La Policía registró el año pasado 418 casos de trata de personas en el interior de Bolivia. De esa cifra, el 64% de las 200 denuncias surgió en La Paz y la población afectada es la adolescente, de entre 13 y 18 años. Raquel y María relatan los peores días de su vida.

El Deber logo
9 de julio de 2017, 16:00 PM
9 de julio de 2017, 16:00 PM

Le duele recordar y no desmaya en su lucha. Raquel no mira de frente y agarra cualquier objeto que encuentra en la mesa. Luego los suelta y habla entrecortado. Ella tiene 19 años y hace 24 meses vivió una de los peores suplicios que le puede suceder a una mujer: ser explotada sexualmente. Nació en Montero, Santa Cruz, y tiene un hijo —producto de una violación— que logró cargarlo solo los primeros seis meses. La joven está reconstruyendo su vida en la ciudad de La Paz y cuenta las horas para volver a su tierra y criar a su retoño.
              
Raquel evita llorar, pero se le escapan algunas lágrimas. Fue un día de enero de 2015. Ese día les confesó a sus padres que estaba embarazada y, para su sorpresa, fue echada de la casa, ubicada en un barrio lejano y pobre de Santa Cruz. Por temor, nunca reveló que fue violada. Salió de su hogar en el cuarto mes de gestación y solo tenía una amiga a quien acudir. Esa amistad le abrió las puertas de la vivienda y ambas solventaban sus vidas vendiendo caramelos y pañuelos desechables.
 
En julio de ese año nació su bebé y su vida empezó complicarse porque no tenía dinero para comprar leche ni pañales. Su desesperación la llevó a tomar la peor decisión de su vida sin darse cuenta. Acudió a una agencia de empleos porque le llamó la atención un anuncio. “Era para un trabajo de mesera acá (en La Paz) con un sueldo de Bs 5.000. Dije que estaría medio año y retornaría para cuando mi hijo cumpla un año”, relató.
 
Llamó al teléfono de contacto y la citaron por la terminal de buses. Ahí le explicaron del supuesto trabajo y ella decidió viajar a la sede de Gobierno sin saber que viviría un calvario. Dejó a su bebé al cuidado de su amiga y prometió regresar. 
Era finales de 2015 y los tratantes que viajaron con ella la dejaron con un grupo de desconocidos en la ciudad de El Alto. Allí se encontró con que no sería mesera, sino prostituta.
 
Le quitaron sus documentos y la amenazaron con golpearla si se negaba a obedecer o intentaba escapar. Incluso, la intimidaron y le decían que iban a matar a su hijo si se subordinaba. 
Según datos de la Policía, elaborados por el Observatorio de Seguridad Ciudadana, en 2016 se registraron 418 casos de trata de personas. De esa cifra, el 64% de las denuncias se produjeron en La Paz.

Además, hay 29 casos de pornografía, 25 de tráfico de personas, nueve de proxenetismo y cinco de violencia sexual comercial. El departamento de Santa Cruz registró 45 casos de trata y 20 de tráfico de personas.   

La Paz, centro de trata
La jefa de la Unidad de Trata y Tráfico de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) de La Paz, teniente Gaby Coca, ve como un ‘indicador’ el traslado de mujeres de oriente a occidente para la explotación sexual. “Esto se realiza con la finalidad de que la víctima pueda salir de ese espacio que conoce a uno donde ella no conoce nada, que no sepa a quién acudir ni qué ruta seguir. Las desubican y pierden esa posibilidad de acudir a familiares. No es determinante, pero es un modus operandi”, asegura la oficial de la Policía.
  
Coca considera, además, que en La Paz la trata tiene un alto índice porque se visibiliza más el delito y es denunciado. “A escala nacional no existe mucha incidencia en cuanto a casos de trata, pero se debe tomar en cuenta que en La Paz hay más actividad económica y mayor movilidad de personas”, explicó.
 
El caso de Raquel fue resuelto y su tratante —una mujer— está tras las rejas. Ella fue obligada a prostituirse en un local de El Alto. Su vida se desarrolló en una serie de habitaciones precarias y clientes; durante el día estaba encerrada en una casa, también en la urbe alteña.
 
