El cantante colombiano comenzará su gira por España este jueves 6. Por primera vez habló sobre las críticas 

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4 de septiembre de 2018, 10:02 AM
4 de septiembre de 2018, 10:02 AM

Un día de octubre de 2016, Cuatro babys apareció en el canal de YouTube del cantante Maluma: “Estoy enamorado de cuatro babys, siempre me dan lo que quiero, chingan cuando yo les digo, ninguna me pone pero…”. La canción no era suya sino de Noriel (está incluida en su disco Trap Capos: Season 1), y fue creada por Juhn; los tres, junto a Bryant Myers, ponían voz a un tema que supuso la primera gran batalla, en medios y en redes, contra el artista. Lo llamaron machista, misógino, se tildó el tema de despectivo, denigrante, violento y sucio… Dio igual. Juan Luis Londoño (Medellín, Colombia, 1994) respondió lo mismo cada vez que le entrevistaron: que, aunque la canción no era suya, pensaba seguir cantando esa y las que fuesen viniendo, que a la gente le gustaba, que el público se sentía identificado con el mensaje y que no tenía pensado cambiar.

Y cumplió. Sus letras y su mensaje audiovisual no se han movido: carne, lencería, sexo, amor y desamor, todo rociado de una forma y un fondo machista, siguen siendo la base de su fórmula. Este lunes 3, sentado en el Hotel Villamagna de Madrid, desde donde arrancará su gira por España, volvió a su mantra tras la polémica con su penúltimo sencillo, Mala Mía, lanzado el 10 de agosto, un trabajo que reafirma el personaje de macho alfa 'pluriempleado' en relaciones sexuales y que lanza un mensaje contra esa crítica creciente que ha intentado frenar uno de sus conciertos en España, el de Palencia este martes 4, con una campaña en Change.org, y que hace un par de semanas viralizó el hashtag #MejorSolaQueConMaluma por la portada del sencillo (una imagen cenital de una cama en la que él, despierto, ocupa el lugar central, rodeado de siete mujeres dormidas y en ropa interior). "Así es mi vida, es sólo mía, tú no la vivas, si te molesta, pues mala mía. Así es mi vida, es solo mía, no importa lo que digas, en el fondo me quieren y por eso me imitan”.

Esa letra es, más o menos, una versión de su alegato cuando no está sobre el escenario, otra forma de decir lo de refilón que le tocan las voces contrarias: “Yo ya sabía que esto iba a suceder. Escucho, valoro y respeto el punto de vista de los demás, creo que es importante que haya personas que no me lleven la corriente para seguir creciendo. Yo hablo las cosas como son, si a la gente le molesta, allá ellos, tampoco voy a cambiar mi discurso por varias o muchas personas que están en contra”. Su opinión es que todo es cuestión de perspectiva, que nadie está obligado a escuchar sus canciones y que se debería diferenciar "entre Maluma y Juan Luis". Él distingue entre el ser humano y el artista: "Fui criado por mi madre y mi hermana que me enseñaron desde el principio el respeto por la mujer, y ahora paso por una relación sentimental en la que mi novia entiende perfectamente mi carrera. Cuando llego a casa, soy Juan Luis".

 

 

La marea de críticas, e insultos, que se levantan de vez en cuando, es, según él, porque es "famoso". "La juventud de hoy vive ese tipo de cosas, entiendo que personas de 40 o 50 años no lo entiendan porque no las viven, pero si tú sales hoy a una disco, fácilmente ves a dos hombres rodeado de 10 o 15 mujeres, y si salen de ahí, seguramente irían a hacer el amor con las 10 mujeres, pero nadie los juzga porque nadie los conoce".

Él tiene 35,2 millones de seguidores en Instagram, 17,4 en YouTube, 5,6 en Twitter, 23,2 en Facebook, 22,7 millones de oyentes mensuales en Spotify y más de 63 millones de visualizaciones de Mala Mía en poco más de tres semanas; además, desde 2016, cuenta con una fundación, El Arte de los Sueños: "Formamos a niños extremadamente pobres y evitamos que tengan un camino de drogadicción o violencia, les damos herramientas y esperanza para crecer en un ámbito artístico".

No le faltan altavoces y, sin embargo, no cree tener que contar otras cosas o de otra forma. Él, dice, solo muestra la realidad. Una especie de bucle infinito en el que la música refleja la calle y la calle se nutre de lo que escucha, baila y entona. Y siempre es lo mismo: sexo, celos, posesión.

—Entonces, ¿Maluma no es machista?

—No, obvio no.