La noche del miércoles 16 de noviembre cuatro periodistas fueron atacados. Uno de ellos, por la Policía, a quemarropa, y otros fueron acechados en su alojamiento por una turba, donde estaban cubriendo la represión contra manifestantes que apoyan el paro cívico por el censo

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17 de noviembre de 2022, 21:30 PM
17 de noviembre de 2022, 21:30 PM

La Unidad de Monitoreo de la Asociación Nacional de la Prensa da cuenta de cuatro diferentes ataques a miembros de la prensa, perpetrados este fatídico miércoles 16 de noviembre. Empieza con el periodista de la red televisiva Unitel, Leonardo Gil Villalba, que fue herido en la mano derecha por el impacto de un proyectil de gas lacrimógeno, disparado por un policía.

Gil Villalba se encontraba en la zona del Plan 3.000 reportando la intervención policial con agentes químicos que alcanzaron también a vecinos y transeúntes de esa populosa ciudadela, donde militantes del partido del presidente Luis Arce, Movimiento al Socialismo (MAS), tratan de levantar los bloqueos vecinales.

Leonardo Gil tiene una sutura de dos puntos en un dedo de la mano derecha y guarda reposo en un hotel próximo a la red televisiva Unitel, que contrató el hospedaje temporalmente para desplazar a su personal a los puntos de bloqueo de calles y avenidas durante el paro indefinido que se prolonga por 27 días.

“Mi esposo me contó que encendió la luz de la cámara, porque es como usualmente se advierte a los policías de la presencia de un periodista, pero fue peor porque le dispararon a quemarropa. Al caer, perdió el teléfono celular corporativo y también el personal. Cuando volvió al hotel (cerca de la medianoche) me puso al tanto”, dijo Stefany Claros, esposa de la víctima, a la Unidad de Monitoreo de la Asociación Nacional de la Prensa (ANP).

Esa misma noche, la periodista Silvana Asaff y el camarógrafo Ángel Justiniano, también de Unitel, fueron amedrentados por una turba, que los fue a buscar a un centro de hospedaje localizado en el Plan Tres Mil, lugar elegido por la red televisiva para que sigan de cerca el paro cívico en la zona.

“Primero lanzaron piedras hasta el tercer piso, no sé como se enteraron que ahí estaban las habitaciones que rentamos. Luego cortaron la energía eléctrica y amenazaron con sacarnos (desalojarnos) a golpes. Tuvimos que aguardar escondidos dos horas en otro piso, para que la gente nos ayude y salimos como delincuentes del lugar. Sin apoyo de la Policía. En casi una década de trabajo, nunca me pasó esto”, dijo Asaff a la Unidad de Monitoreo de la ANP.

Entretanto, la periodista Darling Heredia, del espacio informativo La Tuti, denunció en las plataformas Facebook y YouTube, que fue interceptada por manifestantes afines al Gobierno y golpeada en el rostro, además de sufrir el robo de su teléfono móvil.

Afirmó que la obligaron a emitir una transmisión en vivo para justificar la acción de los grupos violentos contrarios al paro cívico.

Acciones legales

La Asociación de Periodistas de Santa Cruz, que preside Roberto Méndez Herrera, anunció una protesta para este 18 de noviembre, frente al Comando Departamental de la Policía, para demandar que se abra un proceso disciplinario contra el uniformado responsable del ataque contra el periodista de Unitel Leonardo Gil.
 
Pero también vecinos sufrieron la violencia policial, Estéfani Méndez denunció que un policía disparó un cartucho de gas lacrimógeno contra el carro de su bebé; el proyectil golpeó una costilla de la niña de 11 meses e hizo arder el carro.

 Jared Zeballos, padre de la menor, al salir del hospital con el alta de su hija, anunció que iniciará una acción legal contra la Policía Boliviana, que depende del Ministerio encargado de la seguridad interna.

El director del hospital municipal de la zona, Carmelo Salvatierra, indicó que se dio el alta médica a la bebé de 11 meses que llegó con dificultades respiratorias como efecto de los gases lacrimógenos.

Certificó además que un hombre perdió el dedo de una mano por la explosión de una granada de gas lanzada por los uniformados, en tanto que otras dos personas recibieron atención por golpes en la cabeza (siete puntos de sutura) y herida en un pie. Ambos también fueron dados de alta. 

La violencia fue tan extrema que grupos de vecinos no tuvieron más opción que cerrar sus calles con llantas para que ninguno de los bandos entre a pelear en sus zonas.

La violencia en el Plan tres mil fue extrema /Foto: Ernesto Estremadoiro