemos desplazado vehículos a todos los hospitales y centros, pero necesitamos más apoyo de la población”, exhortó la autoridad.

En la zona de Los Lotes, ingresando una cuadra de la avenida Fuerza Aérea Boliviana, sobre el séptimo anillo, dos ambulancias del Ministerio de Salud ofrecen atención odontológica gratuita a los habitantes, desde la mañana hasta la tarde.

Ayer, el ministro de Salud, Jeyson Auza, cuestionó al gobernador Luis Fernando Camacho por “incitar” a los médicos a que suspendan servicios. Recalcó que, médico que no cumpla con su labor, tendrá su descuento conforme establecen las normas.