Miyazono fabrica piezas automotrices en México, al ver las carencias de Bolivia y al enterarse de que su madre, en Ichilo, tenía Covid-19, mandó a Bolivia cinco ventiladores y repuestos valuados en $us 40.000

1 de agosto de 2020, 10:56 AM
1 de agosto de 2020, 10:56 AM

"Nosotros no nos quedamos solo en el acto de donar", dice Ryuji Miyazono Adachi, que no conforme con mandar cinco respiradores Eliciae MV20 de la marca japonesa Metran a Bolivia, su país natal, también hizo llegar tres consumibles (mangueras corrugadas) para cada equipo, a través de Respira Bolivia. Esta donación es para salvar la vida de personas con Covid-19.

Cuando Miyazono se enteró de que en Bolivia reciclaban las mangueras de los respiradores, casi se infarta. Ya se puso en campaña para un segundo envío, esta vez de 35 consumibles o mangueras y se comprometió a seguir surtiendo con estas cuando sea necesario, por lo que dure la pandemia por Covid-19. 

"A veces los que donan se lavan las manos diciendo: 'yo doné respirador', pero en realidad este debe funcionar para todas las temporadas, es decir que la gente pueda seguir utilizándolo, y para eso los componentes son importantes, deben cambiarse cada vez que se cambia de cada paciente, de tal modo que si hay diez pacientes, esos diez no tengan que repetir el consumible", explicó.

Miyazono nació en San Juan, de la provincia Ichilo, y vivió allí hasta los 18 años. Luego se marchó a Japón, después a Nicaragua y, por último, a México, donde vive desde hace 30 años. 

Contador y administrador de empresas de profesión, en México empezó como director comercial en una automotriz y desde 15 años se independizó, montando su propia fábrica de piezas automotrices.

Sus padres y hermano quedaron en Bolivia. Su papá falleció en marzo de este año, debido a problemas renales que se complicaron con dengue. Su mamá está recuperada de Covid-19, se contagió mientras se encontraba internada debido a una mordedura de perro con caída y fractura múltiple, además de dengue.

Preocupado por su madre, y al ver las noticias de Bolivia sobre la explosión de casos y la escasez de los respiradores, recibió un correo que para él fue destino. "Un excolega mío, que ahora está de vicepresidente ejecutivo de una empresa, de las más importantes de la industria de autopartes en Japón, me escribió para decirme que fabricarían 2.500 respiradores y me preguntó si en Bolivia había necesidades. Eso fue un día después de que mi mamá estaba confirmada con Covid-19. Y entonces escuché la voz del destino", dice. 

A pesar de la corazonada y de que su amigo le ofrecía los respiradores a mitad de precio, tenía dudas. "Al estar pendiente de las noticias de Bolivia, sabía del auge del virus, pero también la historia de los 170 respiradores de España. Me puse a pensar que quizás si los enviaba terminarían en una clínica privada o en un proyecto particular para hacer dinero, qué sentido tenía; me preocupaba que al mandar a Bolivia fuera para llenar un bolsillo particular, por eso hablé con gente de mi confianza, y supe del grupo Respira Bolivia. En ese momento no se sabía si mi mamá iba a empeorar, eso era el gatillo que me movió; yo era quien podía unir esos dos puntos, las necesidades de Bolivia y los respiradores de Japón", dice.

De los cinco respiradores donados, gracias a las gestiones de Respira Bolivia, dos fueron entregados al Hospital San Juan de Dios, uno a San Juan y dos serán enviados al Hospital Germán Busch, en Trinidad. 

Cuando se le consultó sobre el monto invertido, dijo que con el envío, fueron como 40.000 dólares. "Si con eso se salvan tres o cuatro vidas, es barato", dice quien ya tiene sana a su mamá en casa, y sin necesidad de respirador.

Foto: Ryuji Miyazono, el benefactor de los respiradores