La malformación congénita iba a matar a Antonella, pero sus padres la aseguraron a la caja en tiempo récord y un equipo de galenos hizo el milagro, a sus 32 días de nacida

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12 de noviembre de 2017, 4:00 AM
12 de noviembre de 2017, 4:00 AM

Antonella nació con una malformación congénita denominada transposición de grandes arterias del corazón, una cardiopatía poco común que consiste en que la arteria pulmonar y la aorta están conectadas al revés, lo cual puede llevar a la muerte. Empero, un equipo médico de la Caja Nacional de Salud hizo una corrección quirúrgica exitosa a la recién nacida, el lunes 6 de noviembre, y ahora la pequeña se encuentra en etapa de recuperación.
La intervención ha sido motivo de júbilo en la CNS por el resultado positivo, puesto que es la primera vez que una paciente con este tipo de cardiopatía sobrevive a una operación dentro del sistema médico de Santa Cruz, donde la mortalidad por estos casos es alta, según los especialistas. 

Otros que no caben de alegría son Natalia Céspedes Richard (20) y Giancarlo Reyes Lino (22), los jóvenes padres de la bebé que tenía pocas posibilidades de sobrevivir sin operación, pero casi de milagro se acoplaron varios factores que hicieron posible su internación en el centro de Pediatría de la Caja Nacional.
De otro modo, el desenlace pudo ser fatal, puesto que los progenitores son de escasos recursos y difícilmente podrían haber conseguido entre $us 15.000 y $us 20.000, que puede llegar a costar una cirugía a corazón abierto en una clínica privada.

No estaba asegurada
Antonella nació el 5 de octubre en una clínica privada, donde no le detectaron la malformación. Después del nacimiento la pequeña parecía estar bien, pero conforme fueron pasando los días la afección dejó sus huellas: el contorno de los labios y las manos se tornaron de color morado y la dificultad para respirar se acentuaba cada vez más.

Los papás la llevaron a un centro médico y después a otro, donde le diagnosticaron la transposición de los grandes vasos y les informaron de que la cirugía tenía un alto costo económico. Giancarlo, empleado de una vidriería que no se había asegurado, hizo los trámites a contrarreloj para su hija, porque era cuestión de vida o muerte, y logró que en la administración de la CNS aceleraran el proceso de registro. El papeleo, que normalmente tarda hasta tres días, lo hicieron en horas y de ese modo la niña fue asegurada e internada de inmediato en el policlínico de la avenida Cañoto.

El lunes 6 la paciente entró a quirófano y seis horas después salió a recuperación en terapia intensiva. Lo hicieron posible:
 
el cirujano cardiólogo Roberto Pacheco, la cardióloga pediatra Virna Severiche, el cirujano cardiaco, Raúl Saavedra, el anestesiólogo Carlos Medina, los pediatras terapistas Delina Tórrez y Édgar Marañón, además de 
Elizabeth Alaca, perfusionista (maneja el corazón artificial) y enfermeras.
“Es la primera vez que se opera a un  niño con esta patología y que sale vivo de quirófano. Estos niños no viven si no se operan, su mortalidad es alta, y si se operan pueden tener una vida normal. Antonella estaba muriéndose y de aquí a poco saldrá del hospital y se irá a su casa. Es el primer caso en el que el paciente sale con vida en Santa Cruz mediante la técnica Jatere; en las otras tres intervenciones los pacientes murieron en mesa. En la historia de Bolivia, en Cochabamba se ha operado a tres  o cuatro pacientes con la técnica de Seening y sobrevivieron”, explicó Roberto Pacheco.

El cirujano destacó que para el éxito de la operación se tuvo acceso a los materiales necesarios en el momento preciso y se tuvo al personal idóneo en el momento exacto. En criterio de su colega Raúl Saavedra, es el resultado de un programa de cirugías cardiacas en el que el equipo médico de la CNS ha estado trabajando desde hace un año y medio.

Es clave el diagnóstico precoz
Los niños con transposición de grandes arterias (afección que varía mucho de un paciente a otro) tiene una alta mortalidad en Santa Cruz y en el país por la falta de insumos médicos y de un protocolo uniforme en los hospitales, donde se debe hacer una ecocardiopatía en el vientre a toda mujer embarazada o el test del corazoncito después del nacimiento, con un pulsioxímetro que se coloca en el bracito o en un piecito y detecta la cardiopatía, a fin de corregirla a tiempo.

“Estos niños deben ser operados antes de los 15 días de nacido, porque ahí se asegura una mejor evolución posoperatoria. Cuando se diagnostican tarde, después de los 30 a 35 días, ya no hay opción de una cirugía quirúrgica; hay opción de cirugías paliativas, pero no tienen la misma sobrevida”, señaló Pacheco.
Antonella tenía 32 días cuando entró a quirófano, o sea, en el límite de la diagnosis que hacen los médicos. Por eso Natalia mima con ternura las veces que puede a su pequeña postrada en una enorme cama en la sala de recuperación de la CNS, donde está conectada a diversas cánulas unidas a una máquina, cuya pantalla muestra en números grandes sus pulsaciones cardiacas y emite un sonido intermitente que avisa sobre su estado.
La niña respira por su cuenta y el viernes mostró una mejoría notable y un apetito mayor al de los días anteriores, lo cual hace feliz a sus padres.

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