Él. Abraham Urdaneta tiene 19 años. Aprovechó el Men Universe Model para quedarse en República Dominicana. Dice que en Venezuela “la situación es difícil cada día”. Y busca un “mejor futuro” para él

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17 de agosto de 2018, 4:00 AM
17 de agosto de 2018, 4:00 AM

Hasta que llegó el momento. Ese día Abraham Urdaneta metió ropa a su maleta y le dio la vuelta al cierre. Suspiró. Subió al avión y miró por última vez su tierra. Era él y sus cosas. Y solo él sabía que esa partida era para siempre.

Llegó a Rep. Dominicana. Se puso la banda de Míster Isla Margarita y buscó ganar. No pudo, pero lo ubicaron en el top 12 y lo nombraron míster elegancia. Se apagaron las luces del Men Universe Model 2018 y todos se fueron a sus casas, pero él se quedó.

La amiga cercana a una integrante de la organización le dio cobijo. Él le lava el auto y le cuida el negocio, así se gana un lugar donde comer y pasar la noche. O las noches, porque piensa quedarse. No sabe hasta cuándo, pero parece que será por mucho tiempo.

La isla, otra vida

Es cauto al hablar cuando se le pregunta el porqué de esa decisión. No señala directamente al gobierno de Nicolás Maduro y deja claro que no quiere meterse con la política. Dice: “La situación en Venezuela cada vez es más difícil. No diría que hui de mi país. Solo estoy en busca de un futuro mejor para mí”.

No busca culpables, pero relata que en el país de la miss Universo Bárbara Palacios no hay transporte público (por los altos costos de las llantas, los lubricantes y los repuestos), y la gente tiene que trasladarse en un camión llamado el ruta chivo. “¿Cómo podría ir a la universidad si no hay bus? En Venezuela o comes o estudias. El efectivo no alcanza para ambas. Un sueldo mínimo es de un dólar y medio, no consigues nada con eso”, añade.

Abraham cuenta que no hay cosas básicas para el hogar. En un semana se vende solo harina y en otra arroz, pasta o azúcar. Y también hay problemas con el agua y la luz. En Zulia, por ejemplo, hay luz solo por 12 horas y en Barquisimeto (su ciudad de origen) no hay agua. “Se tiene que esperar que llueva o prestarse de un familiar...”, indica. “En Venezuela la clase media es baja y la clase alta es alta, y esa sí tiene todo (los servicios)”, apunta.

El modelaje, su futuro

Vive en Boca Chica a unos 30 kilómetros de Santo Domingo. Está “bien” ahí. Acaba de hacer un trabajo publicitario para un supermercado y le pagarán estos días. Le gusta el modelaje. “Soy más modelo que míster”, se dice a sí mismo. Y seguirá buscando qué hacer para sobrevivir. Eso sí jamás vendería su cuerpo para conseguir unos dólares.

Se sorprendió cuando el jurado lo ubicó en el top 12 del certamen. Quizá no se lo merecía porque llevaba siete meses sin pisar el gimnasio. “Fui el único míster que no estaba preparado. Ahora tengo que marcar el abdomen para seguir modelando”, dice.

Eso de ser un maniquí masculino lo practica recién. Su tamaño (1,93 m) le ayuda. El 21 de octubre cumplirá 20 años y no sabe si seguirá respirando en el Caribe. Su amigo, el míster Bolivia Cristian Rojo, lo ha invitado a Santa Cruz. Ambos fueron compañeros de cuarto en el concurso y ahora chatean seguido. Si tuviera dinero y las condiciones necesarias, quizá lo haría.

La soledad, su aliada

Siempre fue independiente. Sus padres se separaron hace nueve años. El papá vive en Venezuela y la mamá, en Perú. No derramó ninguna lágrima ni por su familia ni por sus amigos (solo tiene tres). Es fuerte. Siempre lo fue. Su mayor fortaleza es confiar en sí mismo. “Siempre estuve solo. En el colegio me sentaba en el último asiento, solo”, cuenta.

A veces piensa en todo esto y el hecho de haberse preparado mentalmente lo tranquiliza. No volverá a casa. De eso está seguro.

Porte. Es alto y de contextura atlética. Eso suma para hacer trabajos de modelaje
Concurso. Así posó para una de las fotos principales del Men Universe Model 2018