El hombre de la tele cuenta cómo es su vida ahora. No descarta volver a la pantalla. Se dedicará a su hijo, Lucas

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1 de diciembre de 2019, 6:00 AM
1 de diciembre de 2019, 6:00 AM

Su despertador dejó de sonar. Antes chillaba hasta seis veces. Pero, en los últimos días, por fin ese fastidioso ruido se calló, quizá, no para siempre. Ojalá no. ‘Ronico’ Cuéllar ingresó a otro mundo. Ahí la paz flota como las burbujas que salen disparadas de una tina y la meditación masajea lentamente su cerebro. La estrella televisiva encerró en una pequeña cajita ese polvo mágico llamado televisión y optó por encontrarse a sí mismo. Ahora ese otro ‘Ronico’ le susurra al oído. Le dice que lo quiere mucho, pero que ya era necesario darse un ‘break’. Eso, para él, es entrar al momento ‘zen’ de su vida.

‘Ronico’ ¿estás ahí?

El foco rojo se prende. Al aire. Las luces ya están apuntándolo. La cámara se mueve como una serpiente. Él aparece vestido como el ‘alcalduli’. Lleva una sonrisa peculiar y una barriga gigante elevada por la esponja. Tiene varios minutos para darle vida a su personaje y cuando ese momento termine, volverá a ser ‘Ronico’. Sí, el de siempre. Eso simplemente.

Esa escena, quizá, no volverá a repetirse. En la televisión hizo de mecánico, de candidato político, de alcalde, de gobernador, de albañil y de... “todo lo que se te ocurra, ya fui”, interviene. No es que no sea capaz de volverlo a hacer. No. Pero cree que fue suficiente. Era el momento indicado, después de 10 años, dejar ir todos esos inolvidables instantes.

Dios lo quiso. Eso es lo que cree el también humorista. Él y solo él lo llevará de nuevo a la magia. Él le dirá cuándo será el momento indicado para volver. Y es por eso que no se preocupa y se deja abordar por una tranquilidad interna.

Su renuncia fue un rumor extendido que no se confirmó por varias horas. Esos días una tormenta se había asentado sobre Bolivia y su oscuridad no se apartaba. Es por eso que pensó que no era “importante” dar a conocer su decisión a sus miles de fans.

Tuvieron que pasar cuatro días para que el hombre, de 35 años, apareciera en un sorpresivo video, en sus redes sociales, para confirmar el rumor. Sí, era cierto. Se alejaba de la TV. No entró en detalles, pero agradeció a su casa televisiva. Ese día su celular enloqueció y él se dio cuenta que el amor de sus seguidores era realmente “puro”, era infinito.

“Lo siento mucho. Les debo disculpas a todos. Me siento hasta culpable con ellos (sus fans), porque no hubo un anuncio previo (a mi renuncia). Yo también los voy a extrañar”, asegura. Quizá indica eso, porque sabe que desde su Facebook o su Instagram el lazo con su público seguirá latiendo.

El renacido

 Lucas tiene ocho años. Practica equitación. Su papá, ‘Ronico’, lo alienta, pero él no se sube a un caballo, al menos no después de mucho tiempo. Lo hacía cuando vivía en Beni y tenía que recorrer cinco horas para llegar a la estancia. Eso, en San Borja. Ahora quiere volver a esa tierra ardiente para seguir buscándose a sí mismo.

No tiene una fecha de retorno, pero lanza un “muy pronto” para hacerlo. Ahí creció y perdió algo que se llevó el viento. “Dejé mi inocencia. Éramos felices y no lo sabíamos (sonríe, porque sabe que esta es una frase de un conocido meme en las redes)” -pero es cierto- “Tenía una vida. Disfrutaba de cosas ‘naturales’. Trepaba los árboles para sacar mangas. Jugaba con una pelota de cuero”, cuenta y su voz se minimiza.

Sabe que esa infancia no volverá, pero sabe que él tiene que regresar a sus orígenes. Hace dos años perdió a su abuelo. Y esa fue la última vez que pisó San Borja. Se entristeció. Al hombre le decían ‘Nene’, pero su nombre -algo raro- era Denise Subirana. “No me preguntés qué novela estaban mirando esa vez, porque no lo sé”, bromea. En otro momento, su abuela, en Cochabamba, también partió a otro mundo. Re - cuerda que cuando era Navidad, la mujer tenía tantos papanoeles que contarlos a todos, era una tarea para el agente 007.

Hoy vive ‘Chinga’ Plata. Es su abuela materna. Cuando ‘Ronico’ era pequeño ella lo alentaba en el canto y en la poesía. Para ese entonces el niño recitaba poesías de hasta 23 estrofas. Y su espíritu creativo se desarrollaba silencio - samente. Otro que también ayu - dó en aquello fue ‘Nene’. Cuando tuvo 10 años su abuelo le dijo que extendiera las manos y le entregó una guitarra. “Para mí era como que me dieran un Ferrari”, agrega el presentador de TV.

Sus abuelos fueron fundamentales en su formación artística. Su mamá Safira Subirana es -para éllo más cercano a Dios. Y su papá Ronald Cuéllar es aquel que le dio todo sin saberlo. “Él no sabe lo importante que han sido para mí sus enseñanzas”, refuerza.

Muchos de sus seguidores saben que ‘Ronico’ nació en Santa Cruz de la Sierra y se fue, a sus seis años, a Beni. Pero, lo que no saben es que él es mucho más que cruceño-beniano. Hay seres de su árbol genealógico que viven en Cochabamba, La Paz y hasta en Tarija. Eso lo hace ‘muy’ boliviano.

Su ‘todo’

Antes ‘Ronico’ era un picaflor. Lo reconoce. “Pero, una cosa es ser picaflor y otra, infiel. Yo he sido las dos cosas”, revela. Aclara: “El picaflor es más libre, porque es soltero. De repente no funciona con una chica algo y bueno ese momento pasa”. No le avergüenza decir que fue infiel y que también lo fueron con él.

Durante todo ese tiempo supo encontrar un tubo de escape y tomar un respiro. Reconoce que fue un e p i s o d i o “tormentoso” la separación con Grisel Quiroga, la madre de Lucas. Las malas lenguas dijeron de todo “y decir que los hombres nunca lloran, sería mentir”. Cuando las aguas se calmaron decidieron seguir hablando. Y pueden compartir una cena o un viaje juntos. Eso, también, por su hijo. Ahora está soltero.

El viaje al nunca jamás

Pronto acabará el año. ‘Ronico’ está planeando seguir desconectándose del mundo real. Se irá con Lucas. Pero, después, hará un viaje solo. No tiene ninguna propuesta televisiva, pero “mi nariz y mi sonrisa volverán a la televisión”. No se la operaría ja - más. Es su sello. Es la ‘culpable’ de su éxito. Quizá, alguna vez, quería entrar a un quirófano, porque creía que retocándose la nariz iba a ser menos feo. Pero, hoy “ni loco” lo haría. “En el ranking de galanes de novelas debo ser el número uno, porque soy el más feo”, dice. Lo cierto es que no quiere que ese ‘Ronico’ irreverente se vaya nunca. Solo desea -por ahora- seguir meditando.