Corrupción Brasil. Lula da Silva no pudo justificar el departamento de $us 1,1 millones que compró en Guarujá. Moro puso el dedo en la llaga del caso de corrupción de Lava Jato y Oderbrecht

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16 de julio de 2017, 4:00 AM
16 de julio de 2017, 4:00 AM

Un luchador contra la corrupción endémica en Brasil o un puritano que criminaliza la política: el juez Sergio Moro condenó a 9,5 años de prisión al expresidente Lula da Silva, el "gran golpe" de una cruzada que ya puso entre rejas a decenas de políticos y empresarios.

La sentencia por corrupción y lavado de dinero de este miércoles contra el ícono de la izquierda latinoamericana es el episodio más trascendente de una saga que empezó hace más de tres años con la apertura de la operación "Lava Jato" (lavadero de autos), un caso que fue a parar a su fuerte judicial de Curitiba (Paraná, sur).

Desde entonces, la estrella de Moro creció al ritmo de las revelaciones sobre las escandalosas prácticas en torno al multimillonario fraude a la estatal Petrobras, considerada como la mayor investigación de la historia sobre corrupción.
En sus redes han caído desde exdirectivos de la petrolera hasta los dueños de las mayores constructoras del país, pasando por políticos de alto y bajo calibre, tanto de izquierda como de derecha.

Y sus temidos movimientos, poco a poco, estrecharon el cerco sobre el expresidente Lula (2003-2010), una de las figuras intocables de la política brasileña.
"Señor presidente, quiero dejar claro que pese a algunas versiones, no existe de mi parte ninguna desavenencia personal con usted. El desenlace del juicio provendrá de las pruebas y de la ley", recalcó en mayo antes de iniciar el interrogatorio del fundador del Partido de los Trabajadores (PT).

Moro vs Lula
El cara a cara entre estos dos íconos antagónicos de Brasil empezó en marzo de 2016, cuando Moro ordenó a la policía irrumpir en casa de Lula en San Bernardo del Campo (San Pablo, sudeste) para llevarlo a declarar por la fuerza.

Ese mismo mes, el magistrado divulgó una conversación entre el exmandatario y su sucesora Dilma Rousseff (2011-2016), que sugería que esta buscaba nombrarlo ministro para darle fueros que lo protegieran de la justicia ordinaria.

Lula juró su nuevo cargo, pero nunca pudo asumir. La corte suprema lo bloqueó tras conocerse el audio, pero la legalidad de su decisión fue duramente cuestionada.

"Yo, sinceramente, estoy asustado con la República de Curitiba. Porque a partir de un juez de primera instancia todo puede ocurrir en este país", afirmó Lula en una conversación telefónica pinchada y difundida con autorización del propio juez.
Irónicamente, esa frase transformó a la próspera ciudad sureña y su juez estrella en sinónimo de justicia para quienes apoyan la causa y se oponen al expresidente.

Lula da Silva podrá recurrir ahora la sentencia del juez Moro en libertad, pero el duro revés amenaza su candidatura a las elecciones de 2018, en las que es el gran favorito pese a sus altos índices de rechazo que muestran las encuestas.
Moro siempre negó cualquier vocación política, pero la última encuesta de Datafolha indica que sería uno de los dos únicos candidatos en poder derrotar al expresidente brasileño en una segunda vuelta, por un estrecho 44% a 42%.