Líder. Su divorcio y el fallecimiento de su hermana menor hicieron que la periodista vea la vida con otros ojos. Lejos de sentir resentimiento con Dios, se acercó más a él y está ‘reinventando’ su familia

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15 de abril de 2017, 5:00 AM
15 de abril de 2017, 5:00 AM

Detrás de la fragilidad que aparenta su delgadez y estatura hay una mujer valiente, inteligente y apasionada. “El periodismo no es una profesión es un estilo de vida”, afirma y sus palabras dan cuenta de cómo vive, a sus 33 años, la jefe de prensa de Gigavisión y propietaria de Life TV. Por estos días Carly Arias aún se recupera de dos golpes terribles, su divorcio y el fallecimiento de su hermana menor, pero lejos de oscurecer sus días, la hija de Jorge Arias los ilumina agradeciendo a Dios, entregándose a sus hijas y honrando su apellido. 

Vocación

Sentada en el sillón donde presenta noticias todos los días, la licenciada en Relaciones Internacionales y en Derecho explica a Sociales&Escenas que su principal motivación laboral es “la adrenalina”. “Esa sensación que tengo por la responsabilidad de informar sobre un hecho que puede cambiar vidas.

Además, tengo la obligación de explicar la situación adecuadamente”, manifiesta y recuerda que fue gasificada, que vio a personas ultrajando a otros seres humanos y que estuvo presente en momentos históricos de la nación. “Un periodista debe sentir esta emoción pese al cansancio, al estrés o a cualquier adversidad, si no la percibe, debe dedicarse a otra cosa”, sentencia.

Empezó su carrera hace 10 años conduciendo programas juveniles y ahora es, junto a su hermano Junior, la heredera del canal que su padre tiene en sociedad con Mariam Nazrala, y gerencia su propia estación televisiva. “El apoyo de mi padre ha sido muy importante. Él nos ayuda a cumplir nuestros sueños”, señala en referencia a Life TV, la señal que creó hace cuatro años y que, según ella, aún está empezando a levantarse. 

Carly, que se precia de trabajar en “el único noticiario a escala nacional que tiene todos los hechos noticiosos sobre la realidad política y económica del país”, declara que su ideología está ubicada “en el centro”. Descarta involucrarse con algún partido y afirma que no le atrae la función pública. Sostiene que su temperamento es “tranquilo” y que habitualmente escucha quejas por su seriedad. Confiesa que conoce más de 20 países y que las culturas que más la impresionaron fueron la inglesa y la rusa. Revela que se hizo una sola cirugía plástica, “en el busto”, pero que si pudiera retroceder en el tiempo no lo haría de nuevo porque tuvo complicaciones en su primer embarazo. Sostiene que le gusta leer sobre historia y que le agrada cocinar para sus hijas. También manifiesta que le divierte bailar salsa, aunque por estos días no lo hace porque aún guarda luto. 

El deceso de su hermana le cambió la vida. Sisy, cuatro años menor que ella, era asistente de vuelo en el avión que transportaba al equipo de fútbol Chapecoense y que se estrelló con otras 76 personas a bordo a fines de noviembre en Medellín (Colombia). “Me transformó el sentido de ver la vida, la forma de verme a mí misma, de relacionarme con Dios y aceptar que hay cosas irreversibles. Me di cuenta de que hay cosas que deben ser prioridad y otras que pueden esperar”, expresa. 
Por este motivo decidió paralizar la publicación de su revista, Quinto Poder, para dedicar más tiempo a su familia. “Con mi hermano Junior quisimos brindar el tiempo que nos demandaba la publicación a nuestras familias. Tenemos muchos proyectos, pero también poseemos paciencia”, afirma. 
No es el único cambio que la partida de su ser querido provocó en sus días. Actualmente asiste a la iglesia cristiana que frecuentaba su hermana.

Sostiene que su familia “se reinventó” a partir de la pérdida, y que ve en los hijos de Sisy un aliciente para recuperarse pronto. “Ellos se quedaron con su papá, que es un buen hombre”. 
Emocionada, relata que tiene lagunas mentales de la madrugada en la que se enteró de la tragedia y que fue ella quien informó a su padre del suceso. “Yo veía en ella un refugio y creo que ella también en mí. Con mi hermano cada vez que nos subimos a un avión pensamos en ella y deseamos que el golpe hubiera sido fugaz y que no hubiera sufrido”.

Es evidente que le afecta hablar de lo sucedido pero recalca que no tiene rencor. “Estamos golpeados y agradecidos con Dios por las bendiciones que recibimos todos los días. Somos una familia muy afortunada”, asevera. 

Nueva oportunidad

Después de ocho años de matrimonio se divorció de Jorge Lanteri, con el que tiene dos hijas, Martina, de siete años, y Julieta, de cuatro. La también empresaria asegura que tiene una relación “muy cordial y de mucho respeto” con su antiguo esposo. 
Por el momento no busca el amor, sin embargo, su perfil de galán pide ciertas características. “Quisiera un hombre trabajador, con pasión, que sea caballero y, sobre todo, que sea admirable. No pido mucho”, lanza y sonríe. 

Cuando le preguntamos si no cree que repele las propuestas sentimentales con su imagen de mujer seria, responde con total espontaneidad y serenidad: “Soy lo que soy. Quizás no le di a mi matrimonio el tiempo que necesitaba porque mi trabajo me apasiona demasiado. Mis hijas y mi trabajo son todo en mi vida, pero uno aprende”, concluye 

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