La maniquí afroboliviana Karina Nogales abre su intimidad y cuenta cómo es su noviazgo con el exministro Hugo Siles

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15 de septiembre de 2019, 4:00 AM
15 de septiembre de 2019, 4:00 AM

El pedido

No se acuerda bien. Solo dice que era 2010, pero no sabe el mes. Sus dedos pasaban y pasaban las solicitudes de amistad cuando de pronto vio la de él. Apretó el botón de ‘confirmar’. Después de unos días comenzó el chat entre la modelo Karina Nogales y el exministro de Autonomías Hugo Siles.

Siete meses antes del Miss Bolivian Tropic (en 2011) se vieron. El hombre corpulento fue a recogerla y la llevó a un café. Ella no pudo contenerse y le preguntó: “¿Por qué me enviaste solicitud de Facebook?”. “Porque te vi en la televisión y me llamaste la atención”, respondió él. Quizá la belleza exótica de la maniquí afroboliviana había capturado a una de las figuras más fuertes del Gobierno boliviano. Ambos tejieron una charla tan tupida que se devoró dos horas de esa tarde. Intercambiaron el número de celular, se despidieron, pero no para siempre. Solo era un comienzo.

La complicidad

Karina y Hugo se veían en todo momento, pero sin querer. “Donde iba, él estaba, sobre todo en las fiestas de música electrónica”, relata la muchacha. Muchas veces chatearon. Muchas. Él le contaba cómo había sido su día y ella le hacía bromas para que se sacudiera del estrés. Pronto nació entre ellos una complicidad natural y hasta secreta ante los ojos públicos.

“La gente no sabía que éramos amigos ‘digitales’. Varias veces hasta nos llegamos a sentar en la misma mesa, pero no nos hablábamos”, agrega Karina. Y confiesa que llegaron a descubrir el mismo gusto por la voz de la española Natalia Jiménez. A veces él iba conduciendo y en medio de la ‘conversa’ ella le lanzaba: “¿Te canto?”. Y la respuesta era obvia. “...es darte un beso cada noche. Que tus manos me enamoren. Y que lo nuestro crezca cada día más...”, se oía al otro lado del celu. Y terminaban cantando los dos. Era el momento de Karina y Hugo.

Un día fueron al cine. Otro día volvieron a ir a un café. Y las salidas se transformaron en habituales. Los dos la disfrutaban. Los dos acabaron sus relaciones y coincidentemente quedaron en plena soltería. Era 2015 cuando todo se intensificó. Una vez se despidieron, pero Karina rozó la barba de Hugo y los labios de ambos casi se unieron en un beso. Fueron segundos eléctricos y ella quedó pensando. “¿Por qué está pasando esto?” Se preguntó. Ya sabía la respuesta.

El amor

Karina siempre se mantuvo ocupada. Cuando tenía el título de miss, Hugo le dio consejos e inclusive le dio un regalo. Ella lo abrió y adentro del papel había un libro sobre la historia de Santa Cruz. Al comienzo no entendió el mensaje y después se dio cuenta que lo que quería su amigo era que se prepare intelectualmente para representar a la región.

No fue a su concurso (en Grecia), porque le negaron la visa, pero no importó. Siguió su vida como maniquí, dirigente de su barrio Valle Sánchez y fundadora de African Bolivian Women, una organización que defiende y aglutina a las afrobolivianas.

Hugo sabía todo lo que hacía Karina. Y conversaban también de política. Cuando el debate se tornaba acalorado por algunas diferencias ideológicas, preferían callar y hoy evitan ingresar a ese mundo por completo. Y llegó el día: Hugo le robó un beso.

No hubo declaración de amor. No era necesario. Eran novios desde el corazón. No hacía falta más. Se abrazaban. Se acariciaban. Se tomaban de las manos. “No quería ponerle una etiqueta a lo que teníamos”, agrega la morocha. Al comienzo no se mostraban, pero después, en las fiestas, él la presentaba como Karina Nogales y daba una explicación muy larga acerca de su relación. Después, cambió el guion: “Ella es Karina, mi novia”. Y punto.

“Yo podía ser Karina con él y él, Hugo conmigo. Eso me gustaba. En su trabajo se muestra serio, porque así debe ser y la gente no cree que él sea divertido, pero lo es. Todo el tiempo lo molesto”, cuenta la exreina de belleza. Ni ella ni él sabían que su idilio llegaría a cumplir cuatro años.

La edad (y otras cosas)

Ella se lo preguntó. Y él no ocultó su edad. Ella, 27. Él, 51. Veinticuatro años de diferencia. Se encogieron de hombros. Karina cree que la edad es solo un número más y lo que realmente importa son “los sentimientos”. Nunca sintió que esta cifra haya influido en algo en la relación. “Las personas están acostumbradas a mirar de afuera hacia adentro, pero a mí me gusta hacerlo al revés”, dice.

