El 30% está relacionado a casos sospechosos o positivos de coronavirus. La peregrinación por el certificado de defunción, las demoras del cumplimiento del protocolo para el entierro de un cuerpo y sepelios sin rituales son la ‘nueva realidad’ ante la muerte de un ser querido

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23 de junio de 2020, 12:34 PM
23 de junio de 2020, 12:34 PM


Entierros rápidos y sin la presencia de los deudos, cremaciones y un peregrinaje por los trámites, acentúan el drama de la muerte en tiempos del coronavirus, que significa un cambio radical en comparación a cómo se despedía a un ser querido hace tres meses: velatorio, entierro, misa, novena y otros rituales.

Esa ‘nueva realidad’ que trae consigo el coronavirus, arroja un dato que permite reflejar lo que sucede en casos de muertes por causas naturales. Una fuente oficial señaló que, desde que empezaron a registrarse las muertes por Covid-19, se duplicaron los decesos por las denominadas ‘causas naturales’, es decir, por algún tipo de enfermedad o sin que medie algún tipo de violencia. 

Ese tipo de decesos, que en las últimas semanas en la capital cruceña son en promedio entre 30 y 40 por día, puede encontrar a la mayoría de los afectados en sus viviendas o en la calle.

Si se hace una estimación de cuántas de esas muertes pueden estar relacionadas al coronavirus, son un 30%, ya sea por sospecha de haber estado contagiados o por haber dado positivo a las pruebas.

Una vez se dan estos decesos, a los familiares les toca esperar el cumplimiento del protocolo del Servicio Departamental de Salud (Sedes) para el retiro de los cuerpos, lo cual puede demorar mucho más de lo previsto y significar que los dolientes deban ‘convivir’ con el cadáver de su ser querido por un lapso prolongado. 

Se han conocido casos de familias que han permanecido con los cuerpos de sus seres queridos entre uno y dos días hasta que las autoridades de la Policía y del Sedes acuden a realizar lo que establece el protocolo.

A esto se suman algunos obstáculos como obtener el certificado de defunción. Una familia domiciliada en el Plan Tres Mil peregrinó durante tres días por distintas instancias para obtener el certificado. Al margen de la complejidad y gasto del desplazamiento en estos días, refieren que les pedían hasta Bs 800 por el documento. Al final, llegaron al Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF), donde se los emitieron de forma gratuita, como corresponde. El Sedes ha señalado que va a sancionar a quienes realicen estos cobros irregulares. 

Tuvimos que pagar por un documento que dicen que es gratis; uno lo hace por salir del paso y acelerar las cosas porque lo que uno quiere es terminar con el tormento del trámite y enterrar a su familiar, pero hay otras familias que no tienen dinero”, comentó una mujer que vive por la zona del Cambódromo y que hace una semana tuvo que enterrar a su madre.

Luego, tiene lugar el entierro. Solo en los cementerios municipales se estima que hay unos 40 por día; de esos, al menos tres de cada cuatro se deben al Covid-19. Si bien el número es variable, 30, 40, 50 entierros por día, el domingo se llegó al tope de 54, según la Asociación de Funerarias.

Mientras tanto, los tres centros de cremación de la ciudad están saturados, pese a que a los dos privados existentes, se sumó uno municipal. Allí, se ha cremado 22 cuerpos entre el sábado y el lunes. Tienen capacidad para cremar 10 cuerpos por día. 

“Se puede esperar afuera mientras se hace el procedimiento que dura tres horas, no se puede entrar al lugar; o se puede ir a recoger la urna una vez se acabó la incineración”, señaló A.V., que hizo uso del crematorio municipal. 

Las cenizas se reciben en urnas de madera, selladas con pegamento por precaución; sin embargo, no se tiene riesgo alguno de contagio de Covid-19 ni de ninguna otra enfermedad. “Se quema todo, desaparece incluso hasta el ADN de la persona”, señala un experto en el tema. 

La mayoría opta por llevarse las cenizas a su casa, donde pueden conservarlas en lugar visible o sepultarlas. Hasta el momento, se ha dado un solo caso de una familia que pidió enterrar las cenizas en un cementerio, por lo cual se les dotó de un osario, que es una especie de nicho, pero en dimensiones mucho menores. 

Así se despide a los seres queridos en tiempos de Covid-19, entre la ausencia de familiares y de los rituales tradicionales, pero donde no faltan las demoras en trámites y denuncias de irregularidades que aumentan la angustia profunda de los dolientes.