Hay colapso en hospitales públicos desde hace mucho tiempo y casi nada se gestó para eliminar este problema. Los enfermos están sobre viejas frazadas tirados en el piso de los nosocomios gritando para ser atendidos

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28 de octubre de 2018, 14:02 PM
28 de octubre de 2018, 14:02 PM

Ricardo Melgar está sufriendo encima de unas frazadas viejas en el piso de uno de los pasillos del hospital de Clínicas, en La Paz. Sufre de hipertensión arterial y lleva casi dos horas arrinconado en una esquina del nosocomio. Nadie le brinda ayuda, menos atención. Su único hermano, Rafael, es rechazado por enfermeras y doctores y no puede dar con alguien que ayude a su consanguíneo. Así, muchos pacientes claman por ser atendidos en hospitales públicos. Mientras, las autoridades ponen como excusa las competencias en esta materia.

El Hospital de Clínicas es el más conocido de la ciudad de La Paz. Tiene una infraestructura construida entre 1913 y 1920 y solo se han levantado tres edificaciones nuevas para algunas especialidades más. Aun así, se refleja que los ambientes no son aptos para la creciente demanda de los pacientes, que solo buscan la atención a sus problemas.

En el Gobierno ven al Seguro Universal de Salud (SUS) como la solución al problema de la salud pública. El ministro del área, Rodolfo Rocabado, señala que con la puesta en marcha de este beneficio se podrá cubrir al menos el 50% de la población.

“Tenemos que tener una visión futurista. Son 63 países, nosotros seríamos el 64 en la atención médica gratuita, pero ninguno de ellos lo implementó de forma inmediata e impecable, sino que fue progresivo. Estamos ante un hecho histórico que nos permitirá construir entre todos el SUS y sacar el nuevo modelo de atención. No queremos hacer una copia de otros países, sino uno propio y que sea para 30 años”, remarca Rocabado.

Pero el problema va más allá.

Hay víctimas del actual sistema de salud que no solo piden mejorarlo, sino quieren que las autoridades se pongan en su lugar. Rosario Calle es una de las representantes de los enfermos con cáncer. Ella exige un mejor equipamiento para este tipo de atención, pero además mejores profesionales en hospitales públicos de todo el país.

“Como asociación queremos equipamiento, formación de profesionales, infraestructura. Pedimos propuestas serias, sostenibles y, sobre todo, no queremos que más pacientes abandonen sus tratamientos por falta de recursos económicos”, demanda Calle.

Uno de los aspectos que pone en jaque al sistema de salud es la falta de equipos. Carla Huarachi perdió a su esposo porque en el hospital del Tórax, en La Paz, no había equipamiento para atenderlo de una afección cardiológica. “Puede haber muy buenos médicos en todos los hospitales, pero si no tienen equipamiento no pueden trabajar. Mi esposo se fue al cielo porque no había equipos adecuados. Estos equipos solamente se encuentran en clínicas privadas o en el exterior”, lamenta.

Problemas en Cardiología

Y es así. El jefe del departamento de Cardiología del Instituto Nacional del Tórax, Enrique Oropeza, admite que el tema central en el ámbito de la salud pública es la ausencia de herramientas para lograr resultados.

“Vemos serias falencias en el sistema de salud cardiovascular en Bolivia, empezando por los recursos humanos, pero fundamentalmente por los equipos, porque no hay aparatos, por ejemplo, para diagnosticar y tratar temas de infarto. Es doloroso perder vidas por falta de equipos y eso lo vemos diariamente en los hospitales. Tenemos que planificar estrategias firmes”, remarca Oropeza, también presidente de la Sociedad Boliviana de Cardiología.

Fernando Romero es el secretario general del Sindicato de Ramas Médicas de Salud Pública (Sirmes). Su sector apuesta a médicos especialistas y subespecialistas para atender a toda la población. “El sistema público de salud requiere 1.000 médicos más para dar una muy buena calidad de atención”, asegura. En cuanto a infraestructura, agrega que el caso del Hospital de Clínicas se construyó para 110.000 habitantes hace un siglo. “Actualmente no cambió nada y atiende a más de dos millones de habitantes en La Paz y de todo el país”, lamenta.

En el sector médico ven que el tema presupuestario es la condición esencial para que el SUS pueda avanzar sin problemas. El Gobierno calcula unos 200 millones de dólares para la siguiente gestión, cuando empezará a rodar el nuevo sistema; sin embargo, Romero señala que a ese monto hay que añadirle $us 100 millones más para que pueda funcionar solamente un año.

“La salud pública requiere de recursos económicos para que el SUS se implemente, se necesita un presupuesto verdadero, los 200 millones de dólares no son suficientes. Hemos hecho un cálculo y solamente para el primer año se requerirá unos 300 millones (de dólares)”, remarca Romero.

Hilaria Yujra tiene 54 años. Vive en el área rural de La Paz y llegó a la ciudad de El Alto buscando ayuda a sus dolencias. En el Hospital del Norte le diagnosticaron un tumor, pero también le detectaron un embarazo. Ella relata que en el campo la gente muere porque no encuentra soluciones a sus afecciones. Pero lo que más le duele es que los niños “sobreviven” sin ningún tipo de atención médica.

“Tenemos que llegar acá (al área urbana) para que nos atiendan. En el campo no hay buena atención, no hay especialidades. Y como no tenemos dinero, algunos prefieren morir sin poder tener una atención digna. Ojalá el Gobierno haga algo para que la gente del campo pueda tener acceso a la salud”, exige Yujra, que también tiene a su hija (16) con problemas de salud en El Alto.

El drama del menor

El drama de los niños es para llorar. En el Hospital del Niño, en la sede de Gobierno, existen muchas deficiencias, pero las principales son la ausencia de equipos médicos con tecnología de punta y los elevados costos de los tratamientos. La unidad de menores quemados solo tiene 12 camas, algo increíble en un sistema de salud. Los niños con cáncer viven un mundo aparte por las deficiencias.

Tenemos una docena de camas en el Hospital del Niño y los 365 días del año esa sala está llena. Es más, colapsa muchas veces y debemos meter pacientes a otras salas, porque ya no me alcanza el espacio físico. Es algo que se puede evitar, se puede prevenir”, remarca la trabajadora social del Hospital del Niño, Fresia Saravia.

Salir de cualquier hospital público es como salir de una tormenta de penas. Ahí dentro el sufrimiento de las víctimas y de familiares es interminable y causa dolor. La falta de recursos de las familias pobres obliga a que se sometan al lamento del sistema de salud actual. Exigen atención médica como mendigando un favor. Hay muchas cosas por cambiar