La necesidad se impone a la seguridad y a la comodidad. Los mototaxis y los ‘toritos’ son la alternativa para entrar y salir de los barrios alejados del centro de la capital cruceña

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8 de septiembre de 2019, 4:00 AM
8 de septiembre de 2019, 4:00 AM

Es otro mundo. Aquí, los taxis y hasta los micros destartalados son un lujo. En la periferia de la ciudad de Santa Cruz se expanden otros servicios de transporte bajo las leyes naturales de la necesidad de los vecinos. Ellos, al igual que los que viven en el centro de la ciudad, necesitan moverse cada jornada, desde que despunta el sol hasta que la luna esté colgada en lo alto del cielo.Pero aquí los taxis y radiotaxis no están al alcance de la mano ni de los bolsillos.

“Parece un lugar remoto”, dice Guillermina Martínez, una mujer que está parada en una esquina del barrio Paniagua, en el décimo anillo de la zona sur de la ciudad. Ya ha caminado 10 cuadras y aún le faltan dos para llegar a una calle por donde pasa el micro más cercano que debe tomar para viajar al interior de Santa Cruz. Le gusta caminar, pero el viento cruceño levanta el polvo de la acera y le arruina el cabello. Eso no le quita el sueño. Es al caer la noche, cuando tiene miedo caminar porque la delincuencia puede ocultarse en cualquier esquina, en cualquier barbecho.

En este lugar que ella siente que es un lugar remoto, los mototaxis, los ‘toritos’, las carretas tiradas a caballo, las bicicletas y alguna línea de micro ilegal son los amigos fieles que acompañan a quienes viven pasando el quinto anillo y ayudan a llegar al trabajo, a la escuela, a casa, a no tener que caminar tanto y a que el hecho de vivir en la periferia no signifique vivir relegado de los adelantos de sistemas de transporte que en la ciudad y en otras urbes ya son o están por ser un asunto del pasado.

“Los caballos y los pies siguen estando de moda”, dice Alberto Mora, que vive en la zona de El Dorado.

“Para tomar una moto, un ‘torito’ o el micro tiene que salir a pie o en carreta y, si tiene suerte, encuentra a algún mototaxista que ha dejado por esa zona a un pasajero.

A pesar de que la Alcaldía ha anunciado la modernización del sistema de transporte público con la implementación del nuevo sistema de Buses Rápidos de Transporte (BRT), aquí no hay optimismo en creer que las dificultades que ahora sufren para moverse cambien en el corto plazo.

Ante ello, los vecinos han hecho florecer otros sistemas de transporte, especialmente los negocios relacionados a los servicios de mototaxis y de esos vehículos de tres ruedas a los que se les llama ‘toritos’.

Las paradas de estos servicios las hay en las bocas de las calles más transitadas, a un costado de los mercados de barrios, en las entradas de avenidas del quinto, sexto y demás anillos hacia las afueras de la ciudad. También están en las ciudadelas y en barrios satélites de municipios vecinos a Santa Cruz de la Sierra.

Quienes se dedican a esta actividad estiman que en Santa Cruz de la Sierra existen por lo menos 80 asociaciones que los aglutinan a lo largo y ancho del suelo cruceño, lo que significa que hay por lo menos 8.000 unidades de motos de dos ruedas y ‘toritos’, puesto que cada asociación cuenta con un promedio de 100 miembros.

Eliberto Calisaya es miembro de Palmar del Sur, una de las organizaciones más antiguas de mototaxistas.

“Estamos ofreciendo el servicio desde hace 12 años, empezamos con 18 asociados, después sumamos 43 y ahora somos 120”, cuenta Calisaya, que en esa docena de años ha renovado tres veces motocicleta y dos cascos.

La primera moto la sacó a crédito. Era de fabricación china, como la de ahora. Calisaya invierte en promedio 1.100 dólares en una de 150 cilindradas y cuando toca la hora de cambiarla, no la vende por más de 400 dólares.

Cuando empezó en este rubro no había tanta competencia y su renta era superior a la actual. Cada día consigue recaudar Bs 80, que gasta Bs 10 en gasolina y que el precio del pasaje varía de acuerdo a la distancia de la carrera.

Dice que lo más barato que cobra es Bs 2 y que no pasa del quinto anillo. Pero que, si se trata de transitar hacia las afueras de la ciudad, no existen límites.

“Ofrecemos un servicio de puerta a puerta”, afirma con orgullo, conocedor de que el trabajo que hace llena una sentida necesidad.

“Nosotros llegamos adonde no lo hacen los micros. Transportamos a las señoras a los mercados y a los estudiantes al colegio. También recogemos a los escolares y atendemos llamadas telefónicas cuando quieren que vamos a recoger a alguien a su domicilio”.

Cuando realizan viajes lejanos, el acuerdo implícito en este negocio, una vez se ha dejado al pasajero en su destino, es no alzar a otro en el trayecto de retorno porque los territorios de cada organización de mototaxistas, por lo menos en teoría, se los respeta.

