En el cementerio Los Cusis hay personas que dejan de lado el temor y proceden a cavar tumbas para la última morada de los que fallecen por el Covid-19

16 de mayo de 2021, 7:19 AM
16 de mayo de 2021, 7:19 AM

Lidiar con la muerte se ha convertido en una rutina para los albañiles Cristian Durán Payare y Paúl Zabala Pedraza, que en el cementerio Los Cusis, ubicado en el distrito 6, encontraron una oportunidad de trabajo durante la pandemia.

Cristian, que pasó de construir casas a cavar tumbas y levantar nichos, comenta que el oficio de sepulturero lo acogió por necesidad, toda vez que con esto encontró la forma de sustentar a su familia en medio del azote del coronavirus, porque los contratos de obras comenzaron a escasear.

Este nuevo trabajo lo expone al contacto directo con las víctimas del Covid-19, pero no es algo que le asusta, aunque ha tenido que asumir ciertas rutinas de cuidado para evitar cualquier contagio.

A sus 48 años nunca pensó vivir uno de los momentos más difícil en todo el mundo, porque a diario tiene que ver a familias despedir a sus seres queridos. Asegura que por la pandemia hay restricciones que exigen que sean grupos reducidos los que ingresan al camposanto para sepultar a sus muertos.

Desde sus 20 años empezó en la albañilería, por lo que se le hace fácil colocar los ladrillos y levantar los nichos, pero también asegura que tienen que cavar las fosas para dejar los cuerpos.

“En medio de la pandemia, cuando no se podía circular y no había dónde ir a trabajar, decidí buscar empleo en el cementerio. Cuando no hay trabajo en otro lado uno se arriesga, pero me encomiendo a Dios todo el tiempo”, comentó.

Asegura que ellos saben cuándo se trata de un muerto por Covid-19, por eso aplican el protocolo que se debe seguir.

En el cementerio les proporcionan algunos implementos para la desinfección, pero ellos también se compran los trajes de protección para mayor seguridad.

“Nos desinfectamos muy bien cuando hacemos este trabajo, para no llevar el virus a nuestros hogares”. Cristian perdió las cuentas de los difuntos que ha tenido que sepultar, pero asegura que es difícil acostumbrarse a ver a las familias despedir a sus seres queridos en medio de tanto dolor.

Su esposa que a veces lo acompaña al trabajo, asegura que no tiene miedo, “porque conozco la Palabra de Dios y solo confío en el Señor, porque él sabe en qué momento nos va a recoger de este mundo”, dijo.

De todas formas, asegura que en su familia siempre toman en cuenta los cuidados de bioseguridad como el uso de barbijo.

Hay momentos duros

Paúl Zabala Pedraza tiene 29 años y debe armarse de fuerzas todos los días para sepultar a difuntos en el cementerio. Asegura que uno de sus momentos más duros ha sido cuando le tocó dar el último adiós a una persona conocida del barrio, porque era con la que se encontraba a diario en su zona y de pronto estaba en el cajón que debían sepultar.

Paúl cuenta que a los fallecidos por Covid-19, de acuerdo con el protocolo, se los debe enterrar bajo tierra. Para ello cavan más de dos metros y eso le demanda entre dos y tres horas, todo depende del terreno.

Algunos días son más movidos. Les piden que hagan el trabajo a último momento, y es ahí cuando deben priorizar para cumplir. “A veces llegan de golpe, y estamos ocupados y tenemos que dar tiempo para cavar, porque a veces enterramos a seis y algunos son fallecidos de Covid”, comentó.

Paúl es albañil, pero también trabajaba de chofer y fue retirado de su trabajo durante la pandemia, por eso es que decidió buscar trabajo en este camposanto.

Comenta al inicio de la pandemia las tumbas las cavaban con maquinaria municipal. “Ahora a mano tenemos que cavar, pero es nuestro trabajo”.

Asegura que no tiene miedo al virus, porque se encomienda a Dios para que le vaya bien cuando ingresa a trabajar. “Le pido al Señor que me proteja, que no lleve enfermedad a mi familia”.

Cuidados

Una vez terminan de sepultar a un difunto, con sus otros tres colegas, se turnan para desinfectarse. “Nos fumigamos, también tomamos mates calientes de eucalipto”, comentan Cristian.

Paúl asegura que pese a que se desinfectan muy bien antes de retirarse del cementerio él se baña al llegar a su casa.

También comenta que son cuatro los que trabajan en este cementerio, pero “gracias a Dios ninguno hemos enfermado de Covid, por eso nos protegemos, usamos barbijo. Cuando nos toca enterrar a un difunto Covid nos desinfectamos bien, tenemos una mochila para eso”.

Otra de las medidas que asumen es hacer gárgaras para proteger su garganta, incluso algunos sienten que tomar algunos tragos de una bebida fuerte les ayuda para la protección. Para ellos nada es suficiente, por eso hacen todo para blindarse del contagio.

Paúl señala que le recomendaron comprase una bebida fuerte y se toma un trago en la mañana y uno en la tarde. Eso mismo hacen sus compañeros.

Tags