La octava invitada del sector de los miércoles es la diva de todos los tiempos. Se atrevió a mostrar piel por la más artística y noble causa del mes de octubre

El Deber logo
4 de octubre de 2017, 4:00 AM
4 de octubre de 2017, 4:00 AM

A los 42 años quiere correr sus primeros 42 kilómetros en la maratón de Río de Janeiro de junio del próximo año. Ya ha superado los 21 km. y en enero de 2018 empezará a prepararse.     

Carla Patricia Morón Peña, quien pasó de diva a guerrera por la vida al vencer el cáncer de mama hace siete años, disfruta su actual estilo de vida saludable y es parte de la campaña contra esta enfermedad por el mes de octubre. La diva ilustra los retratos de Verónica Virreira, una de las participantes de la exposición que se llevará a cabo en el Ventura Mall. 

Abocada por completo al hogar que formó con Pedro Gantier y sus retoños Bruna (8) y Lorenzo (2), solo aceptó la artística y sexi sesión al tratarse de una buena causa, a pesar de estar un poco alejada de la lucha, debido a fuertes razones personales.

Estás menos metida en las campañas que en otros años...

En estos siete años he tratado de estar de alguna manera ayudando a las mujeres, desde casa. No tengo una organización o un grupo de apoyo y lo hemos charlado mucho con amigas que pasamos por esto, pero cuando estoy muy involucrada me afecta y me recuerda todo.

Me reconocen como una mujer que pasó por el cáncer de mama, por la batalla, como una guerrera, pero aun así a veces me parece una pantalla porque hay mujeres que no ganan la batalla y eso me lastima. He perdido a tres hermanas de lucha con las que estuvimos juntas, ellas vinieron a mí porque conocían mi historia.

Todas ilusionadas, y no lo lograron.

La enfermedad fue más fuerte y aunque otras diez sí salieron, eso me afecta. Di un paso al costado, pero no me cierro, como ahora, que me gustó que me llame
Verónica Virreira para su retrato.

¿Es menos invasiva para tu corazón esa decisión?
Sí, haciendo lo que me gusta, sacándome fotos, aunque no es el mismo cuerpo. Es lindo fusionar modelaje, arte y solidaridad.

A nivel físico, ¿superaste el tema del cáncer?
Hay casos y casos. En medicina y en sicología te dicen uno por uno y mi caso puede ser muy parecido a otro, pero nunca habrá dos iguales porque no hay dos organismos idénticos. Me hago controles y me dicen que mis exámenes están bien, pero necesito estar por lo menos una vez al año con chequeo de rigor.
Cuando siento una bolita me quiero morir, cuando me sentía bolitas me quería desmoronar y gracias a Dios no eran para preocuparse.

¿Tu hija tiene predisposición?
Sí, cuando hacés tu visita con el oncólogo lo primero que te pregunta es si tuviste familia con cáncer de mama y el grado de parentesco. Tuve una tía y una prima hermana, entonces hay la tendencia, mi hija es candidata, pero ya tiene a su mamá que todo el tiempo le dice cómo tiene que tocarse y qué es lo que hice yo, para que ella no tenga temor porque lo grave del cáncer es el miedo que genera, porque ese temor baja tus defensas, te pone negativa. Ella tiene que ver el cáncer de mama como algo que posiblemente le toque vivir y combatir. Entonces la miro y digo, quizás ella sea.

¿Tiene que ver algo el uso de siliconas?
No tiene nada que ver, es más, me detectaron el tumor cuando me hicieron el cambio de prótesis. De todo lo que sé y he leído nunca escuché de un caso debido a las prótesis, si te vino cáncer de mama con ellas, es coincidencia, igual ibas a tenerlo. 

¿Qué secuelas dejó todo eso?
Debilita el cuerpo muchísimo. Dicen que hasta ahora sigo un poco frágil por la radiación. Antes del cáncer yo no me enfermaba de nada, pero me doy cuenta de que si quiero correr 21 kilómetros y no estoy bien alimentada, si llevo mi cuerpo al extremo, caigo; si llevo mi estado emocional al extremo de un susto o una pena muy grande, me tira en cama tres días; antes no. Si quiero correr 42 kilómetros, aunque juré que no lo haría porque me iba a matar, tengo que prepararme y alimentarme muy bien porque correr 42 km deshace tu cuerpo.

¿Qué tan invasivo fue tu tratamiento?
No me llegaron a sacar nada, incluso las prótesis las mantuvieron a pesar de que yo les dije “saquen todo” y ellos dijeron que no era necesario. Antes sacaban todo, era lo fácil, ahora no, excepto si ya es un cáncer muy avanzado.

¿Te asustó no ser la misma Carla a nivel estético?
En esos momentos no, nunca pasó por mi cabeza asustarme si me quedaba sin nada, lo único que yo quería era no morir. Estar sin uno o los dos senos es nada si te dicen “vas a vivir”; si te mandan “hay que sacarte los dos”, no importa, afuera.

Te embarazaste de Lorenzo, se supone que no podías...
Preguntale a Diosito, me embaracé de Lorenzo sin periodo. El tratamiento lo corta porque controlan hormonalmente tu cuerpo.

¿Te hacías chequeos?
Sí, y aún así me enfermé. Me hacía una vez al año.

Estás con otro chip, ¿tu familia antes que todo?
Cuando nos casamos, lo hacemos con la idea de permanecer hasta viejitos. Uno entra con el sueño, la ilusión, el enamoramiento, todo es bello... y son burreras. Amo a mi  esposo y veo que amar va más allá de todo eso; hay que saber que habrá peleas, tsunamis, que habrá de todo dentro del matrimonio.

Si vos entrás con esa idea no quiere decir  que sos pesimista. Somos una pareja estable porque trabajamos en eso, si das rienda suelta a tu vida social, debilitás tu matrimonio; cada uno debe tener su espacio, pero hacer cosas en pareja también.

¿Pedro?
Compañero.

¿Carla?
Fuerte y aburrida (risas).

¿Divorcio?
Cáncer.

¿Cáncer?
Guerra.

¿Por qué ganaste esta guerra?
Porque soy bendecida.

¿Mujeres que no vencen?
Ángeles.

¿Desnudos?
Ya no tanto, artísticos.

¿Libro?
Haré mi autobiografía.

– ¿La TV?
Una pasión guardadita, latente.