Un incómodo episodio con una colega en vivo le costó agresiones. Hoy, una humilde Fabiola Chávez regresa para brillar en la TV

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11 de agosto de 2019, 7:16 AM
11 de agosto de 2019, 7:16 AM

Finales de 2016. La Paz. La que parecía una mañana normal en el trabajo terminó en un altercado con una colega, que se transmitió en vivo para todo el país. Esto desencadenó una tormentosa polémica que cambió su vida… ¿para siempre? Aún no lo sabe, solo espera que en algún momento el odio se termine.

Ella es Fabiola Cristina Chávez Fonseca (34), presentadora de televisión venezolana radicada en Bolivia, que desnudó su intimidad ante Sociales para hablar del escándalo que enfrentó, de su vida, de sus sueños y de su país.

Con el dulce acento y expresiones naturales de su país relató el terror que le provocaron las agresiones que sufrió de parte de personas anónimas y la impotencia que siente al recordar la realidad que vive su familia en Venezuela.

La caja de Pandora

“En todos los programas existen momentos de tensión y eso fue lo que sucedió. No creí que fuera tan grave lo que pasó”, expresó. Tras el incómodo momento, que se hizo viral en las redes sociales, miles de cibernautas se volcaron contra ella y sus disculpas públicas no fueron suficientes.

La acusaron de maltratar a su compañera de set, le pusieron apodos y, refugiados en cuentas falsas, le exigían que regrese a Venezuela. Y eso no fue todo.

“Tiraron a matar. No supe qué hacer. Soy madre sola y me asusté cuando amenazaron con hacerle daño a mi hija. Rompieron los vidrios de la casa en la que vivía y me rayaron el auto. Entonces senté una denuncia”, revela.

Ante tanta presión y en vista de que sus detractores no se calmarían, Fabiola decidió abandonar Bolivia. Una beca para un posgrado en España fue la mejor noticia que recibió en aquel momento. Tomó sus maletas y se fue con su pequeña Agustina, de nueve años, a cambiar de aires.

Lejos de la polémica

Se instaló en Barcelona para estudiar Locución, Redacción y Actuación en la escuela Nancy Tuñón y Jordi Oliver, pensando en ampliar su campo laboral.

En paralelo buscó trabajo y lo consiguió en la organización de eventos. Cuenta que le iba bien, pero, a pesar de su despegue, decidió retornar al país porque el papá de su hija es boliviano y quería que la pequeña crezca con esa figura en su vida.

En Santa Cruz

Su llegada a la ciudad de los anillos fue acompañada de acogedores abrazos de sus amistades, y de esperanza.

Tuvo que tocar puertas para trabajar en la pantalla chica y, aunque sus más de 10 años de experiencia en medios no dejaron que su inicio fuera ‘desde abajo’, en muchos lugares le cerraron las oportunidades por esa sombra del pasado que no la dejaba de perseguir.

Megavisión apostó por ella desde febrero. Actualmente conduce la revista Buen día y el noticiario Epicentro. “Estoy agradecida con la gente cruceña, también con el personal del canal que me dio la oportunidad de que mi cara no se pierda. Tengo muchos deseos de crecer. Le pongo pasión a todo lo que hago. Creo, además, que la televisión aquí es más abierta y menos protocolar que en La Paz y eso me gusta”, afirma.

Venezuela en el corazón

Fabiola nació en Barquisimeto, estado de Lara. Su madre es venezolana y su padre, boliviano.

Pasó la mayor parte de su vida en su tierra, donde terminó el colegio. Luego vino su mudanza al corazón de Sudamérica, de eso ya hace 13 años, específicamente a La Paz, donde estudió Odontología, profesión que jamás ejerció, y Comunicación.

Allá se quedaron muchos familiares, a los que ayuda económicamente. “Me duele mi país y mi gente. Tomamos malas decisiones políticas y ahora estamos pagando por ello. Tengo una tía diabética a la que le enviamos medicamentos que no le llegan. No puedo ni renovar mi pasaporte, porque me dicen que no hay papel. La gente se muere de hambre y los remedios son un privilegio”, expresa, sin poder contener sus emociones. Pero, a pesar de tanta tristeza, asegura que sueña con volver.

Mientras tanto solo quiere hacer bien su trabajo, sacar adelante a su hija y dejar los escándalos en el pasado.

Durante mucho tiempo se culpó por lo sucedido, pero ya se perdonó. “Creo que todo aquel que cometió un error tiene derecho a cambiar y a enmendarse. Esto debería tener un final”, dice.

Está convencida que en algún momento la gente podrá pasar completamente la página y ella vivirá su nueva oportunidad. Esta vez, en paz con su corazón.

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