Quizá en Siria o en Corea del Norte no empiece la tercera guerra mundial, pero puede convertirse en un enfrentamiento mayor. Expertos de Bolivia, EEUU y Argentina explican los motivos que ‘amarran’ a Rusia con Siria y a China con Corea del Norte. 

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16 de abril de 2017, 4:00 AM
16 de abril de 2017, 4:00 AM

Bomba contra Isis en Afganistán. Bombardeo a una base aérea de Siria. Movilización naval cerca de Corea del Norte. En diez días, estas tres acciones de Donald Trump provocaron el malestar de Irán y Rusia (socios de Siria) y la alarma de China, que apoya a Corea del Norte. “Si las acciones continúan en Siria o en el Mar de Corea, estamos en presencia de una conflagración de escala mayor. No una tercera guerra mundial, pero sí de escala mayor”, afirma el experto en relaciones internacionales y viceministro Hugo Siles. “Atacar Siria es atacar Rusia. Al atacar Corea del Norte, se ataca a China”, afirma, y recuerda que en la guerra de Corea, en 1950, China apoyó a su vecino del Norte. 

Ahora que se acerca una nueva prueba nuclear, China ha pedido a Corea del Norte que detenga su programa nuclear. A cambio, protegerá al país. Japón dijo temer al gas sarín que pueda lanzar Pyongyang, y Corea del Sur se ha asegurado de que EEUU no lance ningún ataque sin antes advertirles, puesto que en ese caso, una invasión del Norte sería inminente. 

En Siria, donde empezó una guerra civil en 2011, el apoyo ruso, que llegó en 2015, ayudó a combatir el terrorismo. Bashar Al Asad, sobreviviente de la Primavera Árabe que acabó con añejos líderes de Egipto, Túnez y Libia, ha sido acusado de lanzar gas sarin contra su población. Eso provocó el bombardeo a una base aérea con misiles Tomahawk.  

Las fuerzas, hoy
Así define lo que ocurre hoy en Siria el escritor, editor y experto en política Nelson Specchia: “El escenario está determinado por la guerra sostenida entre el régimen del clan Al Asad (hoy presidido por Bashar, y que controla el Gobierno de Damasco, el Ejército regular, los pozos de petróleo y la banca) y los diversos grupos insurgentes (desde los opositores en el exilio hasta los yihadistas del Estado Islámico y del Frente Al Nusra), que controlan de facto el poder territorial en diversos sectores de la geografía del norte y del oeste sirio”. 

¿Por qué intervino Rusia? 
Porque una relación con Siria define su acceso al mundo, afirma Hugo Siles. “Fue así desde la época de la Unión Soviética. Rusia,pese a su extensión, tiene una debilidad geográfica: no llega a los mares cálidos. Rusia depende del puerto de Tartuz en Siria para desplazar su flota por el Mediterráneo y hacia el Mar del Norte. Tartuz significa su supervivencia y su conexión con el mundo”.  

Por eso, complementa Nelson  Specchia, después de que se acusara al Gobierno sirio de usar gas sarín en Ghouta, un distrito de Damasco controlado por las fuerzas rebeldes, en 2013, causando 1.400 muertes horribles entre la población civil, Obama no reaccionó militarmente sino impulsando un supuesto desarme total de agentes químicos controlado por la ONU”.

En ese momento, recuerda la profesora de relaciones internacionales Mariya Omelicheva (Universidad de Kansas), Obama pidió permiso al Congreso para lanzar ataques aéreos contra el régimen de Asad. “Muchos republicanos se opusieron a su petición. El líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, fue un opositor inflexible al ataque en 2013”, cuenta. En 2015, Rusia se comprometió a vigilar la destrucción de las armas químicas y Obama frenó el ataque. 

Pero después ocurrió lo de Jan Sheijún. Las imágenes de varios niños aparecen entre los más de 80 que murieron sofocados por el gas sarín hace casi dos semanas. Donald Trump acusó al régimen de Al Asad de haber utilizado ese agente químico. El régimen sirio lo niega y Rusia también lo ha negado.  La autenticidad de algunos videos ha sido puesta otra vez en duda por la religiosa Agnes de la Croix, porque se ha demostrado que los cadáveres de varios niños aparecen en diferentes lugares. Como en 2013, ella asegura que se trata de montajes. 

En el Consejo de Seguridad Nacional de EEUU se insiste en que un caza sirio que salió de la base de Shayrat lanzó el ataque el 4 de abril. Rusia y el régimen sirio aseguran que bombardearon un depósito de gas de los rebeldes y que por eso murieron los civiles. 

