Es el cerebro del Cosquín Rock, ese famoso festival que lleva 18 años respirando. Pactó con Sociales&Escenas para ‘ventilar’ aquellas cosas que son la ‘comidilla’ de los medios argentinos

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20 de agosto de 2017, 4:00 AM
20 de agosto de 2017, 4:00 AM

Un picaflor. Eso es José Palazzo, el creador del Cosquín Rock. Y él no lo niega. “Soy mujeriego”, dice con ese particular acento cordobés que ingresa a la grabadora. Y no tranquilo con eso agrega: “No lo oculto”. Él es así. Siempre lo rodeó la polémica, aunque él prefiere alistar mejor la semántica: “No es la polémica, me exponen demasiado”.

Fachero a más no poder. Siempre lleva una remera (polera en Bolivia) y pantalones que le dan vida a su pinta hippie. Su cabello níveo es una cresta de gallo que, según él, no es ‘adrede’, sino ‘casual’. “Así me despierto”, dice. Pero, se nota que la mascota serpentea esa cabeza ya hace tiempo y que esa barba de chivo, también blanca, se convierten en parte de su identidad ‘rebelde’.

Cuando cruza los brazos aparecen esos logos de los festivales que ha organizado, un diablo, un ají ‘para ahuyentar a los bichos y a la envidia’, un corazón partido y las expresiones Sobrio a las piñas (canción de la banda Divididos) y un ‘gracias’ en la mano. Muchos de ellos se los hizo su hija, que se dedica a tatuar a la gente. “Soy su pizarrón”, añade.

Estuvo casado con Carolina Cabral por 23 años. Se divorció. Tiene dos retoños, que son su mayor fortaleza. Las adora muchísimo y eso lo repite a cada rato. “Tengo dos nenas, respeto a la mujer por ellas”. Pero, ¿se puede ser mujeriego y respetuoso a la vez? Responde: “Sí”. ¿Cómo? “Siendo claro con las mujeres, en plural. Estoy casado con mi trabajo”. Siempre tiene una respuesta para todo. ¿No es un cliché decir que uno está casado con el trabajo? “Sí, pero es que le soy infiel con otras chicas... Me quedaré hasta el sábado (ayer), supongo que acá podré conseguir algún amorcito, me dijeron que son muy lindas las chicas en Santa Cruz”, bromea y sus ojos se cierran ante la carcajada.

En Argentina lo relacionaron con varias famosas. En Bolivia no niega esos romances. Salió con la mediática vedette Andrea Rincón y también con Juanita Viale, la actriz que es nieta de la siempre diva Mirtha Legrand. Esos son solo dos de sus amoríos que alimentaron la prensa rosa en el país vecino. “Tuve una temporada de revistas del corazón por haber salido con personas populares que resultaron ser seres maravillosos, que ahora son mis amigas y que en los momentos en que se hablaba de romance, por ahí se transformó en una anteposición. La palabra romance es muy amplia, sí salimos un tiempo, pero estas relaciones fueron en Buenos Aires, yo vivo en Córdoba”, explica.

Pero no se cansa y continúa: “Con tantos viajes a lo largo no puedo tener una pareja estable. Tiene que ver con la coyuntura”. Otra vez ríe. Y mucho. Es feliz como es. Cree que a sus 47 años solo “te podés arrepentir de todo lo que hiciste en los 46 años antes”. No quiere pensar en eso, pero saca un trapito más al sol cruceño: “Me arrepiento de esas cosas que causaron dolor a otro. La ducha es el peor lugar para pensar en esas cosas, así que mi baño es cortito”. 
Sabe que está a tres peldaños para llegar al número completo. No le asusta. Quiere vivir más, quizás hasta los 70 y pico. Y seguirá vistiendo igual, aunque no con el mismo peinado, porque “ya no habrá cabello para entonces”. La estética no le importa ni lo que diga la gente de él. Últimamente también dejó de sentirse ‘raro’ como era antes. “Lo único raro que tengo es que soy cumplidor en mis obligaciones y respetuoso con el tiempo de los demás. No me preocupa la belleza, me gusta leer, viajar por trabajo y placer, tomar un rico vino y tocar los martes en el club. 

Tiene una banda hace dos años. Se llama Los Mentidores y ese nombre se refiere a aquellos lugares donde la gente murmuraba en desacuerdo al Gobierno del dictador Franco en España. En vez de jugar fútbol y comer un asado, disfruta las horas junto a sus amigos.
Según su cálculo, ha dormido 180 noches en los hoteles y pasa más horas entre avión y otro avión que en su propia casa, así que no le queda otra que buscar la forma de ser feliz. Estos días estuvo en el suelo caliente de Santa Cruz de la Sierra, después pisará México, Colombia y Perú, y otra vez la tierra del tango. 
Dejó la cocaína. Dice que esa droga es ‘muy autista’... porque se convierte en la compañía ideal. “No la extraño. Ahora me angustio por los consumidores. Esta droga no te deja ni hacer el amor ni comer ni dormir, no entiendo cómo puede tener tantos adeptos”, encara. Insiste en que no es un personaje, pero será que eso, ¿es creíble? 

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