El Deber logo
14 de mayo de 2017, 4:00 AM
14 de mayo de 2017, 4:00 AM

 Según el investigador y sociólogo David Finkelhor, hay cuatro condiciones que deben existir para que un abuso o violación ocurra. La existencia de motivación. El agresor, por lo general, se siente gratificado al ejercer el sometimiento o tiene fantasías con niños, por estar bloqueado su relacionamiento emocional con adultos. Sortear inhibiciones internas. Racionaliza (“Yo también fui abusado”) o supera sus escrúpulos y leyes internas. Tener acceso a niños. Sortea los llamados inhibidores externos gracias a su posición como maestro, director, médico, entrenador o religioso. Resistencia del niño o adulto.

Este aspecto debe trabajarse previamente para evitar la violencia. Implica que el niño pueda decir ‘no’ y manifestar que no le gusta. Para eso, debe sentirse amado incondicionalmente y saber comunicarse.

Todo esto se analiza en los talleres que brinda la fundación Paz y Esperanza, con un equipo que ayuda a las víctimas. La sicóloga Eva Morales recuerda que en el caso de los niños hay silencio porque el agresor lo manipula, lo amenaza y le transfiere parte de la culpa. Es el llamado ‘hechizo sicológico’. Si un menor decide romperlo, “hay que creerle”, dice. Minerva Guerrero, de la Defensoría de la Niñez, recomienda estar atentos a cambios de humor, inestabilidad, retraimiento y rechazo a personas.