En la zona donde se halló un cadáver arrastrado por las aguas vive gente de escasos recursos en casas precarias. Conocen los ‘códigos’ de las personas en situación de calle; saben que los que están cerca no les robarán, pero sí los que llegan de otro sitio

10 de enero de 2018, 9:00 AM
10 de enero de 2018, 9:00 AM

El hallazgo de un cadáver no identificado, presumiblemente arrastrado por las aguas por un riachuelo aledaño al Piraí, centró la atención en un asentamiento en pleno cordón ecológico, donde existen unas 30 construcciones precarias en las que habitan 50 familias. El asentamiento, que los vivientes llaman ‘barrio Puerto Busch’, se asemeja a una aldea o comunidad cerrada, donde las casas están diseminadas sin un orden establecido. 

Por el lugar, además, pululan entre ocho y 10 drogodependientes que por la noche llegan a ser hasta 30, quienes entre sus ‘códigos’ o reglas de grupo tienen prohibido robar en la zona cercana donde se asientan. En este caso, los adictos están cerca del cuarto anillo entre las avenidas Busch y Centenario, donde existe un canal  en el que han construido gradas de cemento para poder subir y bajar.

Amelia Ruiz (37) señala que el líder de los adictos le pidió que si alguno de los drogadictos le roba a gente de su barrio que le avisaran “para golpearlo o incluso matarlo”. Por ello, dice Reina Mosua (22), sufren robos de los que llegan desde otras zonas como la ‘Favela’, donde habitan drogodependientes en una zona aledaña al asentamiento y los que han llegado tras ser corridos de debajo de los puentes de la avenida Piraí. 

“Hace dos meses, cortaron el hule que protege mi casa y se robaron mi garrafa; no se puede dejar la ropa tendida porque se la alzan”, contó. 
Asimismo, Yasira Guzmán (27) comenta que lo más peligroso que han vivido es el intento de violación de una niña de dos años de su barrio, pero los vecinos lograron rescatarla de manos de dos drogodependientes a quienes les quemaron sus colchones. También señala que son frecuentes las peleas entre bandos de los drogodependientes “a machetazos”. 

Sin embargo, no se meten con los vecinos si estos no se meten con ellos, según Erwin Balcázar (41), para quien los robos que se cometen son menores. 

Así viven las personas asentadas en esta especie de aldea, que es un asentamiento ilegal pero que  cuenta con luz y agua potable. La mayoría de los varones trabajan como albañiles o dragueros y las mujeres son amas de casa o buscan trabajo lavando ropa o haciendo trabajos domésticos en casas dentro del cuarto anillo. 

Para ello, deben pasar por las gradas construidas en el canal  donde al caer la noche se asientan los adictos, quienes los reconocen, algunos hasta los saludan y no les hacen nada en cumplimiento de sus ‘códigos’. Sin embargo, los vecinos sienten que el riesgo siempre está. 

Testimonios

Debajo de un puente
Reina Mosua comenta que los adictos viven debajo de un puente vehicular y cuando llueve, se ven obligados a salir. 

Asentamiento 
Comenzó después de la riada y ha ido creciendo. Muchos llegan de otros departamentos por tener familiares allí y se quedan a vivir o hasta que encuentran dónde vivir en la ciudad. 

Dos bandos
“Hay dos bandos de drogodependientes, uno está en el canal y el otro más abajo; a veces se atacan con machetes”, dice Guzmán.

Zona aledaña a la ‘favela’ 
El asentamiento denominado barrio Puerto Busch es aledaño a la denominada ‘Favela’, un lugar boscoso donde hay entre 15 y 20 chozas improvisadas con cualquier tipo de material en las que viven unos 40 hombres y 15 mujeres adictos.