Durante la guerra civil de EEUU se teje un universo femenino en el que las buenas formas son el pan de cada día 

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29 de septiembre de 2017, 4:00 AM
29 de septiembre de 2017, 4:00 AM

Los campos de plantío abandonados por una guerra civil en apogeo y el caminar de soldados confederados adornan la entrada que va o se aleja del frente de batalla. La aparición de un hombre mal herido en una decadente escuela de señoritas es lo que desencadena la curiosidad sexual de las pocas estudiantes que quedan en la institución. El despertar a sus instintos es imparable. 

Sofía Coppola nos entrega esta interpretación de la novela A painted devil, de Thomas Cullinan. La cineasta olvida totalmente a los personajes de color en la historia y aun así nos cuenta una historia en la que las emociones toman poder de cinco jóvenes ante el “macho” que entra a su territorio.

El intruso es interpretado por Colin Farrell, que imprime un toque de seducción a cada una de sus escenas con las jóvenes pupilas. Nicole Kidman encarna a la directora del instituto, una mujer dura y poco tolerante que comienza a detectar el problema sin darse cuenta de que ella también es parte de la situación.  Coppola nos cuenta esta historia cargada de emociones y detalles que van más allá del erotismo o la seducción, se inclina a un lado humano de búsqueda y pertenencia con un desenlace extremo.

El seductor es un proyecto que se cocina a fuego lento frente al espectador sin dejar salir la presión que genera, perfecta para espectadores que buscan una historia trepidante sin las incomodidades de un melodrama cursi.

Coppola apela por un filme en el que la ambigüedad sale a discusión. Por un lado, tenemos al protagonista, que puede ser catalogado como un superviviente o como un manipulador, quien hace uso de su galantería para tener a un ramillete de mujeres a su merced. Por otro lado, la directora opta por la sutileza y elegancia de las necesidades femeninas, el cómo las vislumbras y cómo van tejiendo esperanzas o anhelos, con la finalidad de amar y ser amadas. A diferencia del filme de 1971, en este no hay tanta audacia y ferocidad en las escenas, puesto que en el filme de Siegel hasta hay escenas surreales de tríos amorosos y besos lésbicos.  En sus emplazamientos, el bosque parecería un personaje más del filme, a su vez se percibe un diseño de producción ‘ad hoc’ a la época, así como guiños de fábula. Kidman y Dunst son las que inyectan el ‘punch’ al universo  femenino, en el que las pasiones y la cabeza fría salen a relucir. 

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