El siniestro de Tarija desveló las grandes carencias. El fuego destruyó más de 10.000 ha de un área protegida. El ministro de Defensa, Reymi Ferreira, admite que hay deficiencias. Analizan la adquisición de un avión para transportar 15.000 litros de agua

El Deber logo
20 de agosto de 2017, 4:00 AM
20 de agosto de 2017, 4:00 AM

Las cenizas muestran la afectación en más de 10.000  hectáreas que fueron devastadas por un incendio en la Reserva Biológica de la Cordillera de Sama, en Tarija. En cinco días, el fuego acabó con la vida de tres personas, además arrasó bosques, pastizales y animales silvestres.

El siniestro destruyó algunos sistemas de agua por la quema de las tuberías que estaban en la superficie, también dañó varias tomas de agua a consecuencia de la contaminación. Asimismo, las llamas acabaron con animales menores, como gallinas, ovejas y cabras, porque esta es un área de pastoreo. Además resultaron afectadas 12 comunidades y unas 1.800 familias quedaron damnificadas, precisó el secretario de Gestión Institucional de la Gobernación de Tarija, Rubén Ardaya. 

La magnitud del siniestro dejó en evidencia la falta de equipamiento y de preparación para enfrentar estos casos, incluso llegó ayuda desde Argentina. 
El ministro de Defensa, Reymi Ferreira, afirmó que a partir de esta experiencia se analiza la necesidad de adquirir o acondicionar un avión para combatir incendios, con capacidad para cargar 15.000 litros de agua.

Según el ministro, esa aeronave permitirá atender en menos tiempo los problemas en las diferentes regiones, porque tiene más capacidad de carga que los helicópteros con los que actualmente dispone el Estado boliviano.

Ferreira informó de que el Ministerio de Medioambiente y Agua está haciendo un estudio de afectación en esta área, donde estuvieron movilizados representantes de los ministerios de Gobierno, de Defensa, de Medioambiente, de Hidrocarburos, de Desarrollo Rural y de Salud.

El secretario de Gestión Institucional de la Gobernación de Tarija coincide en que ni el país ni las gobernaciones están preparadas para enfrentar los siniestros de gran magnitud, pero destacó que la coordinación entre los niveles de gobierno fue importante en esta ocasión, pero que para el futuro también es fundamental contar con equipamiento para los Centros de Operaciones de Emergencias.  

En criterio de Sergio Lea Plaza, director del Comité Departamental del Bicentenario de Tarija, hubo una falta de previsión, porque se supone que en esta reserva biológica existe un ‘monitoreo’ permanente. Asimismo, cuestionó que tampoco se ha puesto en marcha un plan de contingencia contra incendio en esta área, pese a que en 2002 se vivió un siniestro en este lugar.

El director de Naturaleza, Tierra y Vida, Iván Arnold, adelantó que se está trabajando para activar mecanismos preventivos e instalar buenos sistemas de alertas.

La voluntad se impuso
El ministro de Defensa aseguró que en Tarija fueron utilizadas todas las herramientas y recursos humanos posibles, entre ellos, los 300 miembros de las Fuerzas Armadas acantonadas en Tarija, 200 efectivos de las Policía, 80 voluntarios del grupo SAR de la Fuerza Aérea y otros 120 efectivos policiales que llegaron del interior del país. Además fueron desplazados otros voluntarios provenientes del resto del país y de Argentina, pero el mayor ejército que trabajó, según Ferreira, fueron los voluntarios de las diferentes comunidades. 

Los grupos especializados y cuatro helicópteros actuaron en la parte más alta de la reserva.

Temen consecuencias

La Gobernación tarijeña calcula que alrededor de 10.600 hectáreas se han afectado, fundamentalmente de pasto. En longitud, el incendio se propagó en 17 kilómetros, con dirección este-oeste y 6 kilómetros en dirección norte-sur.
El desastre entra por el olfato, el olor a humo y madera quemada inunda todo el recorrido por la avenida circunvalación de la ciudad de Tarija, desde ahí se observan cerros chamuscados. San Pedro de Sola, San Andrés, Guerrahuayco, Pinos, Lazareto, La Victoria, Erquis, Coimata y Tucumillas fueron las zonas afectadas.   

Para los campesinos el problema apenas empieza porque las consecuencias de este desastre se sentirán en el último trimestre, cuando las lluvias se ausenten y la carencia de agua deje en evidencia el delicado ecosistema. En 2002 sucedió una tragedia similar y el fuego arrasó con los pinos que había por toda la reserva de Sama; pero hubo una reforestación. Ahora, 15 años después, esos jóvenes pinos, sauces, eucaliptos o nísperos sucumbieron al fuego. "Noso-tros plantamos papa, habas, tomate y maíz, ahora el terreno no va a dar porque todo está muerto, porque esto ha pelado todo el cerro. Ya no va a ser igual", lamenta Simón Escudero, familiar de Luis Mendoza, el campesino que falleció en esta tragedia.

Antonio Galán, otro viviente del lugar, está relatando a los más jóvenes cómo fue el incendio de 2002 y cómo tardaron en recuperarse, y dijo que en ese entonces se produjo una migración que no se había visto nunca.  

Una reserva de 108.500 hectáreas de flora y fauna bajo fuego
 La reserva biológica de la Cordillera de Sama abarca 108.500 hectáreas, que alberga una variedad de especie de flora como bosques de pinos, alisos y pastizales, y de fauna, como cóndores, venados andinos y aves acuáticas, como flamencos en peligro de extinción.  Guarda en sus entrañas una de las reservas acuíferas más importantes de la región que proveen de agua a la ciudad de Tarija y alberga sitios de gran valor arqueológico. 

Iván Arnold, de la organización Nativa (Naturaleza, Tierra y Vida) señaló que un 90% el incendio afectó a las pasturas, pero también ha afectado a árboles grandes y donde la gente desarrolla actividades de cultivo y ganadería, por lo que una prioridad es ver cómo se apoya para que las comunidades puedan recuperar sus medios de vida.

Según Arnold, afortunadamente la mayoría de los nidos que se quemaron estaban inactivos, porque recién en septiembre es cuando las aves comienzan a poner los huevos.  

Presume que la mayor afectación ha sido en especies como las culebras y otros animales silvestres que no han podido escapar a las llamas.
Esta organización está elaborando una propuesta para cuidar las fuentes de agua, como es el Rincón de la Victoria, donde por suerte no quemó toda la vegetación, porque hace años se hizo plantaciones en el lugar, como una protección.