Camila Chiqueno Etacore es la primera integrante de una comunidad ayorea que tendrá la corona del Carnaval de una ciudadela. Quiere mostrar su cultura y acabar con los estigmas

El Deber logo
8 de diciembre de 2018, 8:57 AM
8 de diciembre de 2018, 8:57 AM

No levanta el rostro al saludar. Solo sonríe y la estela de su timidez se siente cuando estrecha la mano. Entra al salón de Álex Rojas y se sienta donde le ordenan. Le lavan el cabello y le empiezan a armar los bucles que darán forma al peinado con el que protagonizará, por primera vez, la portada de un diario. Camila Chiqueno Etacore tiene 16 años. Pronto reinará en la Villa Primero de Mayo. Eso, en 2019.

La gente sabe que no es cualquier soberana del Carnaval. Es la primera de la comunidad ayorea Juana Degüi. Ella es consciente del papel que le toca desempeñar y quiere ser una gran representante. Juega con sus manos, baja la mirada y espera que los expertos hagan su trabajo. Mientras tanto, conversa con EL DEBER sobre esta oportunidad, que espera que le abra las puertas a otras cosas más.

Rompiendo los estigmas

“Las personas creen que los ayoreos somos flojos y que las mujeres solo se dedican a la prostitución, pero como en toda sociedad hay personas buenas y malas”, expresa muy despacio.

“Somos excelentes artesanas y los hombres son buenos albañiles y jardineros. Queremos que no nos discriminen y que nos ayuden dándonos trabajo”, dice.

Busca romper con esos conceptos “errados” y mostrar que su gente estudia y trabaja, como ella, que en dos años terminará el colegio y que sueña con ser maquilladora. “Dejó los estudios porque le faltaba plata, pero retomó sus clases este año”, acota Julia Chiqueno, prima de Camila. Ella la acompaña a las actividades y hace de traductora, ya que aún la reina tiene dificultades para expresarse en español.

Los rulos están listos y la llevan a otro piso para maquillarla. Se ríe cuando ve que su mirada se profundiza y se agranda con las pestañas postizas. Se siente más linda de lo que es habitualmente.

Un clamor de ayuda

Un episodio marcó a la gente de su comunidad y se acentuó la necesidad de atención de las autoridades. “Hace algunos años, Rebeca, que fue reina de una comparsa, se metió a las drogas y no salió. A pesar de toda la ayuda que le ofrecieron; falleció por el vicio”, relata Camila. Entonces Julia agrega que los jóvenes ayoreos están muy expuestos a caer en estos malos hábitos por la falta de oportunidades laborales. “Una de nuestras barreras es el idioma, ya que nadie lo habla. Piensan que no sabemos hacer nada y por eso nos discriminan”, dicen al unísono.

La soñada corona

Desde pequeña, Camila se veía comandando el Carnaval. A los seis años fue reinita infantil de los Bulliciosos y este año se llevó una gran sorpresa cuando esta misma comparsa le pidió que se postule para ser soberana de la ciudadela. “Es un orgullo para la comunidad”, eso apunta Julia, como inflando el pecho por ella. Camila asiente y sonríe de nuevo en forma de agradecimiento.

El sábado 15 de diciembre abrirá el Carnaval de la Villa. Detrás irán las otras reinas de la Federación de Comparsas Carnavaleras de las Ciudadelas (Feccci).

La magia se acerca. Camila se mira en el espejo y su felicidad se refleja en él. Las plumas posan sobre su cabeza y el vestido brillante de Rodolfo Pinto ciñe su figura. El fotógrafo Marco Velasco entra en acción y dispara los flashes. La tímida joven que entró por la puerta del salón desaparece y se muestra segura posando ante la cámara.

El modelaje, otro sueño

Sabe que no será fácil, que le costará escalar, pero está segura de que quiere abrirse un campo en el modelaje. No la cansan las luces. Quiere mostrar su cultura y quiere hacerlo en su idioma. Sueña con ese día en que sea ‘normal’ ver insertados a los ayoreos en una sociedad, como empresarios o en las pasarelas del mundo. Mientras piensa en eso, sigue posando.

Tags