Siete de diez cruceños usan micros y el pasaje golpea al presupuesto familiar
Cubrir el costo del pasaje en microbús representa un 20% del presupuesto mensual en muchos hogares. Cada cruceño gasta, en promedio, Bs 8 diarios en trasporte público. Piden cambiar el sistema para acortar viajes y gastos
Julia Durán, vecina de Las Piedades, se levanta todos los días a las cinco de la mañana, camina tres cuadras juntos a sus dos hijos para tomar el micro y dejarlos en la escuela. Luego se dirige a su trabajo tomando otros dos buses.
Mientras los transportistas debaten sobre la necesidad de subir las tarifas para compensar el aumento de sus gastos operativos, Julia piensa cómo hará para juntar más de los Bs 20 diarios que ahora gasta en pasaje si las autoridades ceden y aprueban un ajuste.
Ella sostiene sola a su familia y cada mes destina como Bs 400 para el transporte, de un sueldo de Bs 1.800. “Es mucho para viajar incómodos”, dice.
Incluso sin un incremento en las tarifas, muchas familias hacen “malabares” para cubrir el costo del pasaje en microbús, que representa un 20% del presupuesto mensual en muchos hogares. Aunque no es el más óptimo, el transporte público sigue siendo la única opción masiva para siete de cada diez cruceños, quienes dependen de los micros para desplazarse, según estimaciones basadas en el estudio que realizó el JICA en 2017 como parte del plan para mejorar el sistema de transporte.
La situación no ha cambiado y también las condiciones del servicio de transporte, que continúa siendo precario y caro para los usuarios debido al costo del pasaje y las pérdidas de tiempo en los recorridos largos.
Según este estudio, una persona gasta en promedio Bs 8 diarios solo en pasaje, ya que utiliza al menos dos micros por trayecto: dos para ir al lugar de trabajo o destino y dos más para regresar a casa.
Para una familia con tres hijos, esto significa un gasto mensual de Bs 784, lo que es igual al 33,1% de un salario mínimo nacional. Si el pasaje sube de Bs 2 a Bs 2,50, este gasto aumentará a Bs 896, equivalente al 37,9% del ingreso mínimo.
Según cálculos presentados por el economista y concejal José Alberti, el pasaje puede llegar a representar hasta un 20% del presupuesto mensual para las familias.
Alberti sostiene que el estudio del JICA mostró que siete de cada diez cruceños utiliza el transporte público. Además, un 70% de los que usa micro son mujeres frente a un 55% de hombres.
Manifiesta que el incremento de la tarifa afectaría fuertemente al presupuesto de las familias, porque todo hogar tiene calculado sus ingresos y sus gastos, quincenal, semanal o mensual. “Tiene una incidencia alta y directa, porque los transportistas plantean una ley transitoria que apruebe de Bs 2 a Bs 2,50, que representa un 25 por ciento de incremento. En la tarifa nocturna el alza alcanza un 50 por ciento, porque quieren que suba de Bs 2 a Bs 3”, puntualiza Alberti, quien explica que, de acuerdo con el Índice de Precio al Consumidor, la gente pone en primer lugar el alimento, después la vestimenta y en tercer lugar el transporte para poder hacer sus actividades.
Manifiesta que si se diera cualquier aumento en la tarifa repercutiría en la economía de los hogares, porque las familias tendrían que ajustar sus gastos. Por lo general dejarán de comprar ciertos alimentos y vestimenta. “Eso afectaría su calidad de vida, por eso no queremos aprobar un ajuste sin un sustento técnico y al margen de la ley, porque no se puede hablar de tarifa sin hacer mejoras en el servicio”, subraya.
Necesidad de un cambio
La crisis del transporte en Santa Cruz de la Sierra debería aprovecharse como una oportunidad para transformar el deficiente servicio, afirma el arquitecto Ernesto Urzagasti, quien aboga por un cambio integral del sistema.
Urzagasti manifiesta que la coyuntura permite poner sobre la mesa la necesidad de un nuevo sistema de transporte, porque cuando se subió el pasaje a Bs 2 se estableció que los transportistas cambien sus unidades al sistema de gas natural, renueven sus micros y hagan mejoras, entre otras cosas; sin embargo, nada de eso se hizo.
“Manejan un negocio millonario, donde las líneas cuestan más de $us 100.000 y tienen flotas completas de autobuses, esto debe cambiar. Es un momento histórico en el que hay que agarrarlo por la parte económica, pero tiene que empezar por la voluntad política”, resaltó.
Cuestionó de que tampoco se está cumpliendo la Ley de Movilidad Urbana, porque apenas nueve de 126 líneas tienen una autorización. “Estamos en una indefensión total, hay que cambiar el sistema de transporte y eso debe ser una causa común de la ciudadanía, de las instituciones y de las entidades, porque es la única manera de liberarnos de un gremio que nos está chantajeando”, apunta el arquitecto.
Señala que las dos rutas de mayor flujo vehicular son la doble vía a La Guardia y la del Cristo Redentor, que sirven de acceso para los proveedores y personas que acuden a trabajar a la capital cruceña, por lo que se hace necesario considerar corredores de transporte. El estudio del JICA estableció algunos de estos corredores, donde se tendrían que implementar buses de mayor tamaño y otros funcionen como unidades colectoras.
El arquitecto Urzagasti indica que no se trata de aumentar la tarifa, sino que se debe implementar un sistema articulado, que permita hacer trasbordos, sin que el usuario tenga que pagar un segundo o tercer pasaje para llegar a su destino. Precisó que en otros países se usan tarjetas para moverse en las diferentes rutas.
El concejal Alberti coincide en la necesidad de un cambio y sugiere trabajar en un estudio, sobre la base de los que ya se tiene. Recuerda que en La Paz para implementar los buses Puma Katari realizaron un estudio que demandó seis meses, porque se definieron rutas, características de motorizados y cobertura.
Un sistema sin ordenamiento
El sistema de transporte que conocemos lleva más de 50 años en funcionamiento, con rutas definidas por los propios transportistas.
En general, estas rutas siguen una configuración basada en anillos y radiales. Aunque la autorización para nuevas rutas está suspendida, muchas líneas han extendido su recorrido para abarcar destinos de alta demanda, lo que ha provocado una superposición de rutas. Esta competencia entre operadores genera caos vehicular, congestión y un aumento en los accidentes de tránsito.
Los recorridos largos son otra de las características del sistema actual. Un micro puede hacer hasta cinco vueltas al día, recorriendo entre 150 y 180 kilómetros, ya que las rutas suelen tener una extensión de entre 30 y 32 kilómetros. Los ingresos diarios de estas rutas varían entre Bs 400 y Bs 1.000 en líneas con mayor demanda, como las que circulan por los anillos.
El costo para poner en operación un micro en una línea puede oscilar entre 15.000 y 100.000 dólares, dependiendo de la ruta a la que se acceda, según datos expuestos ante los concejales.