 Raquel soportó todo lo peor hasta que finalmente intentó escapar. Recuperó sus documentos y agarró algún dinero de un ‘cliente’. Su huida fue planeada y logró salir del burdel junto a una joven, que también fue llevada a El Alto desde Sucre. 
Lo primero que hicieron fue subir a un taxi con destino a La Paz. Llegaron al primer centro policial que encontraron y sentaron la denuncia. La Policía acudió al lugar y detuvo a varias personas, entre ellas a la mujer que obligaba a muchas jóvenes a prostituirse.
 
El viceministro de Seguridad Ciudadana, Carlos Aparicio, detalló que se emprenden tareas preventivas y concientización para evitar la trata, y descarta que en Bolivia operen redes internacionales que cometen este delito. “Se hizo mucho para evitar este delito, desde normativas hasta acciones concretas. Ahora las personas pueden denunciar sin temor”, destacó.
 
Según el Balance de la Implementación de las Políticas Anti-trata en Bolivia, realizado para la gestión 2015 por la Fundación La Paz, se identificaron tareas pendientes en esta temática, como el diseño e implementación de un sistema integral de protección, atención y reintegración de victimas de trata de personas, institucionalización de los cargos relacionados con la protección, atención y persecución penal, así como capacitación especializada.

María se salvó a tiempo
María logró evitar ser explotada sexualmente. Ella tiene 35 años y el año pasado su marido la abandonó con dos hijos de ambos, y con otros dos niños producto de una relación anterior. “Además, me dejó con deudas en el banco, tenía presión de mi familia, de mis hijos, del banco, no sabía qué hacer, quería lanzarme del puente de Las Américas”, afirmó.
 
Una ‘amiga’ la contactó con unas personas que le ofrecieron viajar a Cochabamba para administrar un hotel. Iba a dejar a sus hijos en La Paz con sus familiares, pero un día antes del periplo notó nerviosismo en las personas que la iban a llevar a la capital cochabambina.
 
“Me decían que no cuente a nadie dónde estaba yendo. Te pueden envidiar, me decían. Cuando les dije que estaba dudando sobre el viaje, ellos me amenazaron con llevarme a la Policía por romper un contrato. Acepté ir a la Policía, pero ellos se asustaron y huyeron con mis documentos”, relata María.
 
Según datos del Órgano Judicial, en 2015 solo se dictaron cuatro sentencias respecto al delito de trata de personas —tres condenatorias y una absolutoria— en relación a las 457 denuncias en esa gestión. 
Aparicio, respecto a ese dato, cuestiona el manejo de la justicia no solo en casos de trata y tráfico de personas, sino también en otros delitos. “La Policía logra hacer un buen trabajo capturando delincuentes, pero llega la hora de la audiencia y son liberados por jueces y fiscales”, reprochó el viceministro.    

Adolescentes, los afectados
El 84,8% de las víctimas de trata interna son mujeres. En 2016 hubo 312 de las 418 denuncias sentadas por mujeres. La mayoría de las afectadas son adolescentes, de entre 13 y 18 años. En este grupo se registraron 200 casos, de los cuales 138 fueron instalados en La Paz.
 
La analista social Patricia Bustamante, directora del Centro de Capacitación y Servicio para la Integración de la Mujer (Cecasem), considera que la población universitaria es la más proclive a caer en la trata y tráfico de personas. La experta relató que se hizo un simulacro en noviembre de 2016 en el que ofrecieron trabajos a jóvenes en un hotel de cinco estrellas en el exterior. La respuesta al ofrecimiento fue positiva, ya que se prometió un salario de $us 1.000, pasajes pagados, alimentación y cursos gratis de inglés y francés.
 
“Me sorprende cómo una gran mayoría de 150 jóvenes y señoritas ni se dieron cuenta del tipo de consecuencias de una convocatoria de estas características. Cuando les explicamos que esta es la forma como comienza la trata y tráfico de personas, recién entendieron las consecuencias”, explicó Bustamante.
 
La teniente Coca plantea la sensibilización como punto fuerte para erradicar la trata de personas. Sugiere eliminar la demanda sexual. “Hay casos vinculados con la demanda sexual y la trata de personas”, señaló.  
Actualmente, Raquel es trabajadora del hogar en un domicilio ubicado en el centro paceño. Tiene un salario y ahorra para volver a Santa Cruz. Quiere renovar su vida y en sus proyectos no están sus padres ni sus familiares, solamente está su hijo.