El competidor de Yingo habla, sin tapujos, que ha sido víctima de acoso y de discriminación en Bolivia, pero eso no le quita el sueño. Oriundo de Cabo Verde. Quiere ser actor, piensa en casarse y tener tres hijos

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20 de mayo de 2018, 8:00 AM
20 de mayo de 2018, 8:00 AM

No solo son ellas, ahora son ellos. Desde que las actrices comenzaron a ventilar los acosos en Hollywood, los varones se animaron a alzar la voz y denunciar  que también son ‘víctimas sexuales’ y de discriminación. Tal es el caso del participante del programa Yingo Fabrizio Dos Santos Silva que hace nueve años tomó un avión desde su natal Cabo Verde, unas islas del Atlántico africano, para venir a Bolivia.

Se sentía atraído por la medicina, pero la canjeó por las leyes. Pronto, y en contra de los consejos de su madre, saltó a las pasarelas y a la pantalla chica.

Él intimida a cualquiera. Es un ‘gigante’ de 28 años y 1,84 m. Su cuerpo es una muestra de lo imponente que es su raza. No tiene el martillo y la cabellera rubia de Thor, pero posee unos musculosos brazos y abdominales de acero y es todo un galán como el príncipe Harry, aunque no se esfuerza por serlo, le sale por naturaleza.   

Acoso. Esa palabra ha sido una constante en su vida desde que ya es un famoso. Algunos lo ‘alaban’ en Facebook, otros lo insultan por su color de piel e incluso en la vía pública lo amenazan de muerte, pero... hay unas “personas locas” (como dice él) que se atreven a proponerle sexo por dinero y él se lo toma con calma. Solo lee el chat, no responde. 

Hace tres años sale con Milli Spence (32), a la que llevará al altar y con la que tendrá al menos tres hijos. Ese es su sueño.  

¿Cómo fue que llegaste a Bolivia?
En Cabo Verde hay la costumbre de terminar los estudios en el colegio e irse a estudiar una carrera universitaria a otro país. Yo había elegido Rusia para formarme en cine 3D, pero mi madre no quiso que vaya para allá, porque decía que no había futuro en eso y me aclaró que si no era Bolivia no viajaría a ningún lado. Además, argumentó que mi hermano mayor, que ya vivía acá, sería mi gran apoyo. A mis 19 años llegué para estudiar Medicina, el sueño de mi familia. 

¿Qué dificultades tuviste en Bolivia?
Bolivia es mi segunda casa. La recepción de los bolivianos ha sido cálida. Me conocen y me tratan muy bien, son buenas personas, pero lamentablemente me topé con algunos que me han juzgado por mi color de piel. Varias veces en la calle me dieron insultos racistas, como “¡Negro de m...!”. A veces estas cosas me frustran porque trato de hacer el bien sin mirar a quien, pero a veces me toca lidiar con esa carga negativa. 

¿Cómo diste el salto de Medicina al modelaje?
Pese que a mi madre le hacía feliz que estudie Medicina, me di cuenta de que no era para esa carrera y me animé a ser un chico de leyes; de momento tengo congeladas mis materias por mis responsabilidades con la tele, pero ya estoy en los últimos semestres. El modelaje llegó a mi vida en 2014 cuando empecé a independizarme de mi familia.

Al inicio mi mamá no aceptaba que me hiciera modelo porque consideraba que no era un trabajo serio y que me iba a distraer de mis estudios. En mi primer año como maniquí fui elegido mejor modelo masculino en la Feicobol y en 2016 me eligieron imagen del Bolivia Fashion Week. Ahora soy modelo fitness y he dejado de lado las pasarelas. 

Tu fichaje para participar en los realities fue en un boliche... 

Sí. En 2016 la producción de Bailando por un sueño de Cochabamba me conoció en una discoteca y me propuso participar en el reality. Intercambiamos números de celular y al día siguiente me llamaron. Entré a la competencia como reemplazo de Manolo Molina. Luego fui parte de Juga2 y ahora soy del equipo lila de Yingo (que se emite por Red Uno).

¿Qué creés que te faltó para ganar el ‘Bailando’ si eras un buen contrincante?
Siempre tuve buenas presentaciones, incluso por eso llegué a ser finalista de la tercera temporada,  pero creo que debí aprender a llorar para haber ganado. 

