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Stephanie Abraham, la cruceña que cumple sus sueños en Mónaco
Es la jefa de eventos más joven de Mónaco, en el Hôtel de Paris Monte-Carlo, donde organiza actividades para el príncipe Alberto II y celebridades
Mónaco es el centro del lujo y la jet set, siempre en los primeros lugares de las listas de lo “más”. Está entre los países más ricos, con las mansiones más costosas y el lugar con más millonarios del mundo, entre otras excentricidades del principado que se asienta a orillas del Mar Mediterráneo.
Allí, la cruceña Stephanie Abraham Claudepierre (31) llegó, en 2016, con el currículum bajo el brazo, en búsqueda de trabajo. Con una licenciatura en Administración Hotelera Internacional y una maestría en Dirección Hotelera de Lujo empezó desde abajo y fue ascendiendo hasta convertirse en la Jefa de Eventos del Hôtel de Paris Monte-Carlo, uno de los palacios más históricos de la Costa Azul, donde se hospedan los clientes VIP del famoso Casino de Monte-Carlo y celebridades.
Stephanie está a cargo de todos los eventos del hotel y los de Mónaco que los impacta, como el Gran Premio de la Fórmula 1, galas con la familia principesca, bodas de lujo y eventos gastronómicos con chefs internacionales, entre otros.
Con esta experiencia e inspiración, la boliviana desea administrar un hotel de lujo o, siendo más ambiciosa, volver al país y abrir un negocio propio.
Bolivia, el punto de partida
De padre boliviano, José Elías Abraham, y madre francesa, Catherine Colette Claudepierre, Stephanie nació en Santa Cruz de la Sierra.
Apenas terminó el colegio, en 2009, dejó Bolivia, obedeciendo a su madre. “Cuando llegó al país ella dejó de hablar su idioma para aprender español e integrarse más rápido. Entonces, siempre nos dijo que cuando tengamos el bachillerato viajaríamos para aprender francés”, recuerda.
Así llegó a las Islas Turcas y Caicos y luego a las ciudades francesas de París, Nimes y Menton, donde cursó sus estudios superiores y aprendió, además de la lengua materna, inglés, italiano y portugués.
La cultura francesa, el arte de la gastronomía y la hostelería de lujo la convencieron de quedarse y hoy vive en Beausoleil, ciudad francesa, vecina con Mónaco, junto a su prometido.
Lujo, en su máxima expresión
La boliviana confirma que el principado tiene toda la ostentación de la que se habla. Aunque al inicio le costó adaptarse a una cultura “fría”, la contrarrestó con “calidez y mente abierta”.
“Se exhiben cantidades excesivas de riqueza, incluso antes de poner un pie en la zona del centro. Muchos turistas se detienen para tomar fotos de las caravanas de Ferrari, Lamborghini, Bentley y Rolls-Royce finamente tuneados”, da una idea.
Calcula que un turista debe presupuestar cerca de $us 500 para alojamiento en un hotel cuatro estrellas y alimentación ¡solo por un día!.
En el Hôtel de Paris, que alberga el restaurante Le Louis XV-Alain Ducasse, galardonado con tres estrellas Michelín, ha conocido a “cantantes y actores famosos, pilotos de Fórmula 1, jugadores de fútbol y políticos de todos los continentes”, relata, aunque no puede nombrarlos por cuestiones de confidencialidad.
Lo que sí revela es que tiene “el honor” de organizar eventos para Alberto II, actual príncipe soberano de Mónaco, al que describe como “una persona discreta y bastante apreciada”.
Nunca llegó al hotel un boliviano, pero sí mexicanos y venezolanos, como la representación latina. La mayoría de sus huéspedes son italianos, franceses, árabes y rusos adinerados.
Acento cambita
A menudo le preguntan por su nacionalidad, delatada por su acento, y Stephanie se llena de orgullo al responder que es boliviana y más ahora que percibe que los europeos están muy interesados en la naturaleza, tradiciones y cultura de nuestro país.
La cruceña confiesa que aunque disfruta de los paisajes de la Costa Azul y de la seguridad y el seguro médico que le brinda su nuevo hogar, extraña su infancia en Santa Cruz, los viajes al campo, la familia y la naturaleza. “Lo primero que haría al volver es comer un asadito colorado de La Guardia o el Siete Calles, acompañado de un mocochinchi”, expresa.
A quienes tienen el sueño de migrar, la profesional les aconseja “que no tengan miedo de viajar para aprender la cultura e idioma de otros países”; sin embargo, considera que Bolivia tiene riquezas privilegiadas y que los jóvenes pueden aprovecharlas y mostrarlas al mundo.