Las colmenas se componen de un aproximado de 70.000 abejas cada una. Se demora un año en la conformación de una nueva colmena y algo más para que la misma sea productiva. Temen que se trate de un envenenamiento

21 de junio de 2021, 10:05 AM
21 de junio de 2021, 10:05 AM

"No hay ninguna posibilidad de cosechar propóleo", explica Nilo Padilla, un apicultor con más de 25 años de trabajo y que ha perdido 100 colmenas. Al igual que él, otras familias de apicultores se han visto afectadas por la mortalidad de abejas que dejó perdidas económicas y trabó procesos de investigación difíciles de cuantificar.

El gerente general de la Asociación Departamental de Apicultores de Santa Cruz (Adapicruz), Oswaldo Soruco, considera que unas 100 colmenas representan alrededor de $us 50.000 de pérdidas. A eso, agrega, "se debe considerar que las colmenas son una herramienta de trabajo para estas familias y representan años de trabajo", factores muy difíciles de cuantificar.

La mortandad de las abejas se ha registrado a orillas del Río Grande, en la zona comprendida entre El Puente y San Julián. Más de 300 colmenas han evidenciado la mortandad de la gran parte de sus abejas. Al menos 5 productores se han visto afectados y temen que la situación se deba a un envenenamiento.

Padilla señala que las colmenas se instalan en zonas cercanas al río y apartadas de cultivos y poblaciones. En su caso, se mantiene a casi cinco kilómetros de las áreas de cultivo.

Las colmenas se componen de un aproximado de 70.000 abejas cada una. Se demora un año en la conformación de una nueva colmena y algo más para que la misma sea productiva. Al perder todas sus colmenas, Padilla reconoce que "no hay ninguna posibilidad de cosechar propóleo este año" y reestablecer una nueva colmena le costará bastante tiempo. "Tampoco se puede adquirir una colmena en esta época puesto que todas están en periodo de producción", lamenta.

Por el momento, se investigan las causas de la muerte de las abejas. En Santa Cruz, ni el Centro de Investigación Agrícola Tropical (CIAT) que depende de la Gobernación, ni la universidad pública cuentan con laboratorios especializados para tales indagaciones. Están a la espera de conocer si el Instituto Nacional de Laboratorios de Salud (Inlasa), en La Paz, los puede ayudar.

Tanto Soruco como Padilla sospechan que pudiera deberse a la contaminación por algún insecticida. De todos modos, deben constatarlo para poder emprender las acciones legales correspondientes.

La situación de los productores afectados es compleja. El sector apícola no cuenta con un sistema de seguros ante estas catástrofes ni recibe ayudas para encarar la producción por parte de las autoridades, según los testimonios.

En el caso particular de Nilo Padilla, se encontraba realizando unos estudios  para mejorar el sistema de producción de propóleo con nuevas técnicas. Pretendía compartir su experiencia para bien de otros productores, pero con la mortandad de sus abejas no logrará conocer el resultado de las técnicas experimentales que aplicaba.