Los vecinos están organizados y lo están los grandes y pequeños. Los estudiantes de colegios, por ejemplo, los que viven en una misma calle o cerca unos de otros, se reúnen en grupos de tres para realizar un mismo viaje en los Toritos, y de paso, juntos se cuidan de la inseguridad.

En la periferia se sienten inseguros los mototaxistas y también los pasajeros. Pero de todos ellos, cuando están en uno de esos vehículos, el más vulnerable es el pasajero porque solo los conductores llevan casco.

“Los pasajeros no quieren usar casco. Dicen que es antihigiénico”, fundamenta el mototaxista Eliberto Calisaya, y como él, otros dan diferentes versiones: Que los pasajeros no quieren ponerse casco para no despeinarse, que confían en que no sufrirán un accidente.

“En verano dicen que se sofocarán por el calor, y en invierno, que les faltará el aire para respirar”, cuenta Julio Morales, mototaxista desde hace dos años. “En vano compré un casco para pasajeros. Lo tengo botado en un rincón de mi casa”, asegura.

Los pasajeros también dicen su verdad: Que los mototaxistas nunca les ofrecen un caso, que ni siquiera ellos usan el que tienen y que muchos lo llevan en el manubrio de la moto.

Pero del casco hablan solo cuando uno les pregunta. Por lo general, coinciden tanto pasajeros como conductores, que es normal que en Santa Cruz se viaje en moto y en Torito con la cabeza descubierta y que, solo cuando se produce algún accidente, empiezan a preocuparse, pero que a medida que pasan los días todo vuelve a ser como antes: viajes con el cabello al viento. Sin ninguna protección.

Eso sí, dice José García, los pasajeros de un Torito llevan puesto el cinturón de seguridad.

José es miembro de la Asociación Estrella que cuenta con 122 miembros y que compite con otras cuatro asociaciones en la misma zona donde tiene su parada a metros una de la otra.

La pelea por conseguir pasajeros es dura. Los precios de los pasajes varían y van desde los Bs 3 hasta los Bs 12. Y el radio de acción -cuenta José-, es desde el sexto anillo hasta otras zonas de la periferia.

Cuando algún mototaxista quiere cruzar a la frontera del sexto anillo -cuenta- se arriesga a que un policía se lo impida.

Pero en este negocio, cuando un pasajero pide llegar lo más cerca del centro de la ciudad, lo que algunos conductores hacen es quitarse el chaleco que los caracterizan como mototaxistas, y si son detenidos por una patrulla, le dice a la autoridad que no está en servicio y que la persona que está llevando es un familiar al que está haciendo el favor de transportarlo.

La situación no está nada fácil, insiste José, que trabaja con su hijo. Un niño pequeño que viaja a su lado, como un copiloto, para evitar que se quede solo en casa. Cuando están en la parada, el hijo de José se distrae jugando con un celular. El niño ahora está concentrado mirando el aparato móvil. Nada lo desconcentra, ni siquiera la música a todo volumen que sale de un boliche donde afuera hay hombres bebiendo.

José y su hijo, por seguridad, solo trabajan hasta las 9 de la noche. A esa hora el padre ya ha recaudado cerca de Bs 100, muy lejos de la renta de Bs 200 que hacía hace varios años cuando no había mucha competencia, cuando salieron al mercado los ‘toritos’ como el último grito de la moda para transportar personas en la periferia. No hace mucho de eso. Fue hace tres años cuando compró el vehículo fabricado en India de tres ruedas en 4.000 dólares.

Aquel tiempo los pasajeros, asombrados, se subían para experimentar el nuevo servicio. Pero con el paso de los años se fue haciendo masivo este vehículo y hasta ahora José dice que no ha podido recuperar el dinero invertido.

Cuando hace poca renta piensa en vender su ‘torito’, pero apenas le quieren pagar 1.500 dólares y eso le parece absurdo porque al dinero que ha invertido en la compra también debe sumar lo que gasta en los repuestos cada vez que se arruina.

“Los repuestos son carísimos, más que de un auto”, lamenta.

Pero los pasajeros también lamentan que a veces el pasaje de un ‘torito’ es igual que el de un taxi. Especialmente cuando hay que recorrer largas distancias.

“Yo he pagado hasta Bs 20 cuando un ‘torito’ me llevó de un barrio cercano a Normandía hasta El Mechero”, se queja Argelia Copa, una pasajera que se ve obligada a tomar ese servicio porque hasta el micro más cercano pasa a ocho cuadras de su casa.

“Yo hago compras en el mercado Los Pocitos para surtir mi venta, y como en el ‘torito’ puedo traer carga, me queda bien utilizarlo, aunque sea un poco caro”, dice, sin ánimos de quejarse porque en el fondo está agradecida, puesto que antes no podía cargar sus bolsones en las mototaxis y los taxis se negaban a llevarla especialmente en épocas de lluvias.

“Los ‘toritos’ nos han arreglado la vida, porque no hay miras que una línea de micro pase por mi casa. Es muy probable que antes llegue el Juico Final, bromea.

Copa está enterada del BRT que la Alcaldía está implementando en el primer anillo de circunvalación de la ciudad.

