El personal médico y el sector de limpieza revelan situaciones que atentan contra su salud. Son considerados los más vulnerables. Autoridades dicen que se cumplen los protocolos de seguridad

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4 de agosto de 2019, 4:00 AM
4 de agosto de 2019, 4:00 AM

Las enfermedades ingresan al cuerpo por la boca, por la nariz, por las manos, por algún microscópico orificio en la piel. Las enfermedades pueden estar en el aire, en el piso, en algún instrumento médico, en las paredes, en las bocas de los botes de basura, en los baños y en todo lugar donde los fluidos orgánicos o biológicos se posen o se proliferen. Las víctimas pueden ser los médicos y las enfermeras, los pacientes y quienes los visitan. Los enemigos silenciosos apuntan también a los más vulnerables: a las mujeres y a los hombres que tienen la tarea de limpiar cada día las instalaciones hospitalarias del país y de recoger y desechar orina, sangre, vómitos, pañales desechables y botar la basura hospitalaria.

En el sistema sanitario nacional existe el término de “bioseguridad”, que define las garantías y pone en claro las reglas que deben cumplirse para que los hospitales -donde se debe cuidar y curar la salud-, no sea -por el contrario-, el escenario de contagio de enfermedades.

La bioseguridad y sus protocolos que deben cumplirse han sido puestos en tela de juicio en Bolivia. Quienes lo han hecho provienen del estómago mismo del sistema de salud, de quienes día a día tienen esa tarea de mantener limpios los hospitales y que al atender a pacientes corren peligro sus vidas, si no cuentan con las protecciones necesarias de los virus y enfermedades letales.

La alerta de que pudieran existir grietas en el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad saltó en abril cuando un agricultor de 68 años que trabajaba en la cosecha de arroz llegó al hospital de Caranavi con fiebre, dolor abdominal y sangrado. El paciente murió en mayo. A esta persona, las autoridades en salud la identificaron como el ‘paciente cero’ de Arenavirus. El paciente había sido atendido por la doctora internista Ximena Cuéllar, quien tuvo contacto directo con él y, que días después de la atención en el hospital de Caranavi, presentó síntomas similares por lo que fue evacuada a la ciudad de La Paz. Murió el 4 de junio.

El médico Marcos Ortiz fue quien acompañó a Ximena en el trayecto desde Caranavi hasta la sede de Gobierno. En La Paz, el médico gastroenterólogo Gustavo Vidales, según los informes, fue el profesional que realizó una endoscopía a la médica Ximena Cuéllar. Ortiz como Vidales, tuvieron contacto directo con el fluido sanguíneo de la enferma, resultando, ellos también resultaron infectados. El doctor Vidales falleció el 10 de julio y Ortiz se encuentra en terapia intensiva luchando por su vida.

El miedo no solo se desató en el personal médico. La preocupación por enfermarse dentro de un hospital también llegó a la vida de quienes se encargan de limpiarlos y de lidiar cada día con la basura que se origina en su interior, y que si no es correctamente tratada, puede convertirse en una bomba de tiempo. Es justo eso, estar trabajando con una bomba de tiempo, lo que ha hecho que una empleada de una empresa de limpieza de La Paz que se encarga del aseo de un hospital, haya hecho llegar a EL DEBER sus quejas.

“Pero no ponga mi nombre porque si saben quién soy me van a despedir. Lastimosamente no hay trabajo y estoy obligada a aguantar la forma de trabajar bajo riesgo de mi salud. Pero quiero que se sepa para buscar un cambio”, dijo esta persona que accede a que se le registre la entrevista, bajo el compromiso de no dar su nombre.

“He visto de cerca que no se cumplen los protocolos de seguridad en el área de limpieza de los hospitales. Yo ya vengo trabajando en dos. Nosotros, los que nos encargamos del aseo, somos los últimos a los que protegen, cuando deberíamos ser los primeros. No hay capacitación real, existen empresas de limpieza que dan mal trato a empleados, no cumplen con las especificaciones que les dan los hospitales”, aseguró y detalló esa denuncia: “Nos dan un solo barbijo que es de una tela barata que no protege nada. Un solo uniforme para toda la semana, dos pares de guantes para todo el mes y cuando se rompen nos quedamos sin protección, no nos proveen de botas y nosotros nos compramos alpargatas bancas”.

Ella sigue su relato: “No tenemos que quejarnos ante nadie que no estamos capacitados, que trabajamos con un material que no corresponde con lo que pide el hospital, tenemos que camuflar a la empresa. En el anterior hospital donde limpiaba, mezclaban la lavandina con agua para alargarla, para que rinda más, para gastar menos. El hospital se dio cuenta que hacía trampa el dueño y le exigió que no lo haga”.