¿Cómo ha sido sobrellevar en tu vida todo lo que conlleva ser parte de los realities?
A veces es indescriptible, pero se puede decir que es una bendición porque he podido ayudar a gente de escasos recursos. Me ha dado una estabilidad económica muy buena. En los primeros dos días de estar en el ‘Bailando’ mi página de Facebook explotó. La cantidad de seguidores subió de 800 a 5.000 y ahora tengo 67.000 en casi dos años de estar en los programas de la telerrealidad. Ahora camino por la calle y la gente me pide una foto o un autógrafo y grita mi nombre. Las empresas me buscan para que sea su imagen.   

En las redes sociales tus seguidores hablan del efecto ‘Morenazo’... 

Sí. Mis amigos me comentan que normalmente impresiono cuando me conocen.  

Tu fama atrajo a personas que te apoyan en las redes y gente intolerante y muy osada...

Me llegan comentarios cargados de odio y racismo, y en algunos casos pasados de tono. Hace poco, desde el perfil de Facebook de un varón, me ofrecieron acostarme con su esposa por dinero. No respondo a eso, porque creo que son ‘personas locas’.   

 ¿Y en la calle te acosan?
No, creo que las chicas se intimidan por mi estatura y los varones solo se me acercan para preguntarme sobre mi físico. 

¿Qué pensás de la prostitución? 
Es un oficio que te da plata fácil, pero no es algo que haría. Mis principios no me lo permitirían. 

Después de Juga2 ibas a dejar los realities, ¿por qué?
La presión de la gente me cansó, quería poner en pausa la tele para dedicarme a estudiar teatro, terminar Derecho, y viajar a otro lugar, pero la producción de Yingo me convocó para que esté por dos temporadas. Quiero ser el siguiente Pantera negra (superhéroe de Los vengadores).  

¿Cómo ves la competencia en Yingo?
Como el público ya no vota para que sigamos en el programa y cada quien pelea por su honor, algunos de los competidores muestran sus verdaderas caras y dicen las cosas sin medirse. 

¿Cuál creés que es tu mayor contrincante en el reality?
Soy un participante completo. Si bien no soy el mejor bailarín, pero siempre realizo buenas presentaciones. Si no soy el más ágil, soy  uno de los más fuertes. Además estoy entre los más inteligentes del grupo.  

¿Qué pensás sobre la ola de críticas que generaron las respuestas de dos de tus colegas en un juego de destreza mental?
Es una pena que la gente realice escarnio de eso. Una mala respuesta la puede dar cualquiera. 

Hace seis meses estás viviendo en Santa Cruz con tu pareja, ¿cómo es la convivencia?
Es placentero porque es una chica muy tranquila y casera, pero también le encanta salir para conocer los lugares y personas. A veces tenemos nuestras diferencias porque a mí no me gustan que se muevan las cosas. 

Ella (tu novia), ¿cómo sobrelleva tu fama?
Estamos tres años juntos, pero siempre se pone celosa por las notas que insinúan que estoy en una relación amorosa con alguien, cuando sabe que eso no es cierto. No le gusta que suba fotos ‘exhibicionistas’ a mis redes. Le doy toda la estabilidad para que se sienta segura. Hasta ahora no tuvimos dificultades.  

¿Cómo se conocieron?
Fue en 2015, en una fiesta en mi casa, y desde entonces nos sentimos atraídos; al mes empezamos una relación. Milli es de Australia y llegó a Bolivia para realizar un voluntariado.  

¿Qué cosas tienen en común?
Compartimos la fascinación por los animales y la naturaleza, y nos encanta viajar para conocer culturas y lugares.

¿Qué pensás del matrimonio?
Creo que es un contrato para salvaguardar la sociedad y la familia, pero también sé que no me casaría con alguien que no amo. 

¿Te imaginás llegando al altar con Milli?
Sí. Milli me hizo volver a creer en el amor. Estoy esperando que ella me ponga el anillo en el dedo o tal vez yo un día me anime a proponerle casamiento. 

¿Sufriste por amor?
Cuando tenía 19 años me enamoré perdidamente de una chica, con la que tuve cinco años de relación y hasta quería casarme con ella, pero terminamos y al mes la chica estaba embarazada de otro tipo. No entendí nunca su forma de actuar.  

 ¿Has pensado en formar una familia grande o reducida?
Nos encantan los niños y me gustaría tener tres hijos. Es un tema que hemos hablado. Al primer bebé lo llamaríamos Kakao. 

¿Liberal o conservador?
Soy de mente abierta, pero tengo mi lado conservador. 

Un fin de semana, ¿boliche o casa?
Prefiero casa, cuando uno está en una relación cuesta tener un estilo fiestero.  

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