Esta novel influencer venezolana vive desde hace más de un año en el país. Creó su marca original Minina Tunina. Es un referente en Bolivia

29 de noviembre de 2019, 9:22 AM
29 de noviembre de 2019, 9:22 AM

De 28 años. Es una explosiva venezolana cuya belleza se extrae de la mística italiana. Saltó de la arquitectura al mundo de la moda y hace más de un año le dio manija a su proyecto Minina Tunina. Ella es Mariannina Lodato Valecillas.

Vive en Santa Cruz de la Sierra y nunca renunció a sus raíces. Es segura de sí misma. Realiza contenidos de moda y del diario vivir en sus redes sociales; trabaja con marcas importantes. En los recientes conflictos sociales fue muy empática con los bolivianos y anhela con el corazón que, algún día, Venezuela salga del laberinto como lo hizo Bolivia.

Nina, la soñadora
Tenía 11 años cuando, en su natal Maracaibo, dibujaba sus primeros bocetos y se los enseñaba a su familia. Desde ahí daba señales de su gran talento y pensaba estudiar Diseño de Modas. Con el paso del tiempo despertó otra pasión en ella, la arquitectura, que finalmente escogió como carrera.

Pero, su pasión por la moda nunca se esfumó. Cuando era tan solo una estudiante, no tenía las posibilidades de comprar mucha ropa pero, con lo poco que adquiría, armaba los looks para las tiendas de Venezuela y los subía a las redes sociales. Así se dio a conocer en Instagram. 


Años más tarde creó su firma, Minina Tunina. Primero, compraba sus colecciones en Los Ángeles, pero después, por la situación económica, diseñó prendas a más bajo costo. “La marca evolucionó y la ropa se basa en mi personalidad”, dice.

En el país de las misses la situación empezó a tornarse difícil y afectar su empredimiento. “No se podía trabajar, porque no había luz y gasolina. Y el dólar subía un montón”, explica. 

A pesar de la tormenta, nunca fue infeliz en su país, porque veía el lado positivo de las cosas. Así tomó otro camino.

Su amor por Bolivia
No todo era trabajo para ‘Nina’, también se dio el tiempo para el amor. En su época de colegio conoció a Serge Scott, con quien se casó hace dos años.

Al principio sintió temor de iniciar algo ‘nuevo’ afuera de su atmósfera, pero el mercado boliviano le generó confianza. “Acá (Bolivia) pensaron que mi colección chocaría en el tema conceptual por su estilo sexi, pero hay público para todo”, señala.

Su suegro, que conoce Bolivia, le recomendó pisar la tierra sudamericana. Llegó de vacaciones en enero del año pasado y se enamoró de Santa Cruz, porque le encontró un parecido con Maracaibo. En junio de 2018 volvió y se estabilizó junto con su esposo; ambos trajeron sus proyectos. “Bolivia crece mucho y su gente es muy abierta. Queremos crecer con Bolivia”, expresa.

En poco tiempo sacó a flote su nombre en Instagram. Ella crea un contenido y su creatividad la ha llevado a trabajar como influencer para diferentes marcas.

Sus diseños originales están inspirados en la desaparecida cantante de cumbia Selena y en la mujer latina de hoy. “Mi ropa no fue creada para un tipo de cuerpo, sino para mujeres que se quieren y se sienten bien consigo mismas”, puntualiza. 

En la crisis
Nina ama tanto Bolivia que se sintió afectada por la delicada situación que vivió  el país hace varios días. “Me siento como en mi casa y quiero lo mejor para mi casa”, expresa.

En su momento se asustó porque la gente le decía que había venezolanos y cubanos infiltrados. “Yo me decía: ‘¡Qué pasará si escuchan mi acento!’, mejor no salgo porque no quiero pasar un mal momento”, relata.

En la capital cruceña encontró mucho calor humano y su sello de moda ya se destaca en las calles. Pero, ella busca más que solo un triunfo en su trabajo. Su conocimiento lo comparte mediante una serie de asesorías en las redes. Ella es una venezolana de oro.