El Festival Internacional de Cine de los Derechos Humanos proyectó 70 filmes en una semana. La lucha y Tribus de la inquisición fueron dos de las destacadas

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23 de agosto de 2017, 4:00 AM
23 de agosto de 2017, 4:00 AM

Historias que golpean. Eso se vio en la decimotercera versión del Festival Internacional de Cine de los Derechos Humanos 2017. Y la ciudad blanca, al menos por una semana, se convirtió en la sede cinematográfica del mundo.  

¿Por qué? Porque es uno de los festivales en este género (con trayectoria) que se hace en el país y porque son cada vez más las películas que buscan participar en la cita. Este año se tuvo a 70 filmes de 30 países, como Francia, México, EEUU, Irán y Marruecos. Además llegan personalidades latinoamericanas que apoyan el concepto del festival; esta vez llevó el eslogan de El cine no es inocente.

“El festival ha abierto una ventana para que Bolivia y el mundo puedan presentar sus películas. Así apoyamos el talento nacional que apuesta por un cine diferente al comercial”, explicó Humberto Mancilla, creador y director del evento, que realiza la fiesta del séptimo arte bajo el paraguas del Centro de Gestión Cultural Pukañawi. 

Filmes condecorados 
Hubo un jurado asignado para cada categoría. En cortometraje estuvieron Hael Saucedo, Víctor Villavicencio y Luis Fernando Prado; en mediometraje se reunieron Fran Rebelatto, Cecilia Banegas y Rafael Flores. En largometraje evaluaron Víctor Gaviria, Marcos Loayza, Miguel Mato y Germán Gutiérrez.

La lucha, esa producción de 20 minutos que muestra los enfrentamientos entre las personas con discapacidad y el Gobierno, se llevó el ojo boliviano (nombre del premio) en la categoría de cortos. La dirigió la boliviano-australiana Violeta Ayala y Daniel Fallshaw. 

La mención especial fue para Tribus de la inquisición, de la española Mabel Lozano y cuyo texto está basado en la crónica del periodista de EL DEBER, Roberto Navia. En el acta se lee: “...contado de una manera sobria y una muy buena realización técnica acompañan el reportaje”. Y eso se refiere al trabajo de la productora El Viento Bolar.

En tanto, la brasileña Tortura tiene color, de Pedro Biava, se llevó el ojo latinoamericano y la francesa Nobody dies here fue mejor ojo internacional. La realizó Simón Panay. 

La cita se llevó a cabo del 14 al 20 de agosto en Sucre. Las películas se proyectaron en diferentes salas, así como en el Teatro Gran Mariscal de Sucre. Se contó con el apoyo de la Alcaldía, la Gobernación, el Ministerio de Culturas y otras firmas.  

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