El actor, que ejerce de mayordomo de la imagen de la Virgen de Lágrimas y Favores, estuvo acompañado de su hermano Javier y la coreógrafa flamenca Sara Baras

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14 de abril de 2019, 16:51 PM
14 de abril de 2019, 16:51 PM

Acostumbrado a actuar delante de las cámaras de Hollywood, Antonio Banderas está tranquilo cuando los focos apuntan hacia él. Es su medio, su modo de vida. Pero hay un día en el que no termina de estar cómodo cuando es el centro de atención. Es el Domingo de Ramos. Porque como cada año, participa en la procesión de las Reales Cofradías Fusionadas, en Málaga, donde ejerce de mayordomo de la imagen de María Santísima de Lágrimas y Favores. Es la jornada en la que desearía ser invisible: siempre busca mezclarse entre los hermanos cofrades y pasar desapercibido. Pero le es imposible conseguir ser uno más. Incluso aunque el capillo que apuntala su túnica solo dejar entrever sus ojos.

Jamás cita a la prensa, pero esta acude en masa. Como los malagueños, que le esperan desde horas antes de la salida procesional. Ya por la mañana no cabía un alfiler en la iglesia de San Juan, en pleno centro de la capital. Todo el mundo estaba pendiente de la llegada de Banderas. Y este lo hacía poco después de las dos de la tarde. Vestido de calle y acompañado de su pareja, Nicole Kempel y la hermana gemela de esta, Bárbara Kempel. También de su hermano Javier y la coreógrafa flamenca Sara Baras, que el sábado recibió un reconocimiento de la cofradía por su colaboración en la obra social de la entidad.

Banderas atendió brevemente a los medios de comunicación para hablar de la "revolución" que sufrió este año la Semana Santa malagueña, que modificó su recorrido oficial. Y poco después se atavió con las vestimentas de la cofradía. Ya con la túnica puesta, dio un beso de despedida a su chica, abrazó a todos los hombres de trono y, solemne, escuchó el himno de la cofradía. Cuando acabó, se colocó el capillo que le tapa la cara y, a su hora, golpeó la campana del trono para marcar el inicio de la procesión de la Virgen de Lágrimas y Favores por las calles de Málaga, que salía de la iglesia entre vítores y aplausos.

Es la imagen que el actor lleva siempre consigo en su cartera, como subrayó en el pregón de la Semana Santa de 2011. Aquel día relató una infancia ligada desde pequeño a una cofradía que por aquel entonces realizaba apenas un rosario a primera hora de la mañana por la feligresía de San Juan, su sede canónica. Hoy Fusionadas tomó vuelo y cada vez más cariño entre sus malagueños, que siguen los pasos de Banderas con los ojos cerrados. Si él es devoto de la imagen de Lágrimas y Favores, su ciudad también.

Este año, además, la cofradía estrenó la marcha Submarino de Lágrimas, de José Manuel Bernal y dedicada a la memoria de Ana Bandera, madre de Antonio Banderas, que falleció en noviembre de 2017. Fue interpretada por la Banda Municipal de Arahal.

Banderas lleva ya unos días en Málaga, como dejó ver en las numerosas publicaciones en sus redes sociales. Pasó la semana, de hecho, en la Escuela Superior de Artes Escénicas de Málaga (ESAEM) participando en la elección final del elenco que protagonizará A Chorus Line, el musical que servirá para inaugurar en octubre uno de los proyectos que prepara con más ilusión: su Teatro del Soho Caixabank. Allí conoció al medio centenar de aspirantes que llegaron a la fase final en unas audiciones en las que estuvo acompañado por el productor John Breglio.

El actor también participó el viernes por la noche en la gala benéfica de la Fundación Lágrimas y Favores –puesta en marcha por el propio Banderas- al que acudió junto a Nicol y Bárbara Kempel. La pareja del actor malagueño desde que se conocieron en el Festival de Cannes en 2014 es ya una asidua de Málaga, provincia que visita en numerosas ocasiones a lo largo del año. Al evento solidario también acudieron James Rhodes, Daniel Casares, Nieves Álvarez, Remedios Cervantes o Sara Baras.