Un voluntario del SAR FAB relata cómo sucedió el salvataje y los inconvenientes que tuvieron que sortear en el camino

25 de septiembre de 2022, 18:44 PM
25 de septiembre de 2022, 18:44 PM

La semana pasada (el 21 de septiembre) una avioneta que retornaba de Yacuiba al aeropuerto El Trompillo desapareció. Perdió contacto con la torre de control de la provincia Cordillera, de acuerdo con reportes oficiales. La señal del Transmisior Localizador (LT por sus siglas en inglés) de emergencia de la aeronave dio el aviso a la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) de su posible ubicación.

Eran las 14:00 de ese miércoles cuando llamaron a los rescatistas del SAR de las Fuerzas Armadas de Bolivia (FAB) para una misión, los que partieron hasta las cercanías de la zona marcada por el localizador.

Se trataba de la avioneta CP-2024, que se cayó en una zona inaccesible de la región de Charagua, cuyos tripulantes eran Carlos Áñez y Kevin Hayes.

Uno de los nueve rescatistas que participó en la misión contó que ese día planificaron el ingreso al mismo lugar del accidente aéreo. Lo harían por dos frentes: Ipati y Charagua. Era la madrugada del jueves 22.



Rescatistas SAR FAB ingresando por tierra al lugar del accidente


Dos grupos partieron por tierra, pues no contaban con un helicóptero -cuya autorización dependía de las autoridades nacionales- sin embargo, las coordenadas que recibieron estaban erradas y no consiguieron llegar a destino. El terreno quebradizo no permitía avanzar, de manera que volvieron al campamento base.

El viernes 23, los rescatistas recibieron la noticia de que los familiares de los pilotos de la aeronave -que se presumía seguían con vida- habían gestionado la autorización para que un helicóptero apoyara desde el aire.

Con el apoyo en aire de un helicóptero continuaron las labores/SAR


Ese día cuatro rescatistas se desplazaron al lugar en helicóptero, mientras que cinco fueron por tierra, para brindar socorro a los pilotos que tenían la esperanza de encontrar con vida. Al llegar al lugar, cuenta uno de los rescatistas que conversó con EL DEBER, bajaron lo más que se pudo. Se encontraron con una muy malograda avioneta, que estaba en la ladera del cerro. Para entonces las expectativas de encontrar con vida a los ocupantes, se habían perdido. Sin embargo, a juicio del rescatista, no sufrieron nada, debido al impacto.


Vista aérea del lugar donde ocurrió el accidente de la avioneta/SAR



Las cuatro personas bajaron del helicóptero a la parte alta del cerro, desde donde continuaron descendiendo a pie. La orden era sacar los cuerpos y llevarlos a la parte superior del cerro para que pudieran ser llevados por el helicóptero.

El impacto fue severo, por lo que las herramientas con las que contaban los rescatistas fueron insuficientes para continuar las labores de su misión. Afortunadamente, después de contactarse con su base en Santa Cruz, se consiguieron. Posteriormente fueron transportadas al lugar, ese mismo día.

La avioneta estaba en una posición tan peligrosa que, si se realizaba un movimiento en falso, esta o los rescatistas podían caer al vacío. Por ello tuvieron que fijarla, usando cintas y cuerdas. Sin embargo la luz del día se acababa, por lo que no pudieron continuar los trabajos. Así que los nueve rescatistas -los que iban por tierra también habían llegado al lugar- pasaron la noche esperando el retorno de la luz solar para completar su misión.

A las 5:00 del sábado 24, la claridad llegó y con ella se iniciaron las labores para liberar los cuerpos. Entre cuatro y cinco horas más tarde, los nueve rescatistas lo consiguieron. Subieron los cuerpos hasta la parte más elevada del cerro, donde armaron una especie de helipuerto para que el helicóptero pudiera descender y acomodar en él a los fallecidos. La misión había concluido.

El rescatista que accedió a conversar con EL DEBER y que pidió la reserva de su nombre señaló que ellos no cuentan con las herramientas especiales que necesitaron para esta misión, que se las prestaron; tampoco tienen los recursos económicos para comprarlas. Esperan conseguir una donación, como escucharon que podría suceder.

Esta fue una misión de alto riesgo, por ello los rescatistas asignados debían saber de primeros auxilios, descender de un helicóptero en movimiento y navegación, como mínimo. En estas misiones no puede haber fallas, enfatiza el voluntario.

La formación de los rescatistas SAR dura varios años, el primero es básico; en el segundo empiezan a profundizar, pero entre el tercer y el cuarto año se especializan en diferentes áreas. Hay quienes continúan su especialización y aprenden de todo, lo médico, labores de rescate, la parte aérea, etc. Personas como estas, hay unas 50 en el SAR, de entre más de 300, que están listas para apoyar ante cualquier desastre.

Sin embargo, a la hora de salir de misión, muchos voluntarios se enfrentan a sus horarios laborales y la necesidad de pedir permisos indeterminados. Algunos vuelven y ya no tienen trabajo; otros simplemente no pueden salir, por cuidarlo.

“Siempre estamos prestos para ayudar. Nuestro lema es: ‘Para que otros puedan vivir’”, dice orgulloso el rescatista.