Las figuras políticas discrepan por varios temas en diferentes espacios. Los expertos aseguran que el expresidente no quiere desaparecer del escenario político.

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16 de julio de 2017, 4:00 AM
16 de julio de 2017, 4:00 AM

Uno es activo en la política. El otro la ve pasar y la enriquece. Álvaro García, vicepresidente del Estado, y Carlos Mesa, expresidente de Bolivia, están enfrascados en la polémica cada vez que pueden. No importa quien hable o escriba primero, seguro tendrá respuesta. Hay expertos que ven a un Mesa como potencial candidato en 2019, pero sin saber en qué bando y para qué cargo. Mientras, se ve a un García Linera ya de ida, tratando de dejar la actividad pública de la mejor manera.  

Son al menos cinco incidentes en los que se enfrentaron, no frente a frente, pero sí por la vía escrita o a través de los medios de comunicación. Un primer choque fue en enero de 2014 por las críticas —de ambos— por libros que escribieron. García es autor de la obra Identidad boliviana nación, mestizaje y plurinacionalidad, algo que Mesa reprochó porque el vicepresidente adopta —dice— conceptos equivocados sobre la identidad boliviana en relación a lo indígena. La autoridad, a su vez, cuestionó el texto La Sirena y el Charango. Ensayo sobre el mestizaje, editado en 2013 y que escribió Carlos Mesa. 

Otro caso fue por la defensa que ofreció el expresidente a Samuel Doria Medina, que estaba siendo investigado por un presunto desvío ilegal a cuentas privadas de $us 21 millones destinados al estatal programa de Formación de Capital en Áreas Secundarias (Focas), en 1992. 

Mesa escribió: “Samuel Doria Medina. La libertad en jaque”. Ese texto considera que el proceso contra Doria Medina era ‘político’ y que era “parte de una lógica que el Poder Ejecutivo aplica desde que llegó al Gobierno hace casi 11 años y se llama judicialización de la política”.  

García lo tildó de defensor de corruptos y lo culpó por complicidad al defender a Doria Medina. “Entre el señor Doria Medina, Carlos Mesa y Tuto Quiroga hay  una complicidad estructural porque los tres son personas que participaron, apoyaron, defendieron y justificaron la privatización de empresas públicas”, dijo el vicepresidente.  

Este incidente provocó que García Linera le recuerde a Mesa la orden que dio para quemar documentos sobre los gastos reservados. “¿Qué tipo de principios estaban en mente del señor Carlos Mesa cuando el año 2004 firma un decreto para que los ministros que han ejecutado gastos reservados quemen los papeles de los informes?”, cuestionó la autoridad. 

Mesa le respondió: “El vicepresidente da cifras incorrectas sobre los gastos reservados ejecutados por mi Gobierno”. Luego precisó que empleó $us 3,6 millones en 2004 y una cantidad similar en 2005. García Linera lo acusó de ‘desviar’ $us 21 millones.  

El último choque
Luego, ambos se retaron a un debate, pero que nunca se realizó, a pesar de la promesa pública en dos oportunidades.  

Un último conflicto se generó por la construcción de la Casa Grande del Pueblo y el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa Plurinacional. El expresidente, en un artículo publicado en su blog, calificó de “verdaderos engendros, especialmente por su desmesurado tamaño” a las dos edificaciones.

Añadió que “ambos monstruos de concreto serán la sombra permanente colocada literalmente encima del pequeño palacio gubernamental y la catedral, y en la otra acera aplastando la cúpula de la sede del (Órgano) Legislativo”. 

En respuesta, el vicepresidente señaló que Mesa “se aferra a la estética republicana racista, clasista y excluyente”. Añadió que “la estética republicana a la que se aferra tanto Carlos Mesa fue construida sobre los espacios indígenas, sobre la expulsión y la destrucción de esos espacios y la estética indígena. Y hoy existe un Estado Plurinacional donde el indígena es sujeto, es importantísimo y construye un nuevo espacio público y nueva estética que desplaza y supera a los simbolismos de la era republicana. Eso es normal”. 

Todos estos episodios, según expertos, tienen un trasfondo de interés político, aunque gozan de que haya un debate entre dos personalidades académicas. 

La politóloga Fiona Crean considera que Mesa juega a favor y en contra de Evo Morales con claro interés político. Ella evoca la híper-normalización de la política en el sentido de que el expresidente trabaja para Evo como vocero de la causa marítima, pero además cuestiona su intención de ir a una nueva reelección. Le pide decidir su inclinación. 

“Mesa critica, se aleja, se acerca como su última alabanza a Evo por su discurso frente a las Naciones Unidas. Debe decidirse porque sería un excelente candidato híper-normalizado a la vicepresidencia junto a Evo. La sociedad escogerá: seguir la híper-normalización o cambiar de rumbo. Las indecisiones y críticas de Mesa solamente hacen daño sin aportar soluciones”, escribió la politóloga Crean.

En una similar secuencia, su colega Franco Gamboa cree que Carlos Mesa trata de no perderse en el escenario político, pero sin confirmar su futuro. “Es parte de la libertad de expresión y enriquece el debate”, destaca el analista. 

Carlos Hugo Molina, analista político, no ve afanes políticos de ambas figuras y aplaude que se enfrasquen en debates públicos. “No veo nada malo, al contrario, es positivo”, afirmó. 

Mesa descartó la posibilidad de ser candidato presidencial en 2019, aunque las encuestas lo anotan como el líder opositor con mejor intención de voto. Algo que tienen en común Mesa y García es la causa marítima, temática que incluso logró cruce de halagos entre ambos.