Se llevan bien, pero no todo es color de rosa. Tienen líos como cualquier pareja y saben cómo desactivarlos. Él no es celoso y ella lo es algunas veces. “Trato de que se divierta conmigo. Le hablo burreras. Él cuenta chistes malos, pero los cuenta. El tema es que sea ‘él’ conmigo. Le hablo de farándula y él me dice jugando: ‘Vos y tus trivialidades’...”. Cocinan juntos. Una vez Hugo preparó un locro y le “salió bien”. Otras veces cortó una pieza de carne, fritó un huevo y le salió un bife jugoso o batió sin parar el arroz con camarones. A Hugo le gusta comer ensaladas y a Karina, comida criolla. Había días que la modelo se quedaba charlando por horas con Hugo en su departamento y como vivía lejos ya no volvía a casa. La misma escena se repetía una y otra vez, y cuando se dio cuenta su ropa ocupaba un clóset completo en la casa de Hugo. Así comenzó la convivencia.

La opinión

Cuando Karina le contó a su mamá que viviría con su amado, no lo aprobó. Pero la líder ‘afro’ terminó convenciéndola. Le dijo que llevaba una relación “sana” y que eso la hacía feliz. Ahora ambos comparten el mismo espacio íntimo.

Curiosamente solo tienen una llave del departamento. Al comienzo generaba un problema, pero después se pusieron de acuerdo. Cuando los dos están afuera y uno va a llegar antes que el otro, la llave se queda con el guardia. Y llegó a un punto en que los dos estaban tan ocupados que uno encontraba durmiendo al otro. “No estábamos hablando, a pesar de que vivíamos juntos”, confesó Karina. Lo conversaron y también llegaron a un acuerdo. Cuando están en sus días intensos, se despiertan para hablar un momento o darse un beso.

Esa vez que Hugo Siles renunció al Ministerio de Autonomías, Karina revela que él estaba muy “estresado”. “No le gusta ir al médico, pero tuvo que hacerlo y le detectaron presión alta. Yo fui su enfermera”, cuenta. Mucho después Hugo se transformó en la cabeza del Consejo Nacional de Lucha contra el Tráfico Ilícito de Drogas (Conaltid).

La líder

Karina no ha dejado sus actividades como dirigente de Valle Sánchez. En sus dos años de gobierno ha logrado que el municipio arregle las calles de su barrio y también le instale luminarias led. Pronto, mediante un programa gubernamental, se enlosetarán las vías. “Me gusta la política. Creo que el político nace mediante una necesidad...”, agrega la mujer, pero habla con cuidado.

Le encanta ser un alma libre y quizá, por eso, es que se mantiene cauta cuando le toca hablar de política. “Quizá me anime a postularme al año a alguna cosa (para las elecciones subnacionales). Pero algo nacional para mí es muy grande, requiere preparación y yo todavía no estoy lista”, explica. Une: “La gente se mofa del candidato, pero es difícil serlo. Vos no pensás en el partido, sino en lo que podés hacer por tu región”.

El elegido

Lo han dicho muchas veces, pero en juego. Primero Karina detalla: “Estamos viviendo nuestro presente (con Hugo) y si ambos queremos, continuaremos con nuestro futuro”. Después, mejora la idea: “Sí me casaría con él, ya que siento que somos imperfectamente el uno para el otro”.

Ella, bromeando, le dijo varias veces: “Cuando me case con vos... ¿será con temática africana? Y él la mira y ríen. Sus amigos le dicen que “son tal para cual”, porque los dos son “insoportables”.

¿Viajar? Sí, juntos. Quieren pasear por EEUU, Cuba y Cabo Verde. Pero no descartan conocer más lugares del mundo. Eso, para ellos, es muy “divertido”.

Karina confiesa que es muy independiente en sus actividades. “Estamos construyendo nuestra historia juntos. Cuando peleamos, ambos reconocemos nuestros errores. Trato de no vivir bajo la sombra de él ni él bajo la mía”, aduce. Eso ha hecho que la relación fluya. Están en contacto todo el tiempo. Cuando lo deciden, comen un pacú a la parrilla, la tentación de Hugo, o simplemente un majao o camarones al ajillo.

Muchas veces a Karina le tocó ir a La Paz por él. Ahora los viajes ya cesaron. Alimentan sus días de amor. La vida de la modelo no ha cambiado y en las redes sociales abundan las felicitaciones de sus seguidores por su trabajo. Ella, cuando está con él, no piensa en las pasarelas ni en la televisión. Es solo Karina. Querrá ser madre algún día, pero no le ha puesto fecha. Es la maniquí que enamora, duerme y se besa con el poder.

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