Ella empezó a trabajar en mayo del año pasado y consiguió el trabajo acudiendo a un anuncio que se publicó en Facebook.

El primer día de trabajo le vino la decepción. En el hospital pensaba encontraría una oficina, pero se topó con un depósito chiquito donde una señora le dio un uniforme sucio, despintado.

“Le dije que no sabía nada de limpiar hospitales. Me dijo que me iba a enseñar. Lo dijo de mala forma. Me chocó el ir a las salas con un paciente de riesgo, recoger la basura. Yo decía: No puedo. Pero el necesitar el trabajo me daba impulso. Pensé estar una semana, pero la necesidad hizo que me quede.

Las bolsas de basura son un problema. Dice que a fin de mes casi no hay, que de los 30 días no le dan 10 días. Entonces a los basureros los deja desnudos, sin bolsas.

- ¿Se han enfermado?

- Una vez me entró lavandina a mis ojos. Cuando tiro la orina o la sangre al inodoro, largo el agua y me salpica porque es fuerte la presión. He tenido tres veces conjuntivitis. Tendríamos que usar lentes. Los compañeros que conocí, los últimos que se fueron, se han ido enfermos o se han enfermado en sus casas. Uno nunca sabe si es porque se contagiaron en el hospital.

- ¿Cómo se curan?

- Cada uno tiene que ver por su lado. Una vez estuve resfriada y mi jefe creía que había bebido. Me decía que si voy enferma le iban a llamar la atención. Tenía que esconder mi resfrío.

El presidente del Colegio Médico de Bolivia, Erwin Viruez, enterado de esta denuncia, dice que se trata de una realidad.

“Puede ser que le den un trajecito, un uniforme, pero una bolsita de detergente la tienen que hacer estirar. Aunque lo dejan limpiecito, la limpieza es una situación macroscópica y microscópica. La ausencia de basura no quiere decir que esté limpio.

“¿Cuántos trabajadores han adquirido alguna enfermedad, como la tuberculosis pulmonar o la hepatitis? Con todos estos agentes químicos, físicos y biológicos, ¿cuantos están padeciendo cáncer?”.

Lo ocurrido en Caranavi y el Arenavirus, para Viruez, desnuda la realidad de un sistema de salud que no implementa lo que está establecido.

El director del Colegio Médico de Bolivia, afirmó que no solo el personal de limpieza corre peligro, sino también los doctores, las enfermeras y quienes se ocupan de la instrumentación quirúrgica.

“Estamos expuestos a contraer enfermedades por el manejo de fluidos orgánicos o biológicos de pacientes que están potencialmente contaminados con diversas enfermedades. Todas las medidas se deben extremar, desde proveerles guantes, delantales, mascarillas, anteojos. En los hospitales no tenemos estas condiciones. Los cirujanos estamos entrando a operar sin condiciones. Aquí tenemos que buscárnoslas nosotros. El cirujano, la enfermera, la instrumentadora son los más expuestos”, detalló.

Viruez cuenta que, como cirujano, se ha tenido que comprar unos lentes especiales para protegerse los ojos porque el sistema de salud no le da. Asegura que hizo la denuncia en una serie de escenarios y que le han aconsejado que se lave las manos antes y después de atender a un paciente. Pero él les ha respondido que lavarse las manos es solo una medida de las tantas que existen y que el contar con indumentaria adecuada es también importante.

- ¿Se ha enfermado usted?

- Gracias a Dios, no. Sí he tenido amigos que han tenido accidentes laborales con portadores de enfermedades.

Viruez dice que el personal de salud también es responsable porque tendría que cumplir con la norma. Decir: No atiendo si no me dan guantes. No entraré a cirugía si no me dan todas las condiciones.

El representante de los médicos de Bolivia se hace varias preguntas: ¿Cuántos médicos se han enfermado de cáncer a causa de que realizaron estudios de radiación sin delantales especiales?

Entre médicos, enfermeras y otras ramas de trabajo, Viruez dice que son entre 25.000 y 30.000 profesionales del sistema nacional de salud los que ponen en riesgo sus vidas por fallas en los protocolos de bioseguridad.

En Santa Cruz, en el último tiempo se han dado denuncias por supuesto incumplimiento en las normas de bioseguridad. Ruth Aguilera, contra quien en julio los trabajadores del Centro de Salud Municipal San Luis protestaron y pidieron que sea cambiada por denuncian de maltratos, negó esas acusaciones y dijo a EL DEBER Radio que se rompieron todas las normas de bioseguridad en la red centro de salud, puesto que los equipos de nebulización durante tres meses (de abril hasta junio) se estuvieron lavando con agua, situación que se estaba dando porque a alguien se le olvidó entregar el nuevo agente químico que se había comprado para reemplazar a la lavandina.

