Los hermanos mantienen una estrecha relación con sus tías, las hermanas de Diana de Gales, que jugaron un papel clave para ellos tras la muerte de la princesa

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12 de mayo de 2019, 14:38 PM
12 de mayo de 2019, 14:38 PM

El pasado miércoles, mientras el príncipe Harry y Meghan Markle presentaban a su primer hijo en el castillo de Windsor, un puñado de acérrimos fans se concentraban ante las puertas del recinto mostrando pancartas, trajes con la bandera británica y pizarras. En ellas se exhibían las apuestas con el apelativo que recibiría el pequeño. En primera posición, y rompiendo los pronósticos de semanas anteriores, se colaba el nombre Spencer. Un claro guiño a la rama materna de Harry y a su apellido. Una familia que está muy presente en su vida y, desde el nacimiento del pequeño, entre los británicos.

Fueron unas líneas en el comunicado oficial del nacimiento del primogénito de los duques de Sussex lo que llamó la atención sobre esa otra familia, mucho más desconocida, de Enrique y Guillermo. "La reina (Isabel II), el duque de Edimburgo, el príncipe de Gales, la duquesa de Cornualles, los duques de Cambridge, lady Jane Fellowes, lady Sarah McCorquodale y el conde Spencer han sido informados y están encantados con la noticia", rezaba. La primera parte de esa lista es más que popular. La segunda, que hace referencia a los parientes de Diana, mucho menos. 

Porque los Spencer son una de las familias más poderosas del Reino Unido desde hace medio milenio, pero también de las más desconocidas fuera de las islas. Lo han sido todo en el país desde que en 1519 el primer conde Spencer fuera nombrado caballero por el rey Enrique VIII: parlamentarios, secretarios de Estado, obispos, embajadores, barones, vizcondes, condes, duques y primeros ministros, como Winston Churchill. Sus hombres han ostentado la orden de la Jarretera, la más alta dignidad otorgada por la Corona, y sus mujeres han sido damas de compañía de reinas como Isabel II. A principios del del siglo XVII fueron la familia más rica de Inglaterra y han emparentado con los Vanderbilt. Pero su salto a los tabloides llegó cuando la más joven y tímida del clan, lady Diana Frances Spencer, se casó con el heredero al trono del país para convertirse, primero, en princesa de Gales y, poco después y definitivamente tras su muerte en 1997, en "princesa del pueblo". 

Los Spencer, entonces, pasaron a tener una doble vertiente: se colocaron inmediatamente en el foco mediático, pero completamente eclipsados por el papel y el carisma de la joven Diana. Su relación con sus tres hermanos era cordial (tuvieron uno más, John, que murió con solo un año de edad antes de nacer Diana); en cualquier caso, mucho mejor que con su madrastra, Raine, con la que pasó buena parte de su infancia porque su padre tenía su custodia legal tras su divorcio.

Que Diana pasara a formar parte de los Windsor no supuso una separación de sus raíces. La relación con la rama materna se mantuvo fuerte, sobre todo con sus dos hermanas, lady Sarah y lady Jane. Una unión duradera que ha traspasado una generación y sigue presente entre los hijos de las tres, muy unidos en edad (todos nacieron en los años ochenta) y en sentimientos. Es habitual ver a unos primos en las bodas de los otros y, cuando Guillermo y Enrique eran más jóvenes, a sus tías acompañándoles en algunos actos sociales.

La mayor es Sarah McCorquodale, de 64 años, con tres hijos, Emily (1983), George (1984) y Celia (1989), que se casó la pasada primavera —con la célebre tiara Spencer que llevó Diana el día de su matrimonio— en una boda que supuso el primer acto público de Enrique y Meghan tras la suya propia. "Yo les presenté, yo soy Cupido", es la frase más famosa que se le atribuye, ya que ella fue quien unió a Carlos y a su hermana, tras haber mantenido una relación con el propio príncipe años antes.

Jane Fellowes, que ahora tiene 62 años -solo se llevaba cuatro con Diana-, se convirtió casi en una segunda figura materna para los príncipes tras la muerte de su madre. Además de por edad, ambas eran muy cercanas porque Jane se casó con el barón Fellowes, secretario privado de la reina Isabel II, y vivía muy cerca de su hermana. Algo que les hizo tener, como en toda familia que se precie, grandes peleas. Jane también tiene tres hijos: Laura (1980), Alexander (1983) y Eleanor Ruth (1985). Todos tienen buena relación con los hoy príncipes; tanto, que Jane leyó unos versos del libro de Salomón en la boda de Enrique y Meghan, el pasado mayo. 

Las tías de Enrique fueron de los primeros miembros de la familia del príncipe a los que que Meghan Markle conoció, como ella misma contó, algo que fue muy especial e importante. Sin embargo, nada dijo de su tío y hoy conde Spencer, Charles. Él es el más mediático de los tres hermanos de la difunta Diana, pero también el que menos relación guarda con sus sobrinos precisamente por sus múltiples y no siempre afortunadas apariciones públicas.

Charles, ahijado de Isabel II, se ha casado tres veces y tiene siete hijos de entre 29 y siete años. Ha sido quien ha redefinido el patrimonio familiar, restaurando su mansión de Althorp y convirtiéndola en atractivo turístico. De hecho, creó una línea de muebles que reproduce la colección de la villa. Sin embargo, su pasado mediático como reportero, sus seis libros, sus muchas declaraciones y varias salidas de tono no son del gusto de sus sobrinos. Los Spencer buscan calma y discreción. Para focos ya tienen a los Windsor.