También se ha informado de que la municipal anunció que el BRT está siendo implementado como un proyecto dentro de sus planes de cambio del sistema del transporte público.

El secretario de Movilidad Urbana, Rolando Ribera, explicó ya en junio a EL DEBER que los alcances de proyecto y, en especial de su primera fase, serán implementada en el primer anillo y el eje troncal norte-sur “lo antes posible”.

La primera fase del proyecto, explicó aquella vez Ribera, contemplan la incorporación de vías reservadas que nacen en la avenida Cristo Redentor, a la altura del km 11 (zona de Play Land) y llegan hasta el final de la avenida Santos Dumont (zona de la cárcel Palmasola), a lo que el municipio llama eje troncal norte-sur. Dichas rutas se articularán con el primer anillo.

En estas rutas, el municipio prevé la incorporación de 90 buses, con capacidad de 80 pasajeros y en horarios picos, de 120; de las cuales 30 circularán por el primer anillo y los otros 60 restantes cubrirán el eje troncal norte-sur.

Pero en los barrios alejados del centro de la ciudad hay escepticismo. Ante la crisis del transporte público los vecinos del barrio Paniagua han optado por poner una línea de micros con el número 137 a la que se conoce también como décimo anillo.

Lidia Moscoso es la presidenta de las juntas vecinales y admite que la línea de micro no funciona con todas las de ley, que están tramitando en la Alcaldía, que están peregrinando para conseguir el permiso.

Pero como las necesidades de la zona superan a los trámites burocráticos, dijo que desde hace un año y medio han puesto a trabajar 10 micros para llegar de manera directa a los nuevos mercados Abasto y La Ramada, a la refinería de Palmasola, a las Lomas de Arena, a Palmira y a la avenida Moscú y a Los Lotes.

“Somos siete los barrios los que nos beneficiamos con esta línea. Tenemos la necesidad de llegar a los centros de abastecimiento. Para pagar taxi es mucho, cobran Bs 50 y los ‘toritos’ no tienen una parada cerca de aquí”, ha explicado Moscoso, que también ha lamentado que algunos choferes de otra línea que han sentido que se les está haciendo competencia, han apedreado a las ventanas de los micros que ellos han puesto.

A diez metros de donde está Moscoso hay tres motorizados y dos de ellos están con los vidrios de las ventanas rotos.

“Los han quebrado cuando había pasajeros adentro”, ha denunciado Sandra Zelaya, una vecina del barrio Paniagua, que también ha explicado que un micro hace el servicio expreso para llevar a los estudiantes del barrio hasta el colegio Hugo Banzer y también para ir a recogerlos y dejarlos en las puertas de sus casas.

Patricio Despuse, experto en viabilidad y transporte, considera que estos modos de movilizarse en la periferia de la ciudad van de acuerdo a las posibilidades económica de las personas, y cuyas tarifas por el servicio son más económicas que un taxi, y porque tienen la necesidad de llegar de un lugar a otro de una u otra forma.

“Los mototaxistas están organizados, están en sindicatos, visten con chalecos como distintivos para que sus clientes los identifiquen. Cumplen una función. En los colegios los niños se juntan y un ‘torito’ les hace un servicio expreso para retornar a sus casas”, explica el especialista en transporte.

Para Despuse, esta oferta de transporte en los barrios cruceños es el resultado de una falta de organización en el transporte público.

“La gente busca la manera de sobrevivir. Estos servicios no son los mejores porque la moto es un peligro, no llevan casco y en ella van hasta cuatro personas. Es necesario que Santa Cruz, que es una ciudad cosmopolita, tenga que evolucionar en este campo”, dijo Despuse, que no desconoce que el BRT, un modelo que nació en Curitiba (Brasil), sea un paso para ello.

“Fuera del cuarto anillo falta mucho, mucho, mucho por hacer”, ha rematado.

La seguridad es otro problema por resolver. Esto lo sabe Guillermo que la pasada semana sufrió un accidente cuando manejaba una mototaxi. Fue golpeado por un camión que hizo que la moto se desestabilice, pierda el equilibrio y caiga al asfalto. Guillermo sufrió el accidente después de haber dejado a una pasajera.

Las mototaxis son un peligro, pero también son un mal necesario, han coincidido varios vecinos de la zona de El Retoño.

Pero hay otros, como Efraín López, que prefiere manejar su bicicleta para ir al trabajo y olvidarse de la deficiencia del servicio de transporte público y de los riesgos que implica hacer uso de ellos.

“Pero sé que la necesidad se interpone, ha dicho, a modo de recordar que una vez tuvo que sacar a su esposa enferma en un Torito que justo pasaba por su casa en plena madrugada.

Aunque incómodos, en un ‘torito’, además del conductor, suelen ir hasta cuatro personas.
Las carretas son otro medio de transporte en algunos barrios.
Los mototaxistas esperan a los pasajeros en sus paradas
Lidia Moscoso, presidenta de las juntas vecinales del barrio Paniagua, muestra los documentos para tramitar la línea de micro que ya está circulando.
Algunos pasajeros viajan sin casco en las motos.