La ex modelo beniana le revela a EL DEBER que recurrió a la fertilización in vitro para tener a su primogénita. Dará a luz a Rafaela en agosto. Está alejada de la política. Quiere la paz en su vida

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2 de junio de 2019, 10:08 AM
2 de junio de 2019, 10:08 AM

Rafaela se sacude. Patea. No le gusta estar de costado ni derecho ni izquierdo. Solo deja de moverse cuando su mamá se acuesta de espaldas sobre la cama. Cuando está despierta pide dulces, le gustan. Y algunas veces el hipo aborda su pequeño cuerpo. Lleva 28 semanas formándose en la pancita de Jessica Jordan y en agosto -cuando vea la luz- llorará, moverá sus diminutos dedos y en su certificado de nacimiento dirá: Rafaela.

Sonríe. El embarazo le sentó muy bien. Sus ojos brillan cuando habla de su pequeña y no se ocupa de otra cosa que pensar en ella y en su futuro bienestar, aunque sea muy pronto.

La primogénita de la miss Bolivia 2006 fue planificada. Jessica y Sebastián -el papá- pensaron en ese terroncito de azúcar hace tiempo. Y ambos acordaron que recurrirían a la fertilización in vitro para traerla a la vida. Eso no fue motivo de debate. Jessica asistió a una prestigiosa clínica cruceña para hacer el tratamiento y no le tuvo miedo al proceso ni antes ni hoy.

“Claro que todo está en manos de Dios”, agrega. Y es la primera vez que le cuenta las buenas nuevas a un medio en Bolivia. Decidió realizar la exclusiva con EL DEBR.

El inicio

La también llamada reproducción asistida no fue complicada para la ex reina de belleza. Siguió al pie de la letra las recomendaciones del médico y ahora goza de una gran experiencia, a sus 35 años.

Al inicio tuvo que esperar 10 días, porque sus óvulos viajaron hasta EEUU y tardaron ese tiempo en retornar al país. “Los analizan y verifican que no tengan ningún mal congénito”, completa. Le dijeron que, de los tres elementos estudiados, uno se convertiría en su hija soñada.

Le implantaron ese embrión. Y Jessica solo esperó la ayuda divina, porque la ciencia ya lo había hecho todo. Cuando volvió a la clínica le dieron la noticia: sí estaba en cinta. Ahí se pintó esa sonrisa que sigue latente casi siete meses después. Es una experiencia única. Eso es lo que cree. Y es feliz.

La vivencia

Hasta las 16 semanas Jessica se sentía mal. Solo tenía malestares y tenía ganas de vomitar. Era horrible. No soportaba ningún tipo de olor y su boca no podía sentir ni agua. Pasó esa etapa y su estado cambió repentinamente. “Amo mi barriga. Amo mi embarazo”, expresa. Y sus ojos siguen brillando.

Aún no tiene la cuna. Pero poco a poco irá adquiriendo la ropita, los pañales, la mamadera y la sonajera. Está tranquila, más aún que ahora sabe cómo se llamará su niña. Para eso primero pensó en ella. No le gusta mucho haber sido bautizada como Jessica Anne y hubiera preferido llevar solo un nombre. Vio a su lado y también se encontró con que el papá se llama Juan Sebastián Atilio. Tampoco quería usar un nombre de la abuela, de la tía o de la bisabuela. No quiso complicarse con su bebé y se decidió por Rafaela.

No sabe si tendrá un parto normal o cesárea. En su cabeza abundan esas ideas que la gente le ha lanzado sobre las dos opciones. No quiere pensar en ello, solo busca tomárselo con calma. Su abuela tuvo 11 hijos con los dolores naturales, quizá se anime a lo mismo. Aún no está decidido.

El silencio

Jessica fue señorita Beni 2006 y se llamó Bolivia en el Miss Universo 2006. Se paseó en el Miss Tierra de ese año y en 2008 triunfó en Colombia, como reina Internacional del Café. Lo tuvo todo hasta que decidió dejar el modelaje y saltar a la arena política. Fue candidata a la Gobernación de Beni en 2010 y 2013 por el Movimiento al Socialismo y no ganó. Después respiró en Nueva York como cónsul general de Bolivia. Eso entre 2014 y 2017.

Renunció y se perdió del mapa hasta ahora. En estos dos últimos años prefirió alejarse de la luz pública, darse un tiempo para ella y planear su maternidad. No busca retornar ni al modelaje ni a la televisión ni a la política. Solo quiere estar en paz consigo misma y dedicarse a su hogar una vez que Rafaela ya esté en sus brazos.

No ha sido fácil. Ni como miss ni como delegada internacional. Cuando tuvo la corona de Promociones Gloria aprendió a ser disciplinada y madura. Y en Nueva York trabajó de domingo a domingo. Era la encargada de atender a los bolivianos en 11 estados y tenía mucho que hacer. Así que estaba exhausta y solo quería volver a su país. Retornó. Sigue siendo ella: reilona, juguetona, llena de sueños y metas para alcanzar. “Me gusta llevarme bien con las personas y ser útil. Quiero que mi vida no sea en vano. Logré ayudar a muchas personas y eso me llena, me reconforta muchísimo”, encierra.

La fama

Tenía 17 cuando comenzó a trabajar como maniquí. No sabía nada de la fama. La mitad de su vida estuvo en los flashes de los medios. Aprendió a vivir con eso y a “defenderse”. Une: “Todo el mundo piensa que tiene el derecho de criticarte, de decir qué deberías haber dicho, cómo deberías haber vestido, con quién deberías casarte o cuándo tener hijos. Creen que tienen el derecho de involucrarse en tu vida privada”.

Completa: “Todo el mundo tiene el derecho de tener fantasías con las personas que son públicas. Infelizmente, para nosotros, es así, pero siempre tenés que buscar la forma de cómo proteger tu vida personal. Siempre fui reservada y es importante tener tu espacio y saber hasta dónde es el límite”.

Con el tiempo entendió que -a pesar de ser modelo- lo más importante no es lo que se ve por fuera, sino por dentro. “Aprendés a amarte y a cuidarte. Aprendés que la única competencia que existe sos vos misma. No hay otra”, dice.

El futuro

No ha vuelto a su natal Huacaraje, pero dice que llevará a Rafaela para que conozca la tierra de su mamá. La prioridad es su bebé. Quiere una “vida normal”. Y esta pausa le ha ayudado a cultivar más su relación con Dios. Ya anhelaba experimentar esta etapa. “La maternidad me ayudará a completar el ciclo de ser mujer”, cierra. Toca su pancita, donde respira y patea su pequeña Rafaela.