Día Internacional del Jazz. Ocho artistas de la movida boliviana afirman que este género es el padre de todos los ritmos musicales. Dicen que si bien el mercado ha crecido, todavía es muy reducido 

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30 de abril de 2018, 4:00 AM
30 de abril de 2018, 4:00 AM

El jazz es más que una palabra de cuatro letras. Y los músicos que le dedican horas y horas a conocerlo más a fondo aseguran que es la columna vertebral de todos los ritmos musicales.

En este Día Internacional del Jazz, ocho personajes de la movida noctámbula hablan de su crecimiento, de aquellas bondades y esas falencias que pueden ir ‘acomodándose’ con el paso del tiempo. Hablan Gustavo Orihuela, Ivett Gala, Carla María Vaca Díez, Priscila Santos, Dorian Méndez, Gustavo Escóbar, Everton Vidal y Kevy Morató.   

Jazz, ¿con qué se come eso?
El jazz no es fácil de digerir. Afirma Kevy Morató. Él cree que la gente todavía “no le entiende” o por ahí el latino, por su idiosincracia, le gusta más “lo fácil y simple” y es por eso que saborea un reguetón o música electrónica antes que un jazz. “Las personas escuchan más Maluma y Bad Bunny, que destruyen la música, y les cuesta disfrutar un jazz”, dice el hombre que lleva unos 20 años en la movida musical. 

Y sigue de frente: “Al público les cuesta pagar 80 pesos por un concierto de jazz, pero cuando sale del teatro paga fácilmente cinco cervezas”. “Culturalmente hemos crecido, hay más opciones, pero no van a vernos. Sin embargo, soy consciente de que no podemos transformar a la gente de la noche a la mañana”, agrega.

Ivette Gala García es otra de las artistas del medio. Tiene 26 años y viajó de Buenos Aires a Santa Cruz cuando tenía 23. Tiene dos bandas, Calivé y Oshuns. Cree que el público es pequeño, pero ha habido un crecimiento si se lo compara hace cinco años atrás.

“Al oído el jazz es complicado musicalmente y difícil de entenderlo, suena y parece desafinado, pero es un género que enamora y se ha convertido en una gran influencia para nosotros (los artistas). Nosotros hacemos jazz, pero lo fusionamos con la música de Bruno Mars, Nicky Minaj y Ariana Grande para que los jóvenes nos escuchen”, explica.

Everton Vidal (35) es de Manaos (Brasil), estudió Música, pero se vino a pasar Medicina a Santa Cruz; integra la Camerata del Oriente. Cree que el jazz es “una forma de sentir la música, es libertad...”. “Con el jazz te expresas como eres. El movimiento ha crecido, pero falta más. Yo vivo de la música, pero debo trabajar mucho”, cuenta. Su compañero, Dorian Méndez (34), ve al jazz como el padre de todos los ritmos. De él se desatan el blus, el rock y los demás, menos el folclore. Eso lo hace especial y eso lo convierte en un estilo de vida diferente.

“Si la música es un lenguaje, el jazz es su versión mas elocuente. No es que sea un mejor o peor ritmo, solo que te da una paleta de colores a elegir. Es más completo”, indica. Méndez, que estudió Música en EEUU y Argentina (su tierra natal), sigue confiando en el jazz y ahora produce y dirige su propia banda, The Funky Tones.

Para él, el público ha ido creciendo gracias al internet, porque pueden ver un video de jazz y aprender a través del monitor. Reconoce que el mercado aún no es sólido, pero son positivas las actividades, como el FestiJazz.

Jazz, mucha connotación  

El experto Gustavo Orihuela (34), que lleva metido en el mundo de los escenarios hace más de 15 años, reflexiona sobre el movimiento jazzero: “Deberían haber más espacios de educación y difusión del jazz para niños, jóvenes y adultos, no solo clubes nocturnos, sino más centros diurnos de socialización, porque el jazz es unión, consenso e igualdad de oportunidades en la diversidad”.

Sigue: “El jazz es un estilo de vida, un género musical con mucha connotación social. Es una rebelación, porque llevó la voz de legitimar a los afroamericanos. Es símbolo de virtuosidad”. A su vez, Gustavo Escóbar (22), que se dedica a bailar jazz hace seis años en Danzarte, considera que la base “del todo” es el jazz y que hay más gente entregada a él. “Es un ritmo fundamental para productores y bailarines. Hasta se lo fusiona con el reguetón”, dice. 

Carla María Vaca Díez (30) considera que el jazz es sinónimo de emociones. “A través de él puedo expresar mis sentimientos al cantar, como la alegría, la tristeza, el amor... Es hermoso ver cómo los instrumentos y cantantes pueden improvisar y realizar infinidades de arreglos y acordes en sus solos, dejándote en el cielo”, aduce.

La artista brasileño-boliviana Priscila Santos (26) es solista de jazz y dice que es “difícil” trabajar con este género porque a la gente les gusta más el reguetón. Aconseja explotarlo más. Hoy estos ocho grandes personajes celebrarán a lo grande con lo mejor que saben hacer, jazz. 

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