Conozca las historias de personas que viven una Navidad llena de contrastes, pero tienen en común que la festividad les permitió estar unida y tener la esperanza de mejores días.

25 de diciembre de 2021, 16:53 PM
25 de diciembre de 2021, 16:53 PM


Una festividad llena de contrastes. Unas familias viven una Navidad solidaria y otras trabajaron toda la noche para obtener un poco más de ganancias que les permitan compartir una cena con sus seres más queridos. EL DEBER se interiorizó con ellos y muestra aquí sus historias.

En el primer grupo está la familia de Fernanda Julio, que horas antes de la Nochebuena estaba en ajetreos, aún ordenando regalos y preparando comida. Todo esto no era para ellos, sino para entregar a los más pequeños en las calles, este 25 de diciembre.

En cambio, en casa de María Vargas no hubo arbolito de Navidad, ni pesebre. Los ingresos son reducidos y la prioridad es solventar las necesidades básicas de siete pequeños, entre ellos unos mellizos de solo un año. Es por ellos que María la mamá tuvo que darse modos para buscar dinero la Nochebuena.

Pese a los contrastes, estas familias tienen en común que la festividad les permitió estar unida y tener la esperanza de mejores días.

Buscan generar un efecto multiplicador

Junto a su familia, Fernanda alistó con días de anticipación el festejo en las calles que está programado para esta jornada. La actividad solidaria nació como iniciativa de su madre, Tatiana Villarroel, que empezó entregando dos docenas de regalos a los niños que viven en un barrio próximo a su vivienda.

Cada año fueron aumentando los obsequios y también los que apoyan la iniciativa. Inicialmente, solo eran Tatiana y su hija, pero ahora se sumó toda la familia, incluso la pareja de Fernanda. Participan de la actividad que es un momento especial para todos. “La primera vez que entregamos juguetes fue una sensación única, el ver la alegría de los niños”, expresó Fernanda.

Fernanda suele compartir en redes sociales esta actividad. Esto generó que uno de sus familiares se anime a replicar la actividad y ahora ambas familias la realizan, aunque en distintos sitios. “Veo que hay personas que critican que alguien comparta alguna actividad en la que ayudó. Una persona comparte esto para motivar a la gente a hacer lo mismo, para que la ayuda se multiplique”, destacó.

Como esta familia, otra que está integrada por José Luis Vargas y Laura Roca también convirtió en una tradición llevar juguetes en Navidad a los más pequeños del municipio de San Miguel. Este es el tercer año consecutivo que impulsan la actividad.

Vargas cuenta que hace tres años su esposa le propuso hacer este acto solidario, en agradecimiento a Dios por recuperar la salud de su bebé. “Para nosotros fue duro enfrentar el problema de salud de mi hija. Tuvieron que internarla y entró al quirófano, pero gracias a Dios mi bebé se recuperó. Por ese motivo, en agradecimiento al Señor que nunca nos desamparó, comenzamos a hacer esta actividad en Navidad”, explicó.

Agregó que espera que la población al ver actividades solidarias igual se anime a ayudar a los que más lo necesitan. “Es tan increíble como con un acto tan sencillo uno puede hacer muy feliz a un niño, sacarle una sonrisa año”, expresó.

Esta vez participaron unas 150 personas entre padres y niños. Esta pequeña familia finalmente esperó la Nochebuena con una cena en la que pidieron conservar la salud y que los días que vengan sean mejores.

Foto: Laura Roca junto a su bebé entregando regalos

Las necesidades

Lejos de una cena ostentosa y regalos, en estas fechas María Vargas y su familia compartieron alimentos para celebran estar unidos. María (foto principal) no perdió la oportunidad de generar ingresos económicos en la Nochebuena, pues mientras esperaban la medianoche ofreció fuegos artificiales a sus vecinos.

Hay que buscarle a la vida, ver cómo ganar dinero y más en estas fechas”, explica la líder de esta familia.

Normalmente, ella a diario hace gelatina de pata para generar ingresos para su hogar. Su esposo es albañil, pero no siempre tiene trabajo. Viven en una habilitación en el barrio Ambrosio Villarroel. Para ayudar a que los niños de esta familia puedan contar con una Navidad distinta el número de María es 608-98420.

Como María hay familias que no tienen las posibilidades de entregar regalos a sus niños, pero celebran poder estar juntos en estas fechas. Una sencilla cena navideña, sin juguetes, estrenos ni lujos, pero, con todos sus familiares es lo que celebra un pequeño grupo de personas que venden dulces en los semáforos.

Ellos aseguran que este último tiempo ha sido muy difícil, viéndose disminuidos sus ingresos por la crisis y la pandemia porque menos gente compra sus productos.

Óscar Ríos Gareca (52) y Elizabeth Patricia Barranco Montaño (46), son una pareja de esposos que hace más de seis años consiguen su sustento diario vendiendo confites y semillas como habas, maní, también golosinas o bolos, en los semáforos del segundo anillo de la avenida Santos Dumont.

Ambos, con la venta de sus productos embolsados, se ganan cada centavo corriendo de un lado a otros, a la espera de que los pasajeros y conductores les compren algo mientras esperan el cambio de señal de los semáforos.

 “Con mi esposa vivimos juntos hace 20 años. Antes trabajaba en el campo, pero ya hace más de seis años que vendemos aquí en los semáforos. Hay días que se vende bien y otros no tanto. Cuando llueve es difícil salir, pero tenemos que seguir trabajando”, indicó Ríos, quien junto a su pareja pasó la Nochebuena con su familia, pero en Navidad prevé seguir vendiendo en las rotondas.

Elizabeth cuenta que el deseo de este año era poder juntar dinero para comprarle ropa a uno de sus seis hijos, el que tiene 11 años, que quería unas zapatillas para jugar al fútbol, pero no lograron reunirlo.

“Lo que uno hace trabajando apenas alcanza para pagar las deudas, para nuestro desayuno y almuerzo y para que nuestros hijos tengan cena”, dijo Elizabeth, quién conmovida, recuerda que hay años que ni siquiera les alcanzó para hacer una comida sencilla y la Nochebuena se convierte en una noche como cualquier otra.

Foto: (Jorge Ibáñez) Óscar y Elizabeth buscan la forma de generar ingresos en esta época.

Las hermanas Asillo aprovechan días previos a Navidad para generar ingresos vendiendo frutas en los semáforos en la capital cruceña, pero pasaron la fiesta en Buena Vista, donde compartieron una cena con su familia.

Una de ellas está estudiando para ser licenciada en Enfermería, pero durante dos meses decidió acompañar a su hermana para vender sus productos en la capital cruceña. Ambas tienen hijos quienes también las acompañaron.

Elizabeth Asillo, está cursando su último año de estudio para ser enfermera. Tiene dos hijos, uno de casi dos años y el otro de apenas cinco meses de nacido.  Su hermana Railda sostuvo que su familia no esperó regalos, pero festejaron todos festejaron estar juntos.  “Mis papás son mayores, tienen 70 y 65 años, y Navidad la pasamos con ellos. Lo más importante es estar juntos y tener mucha salud, que sea una Navidad bendecida”, dijo con emoción.