Nada de eso frenó el bombardeo de la base de Shayrat con 59 misiles Tomahawk lanzados desde dos destructores estadounidenses. Dice Specchia que con esta orden ejecutiva, Trump cambia raudamente su declamada posición de aislamiento respecto de los conflictos mundiales. “A pesar de la inédita sorpresa, de la decisión tomada y mantenida en secreto por el presidente, y de la espectacularidad del despliegue escénico del poderío militar, la acción no es ni estratégica ni políticamente relevante. O sea, que no cambia ni un centímetro la relación de fuerzas internas que alimentan el conflicto sirio”. 

¿Misiles para distraer?
Omalicheva recuerda que, el viernes 7 de abril de 2017, el senador republicano Mitch  McConnell tuiteó su apoyo al ataque de Trump después de haberse opuesto a un ataque en 2013. El senador republicano Rand Paul, en cambio, tuiteó que Trump necesita autorización del Congreso para esa acción militar.

“Hay especulaciones de que el ataque a Siria fue un uso ‘distraccionista’ de la fuerza para desviar la atención del público y del Congreso de las investigaciones en curso de los supuestos lazos entre la campaña de Trump y Rusia”, afirma la analista. Hugo Siles dice que el ataque ocurre cuando la popularidad de Trump descendió de un 48% a un 38%, debido a varios tropiezos, como el bloqueo al Obamacare o la restricción de visas a inmigrantes.

El bombardeo está también dirigido “a concentrar apoyos políticos internos del Tea Party y de los conservadores”.  Según el viceministro, el ataque a la base de Shayrat viola la carta de Naciones Unidas, que en su artículo 2, inciso 3, prohíbe la amenaza y el uso de la fuerza. “El capítulo 2, inciso 9 de la carta de la OEA dice que ningún estado de la OEA puede iniciar guerras o estar involucrado en este tipo de ataques, lo cual tendría que activar una acción por parte del secretario de la OEA, Almagro, pero no se dio nada de eso. EEUU está al margen de esta normativa que rige en el sistema internacional”, dice. 

La analista Karen Longaric opina que habría sido infructuosa una consulta al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,  ya que Rusia habría usado el veto. “No le correspondía a EEUU actuar unilateralmente para repeler el ataque con armas químicas. La facultad de disponer el ingreso de fuerzas militares al territorio de cualquier Estado que se encuentre en grave situación bélica la tiene únicamente  el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”,. 

Es evidente para la analista que EEUU violó normas del derecho internacional al atacar territorio sirio, más allá de que la causa hubiese sido humanitaria, pero “es improbable que reciba alguna sanción, ya que Francia y el Reino Unido, también miembros permanentes del Consejo de Seguridad, respaldaron el ataque”. Lo que no debe quedar en suspenso, como advirtió Amnistía Internacional, es la investigación, y para eso hay que estar en el terreno. Longaric recuerda que el uso de armas químicas está proscrito, es un grave delito contra el  derecho internacional humanitario. “Quien hubiese dispuesto su uso debería recibir la más severa sanción de la Corte Penal Internacional”, afirma. 

El peligro 

La analista considera que el conflicto puede alcanzar mayor dimensión en la medida que Rusia continúe protegiendo a ultranza al régimen de Bashar Al Asad. “En repuesta,  EEUU y las potencias occidentales ejercerán mayor presión bélica para que Al Asad deje el poder”. El lanzamiento de la bomba no nuclear más poderosa contra el Estado Islámico en Afganistán, el viernes, parece darle la razón.

 Omelicheva cree que Asad no puede ser sacado del poder mientras que Moscú lo apoye. La acción militar de Estados Unidos, dice, es insuficiente para cambiar el curso de la guerra de seis años en Siria. “Para marcar la diferencia, los recientes ataques aéreos deben formar parte de un plan coherente y duradero para contener a Asad y potenciar una oposición moderada”. 

Como conocedora del día a día de la política estadounidense, Omelicheva dice que el Congreso de su país está preocupado porque Trump no tiene una estrategia a largo plazo sobre Siria, por lo tanto el bombardeo “fue una decisión emocional, en respuesta a la imagen visual de la carnicería de los ataques de gas”. 

La analista Valeria Brusco nota que el cambio de Trump, que primero afirmaba que el pueblo sirio es el que debe decidir si Asad continúa en el poder y luego comienza a organizar un proceso político para removerlo, siembra el peligro de que se repita el caos de Libia -o hasta el desorden de Irak, según otros- si de descabeza al Gobierno sirio. “En siria hay una dictadura, obviamente”, dice Siles. Pero asegura que más ataques de Estados Unidos reforzarán las posiciones nacionalistas y por lo tanto al régimen de Asad