Buena anfitriona. Es voluntaria, la primera mujer en presidir el Rotary Club Santa Cruz de la Sierra en 80 años. Su hogar está pensado para recibir gente querida en diversas ocasiones

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11 de marzo de 2017, 4:00 AM
11 de marzo de 2017, 4:00 AM

Su madre le enseñó dos cosas muy importantes a la hora de atender a amigos y familia en casa: que más importante que lo que se gasta en la mesa es el cariño que se le pone al momento, y que siempre hay que reflejar ese afecto con una inmensa sonrisa al dar la bienvenida.   

La casa de Carmen Cueto de Barbery está diseñada pensando en el prójimo más querido, sus invitados. Tiene un amplio jardín con piscina, y lo envuelve una galería con inmensos horcones de madera. Es tal su deseo de transmitir calidez, que hasta la luz de sus espacios sociales es de color ámbar; también hizo construir un salón con capacidad para 80 personas, para algunas actividades de su institución querida, el Rotary Club Santa Cruz de la Sierra. Carmen se ha convertido en la primera mujer en presidirlo, en sus 80 años de historia, y además es la presidenta del Comité de Damas del Rotary Club Santa Cruz y coordinadora general en el Centro de Comercialización y Remates El Marucho.

Piscina. Es el escenario de los más grandes encuentros, donde llegó a acoger a casi 300 invitados por el natalicio de su esposo
Piscina. Es el escenario de los más grandes encuentros, donde llegó a acoger a casi 300 invitados por el natalicio de su esposo

Está casada con Luis Fernando Barbery Paz, presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz, con él tiene dos hijos: Natalia y Jorge Andrés, que viven en Estados Unidos, pero a quienes, cuando los visita, les prepara sus delicias favoritas, como pollo a la mostaza con miel, pollo a la piña y fetuccini, además de un postre especial para Semana Santa.


Durante su rutina en tierra cruceña, debido a sus ocupaciones, le falta tiempo para meterse en la cocina, pero cuando tiene reuniones en casa, la intransigencia del reloj no le impide lucirse como anfitriona.
Adora comprar mantelería, servilletas y portaservilletas con detalles, tiene para distintas ocasiones y sus amigas, a modo de broma, le dicen que adquiere más artículos para su hogar que ropa para ella misma.


La recepción social más grande ofrecida en su casa ha sido para casi 300 personas, por el cumpleaños de su amado. En esos casos más numerosos, instala a los invitados en la parte del jardín y la galería, mientras que para sus juntes pequeños elige el comedor y el living.


Con la familia, incluidos los hijos de su esposo, comparte churrascos los fines de semana; mientras que ellos se encargan de la carne, las ‘chicas’ toman la cocina para preparar ensaladas y arroz.
Su lugar favorito es el balcón de su dormitorio, con vista al jardín. Sobre todo los domingos, se sienta ahí con su esposo a charlar de los temas para los que les escasean las horas durante los días hábiles.
No es anfitriona improvisada, sigue las reglas de etiqueta y protocolo para su gente