En el Hospital de la Mujer Percy Boland, Marlene Salvatierra es una persona a la que la dirección le ha llamado la atención y le ha iniciado un sumario ante la Gobernación. Ella es secretaria ejecutiva del sindicato de trabajadores y desde hace algunas semanas viene protestado por la falta de bioseguridad.

Denunció que por problemas económicos en la maternidad cruceña redujeron los insumos de limpieza y otros materiales.

La exigencia del personal de salud del país es que siempre existan las garantías de bioseguridad

“Yo, como dirigente, tengo que cuidar que tengan bioseguridad. No puede ser que reduzcan la lavandina, al menos en el laboratorio porque ahí se realizan pruebas patológicas”, enfatizó.

Tras haber realizado la denuncia, Salvatierra dijo que la dirección “puso todo bonito, pintaron lo viejito y dijeron que era mi mentira, maquillaron todo, volvieron a dar lavandina y que a la señora que se encargaba de lavar los materiales médicos y que se había fabricado unas gafas con el plástico de una botella de Coca Cola, le dieron lentes para que se proteja los ojos”.

Salvatierra también dijo que el servicio de limpieza lo realiza una empresa privada, pero que no limpia como debe ser. “Ya nos hemos quejado, pero es como reclamarle a la escoba”.

La representante sindical de los trabajadores de la maternidad denunció que trabajar en malas condiciones de bioseguridad hizo que se contagiara de una bacteria a la que viene combatiendo desde hace tres años, y que hay otros colegas suyos que padecen enfermedades en silencio, gastando sus recursos para curarse.

El director de la Percy Boland, Federico Urquizu, dijo que lo ocurrido con la funcionaria que sentó la denuncia, se hizo conocer a las instancias correspondientes, y que las autoridades están realizando un proceso, puesto que, según él, ha presentado una información irregular, falsa, sobre un laboratorio tan serio como es el Percy Boland.

El secretario de Salud de la Gobernación, Oscar Urenda, cree que de 1 a 10 en el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad, estamos en un ocho, debido a que “no hemos tenido la experiencia -gracias a Dios-, de una epidemia”.

“Eso sí, nos pondría a prueba. No hemos llegado a esa situación porque hemos sido eficientes con el Sedes”, ha dicho la autoridad, que recordó también que desde el 2013 una de las medidas que tomó la Gobernación ante la situación que vivían los hospitales fue contratar a empresas particulares para los servicios de limpieza, con unas especificaciones técnicas muy estrictas, donde se tiene que utilizar productos específicos y que eso ha disminuido sustancialmente los casos de infecciones hospitalaria.

Urenda dijo que esas empresas de limpieza no son baratas, que la Gobernación gasta Bs 13 millones al año en ellas, que antes el aseo lo hacían los trabajadores que eran sindicalizados, todo un problema porque no cumplían y usaban material que no era el adecuado.

Sobre el trabajo de esas empresas, enfatizó que los hospitales son auditados internamente, que tienen una jefatura de servicios generales y junto al Comité de Vigilancia Epidemiológica se hace el control sanitario, se toman muestras de los servicios para ver si aparecen bacterias que compliquen la vida a los pacientes.

Por otra parte, afirmó que los hospitales tienen un sistema de control epidemiológico interno que es apoyado por el Servicio de Epidemiología, cumpliendo todos los protocolos de bioseguridad.

“No es cierto que, por lo menos en los hospitales de tercer nivel de Santa Cruz, los médicos tengan que comprarse equipamiento especial. Nuestros médicos están cubiertos y los hospitales tienen la responsabilidad de darles. Prueba de ello es que no tenemos reportes de ningún personal de salud contaminado por ningún paciente”, ha dicho Urenda, que ha rematado con la siguiente afirmación: “Probablemente no sea la perfección y que en hospitales de primer mundo tengan mejores condiciones, pero nosotros hemos cubiertos en lo básico y en lo importante todo lo de bioseguridad.

Urenda también dijo que la realidad es que los hospitales siguen siendo pobres, pero que se procura trabajar de la mejor manera posible y que no se han tenido casos de contaminación, de infecciones hospitalarias que “puedan complicarnos”.

“Tenemos ambientes de aislamientos para enfermos que puedan contaminar, a pesar de la saturación que tienen los hospitales. Desde luego, hay mucho por hacer todavía, se podría mejorar mucho más la situación de los hospitales”.

Sobre la aparición del Arenavirus, Urenda considera que se incumplieron los protocolos, que el personal de salud de Caranavi no hizo el reporte suficiente para que actúe el Servicio Departamental de La Paz que tiene protocolos internacionales de cumplimiento para estos casos.