Desde hace un par de meses la artista radica en la zona de Quindío, donde trabaja con niños y adolescentes 

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16 de abril de 2018, 7:33 AM
16 de abril de 2018, 7:33 AM

Impregnaba los ambientes de magia cuando compartía con el público la pasión por el teatro junto a su compañía teatral Libélula. La actriz argentina Vanesa Fornasari, quien radica en Bolivia desde su niñez, hace un par de meses alzó vuelo hasta Colombia, donde despliega sus alas llevando historias a cada rincón de ese país.

Vanesa recibió la invitación de la Asociación Cultural y Teatral El Paso para ser coordinadora de uno de los dos equipos de trabajo en el proyecto En la escena nos vemos, que tiene como finalidad visitar las distintas instituciones educativas, aplicando las artes como medio para sensibilizar y concienciar a los niños y adolescentes sobre el acoso escolar, la diversidad sexual y la inclusión social. 

“Trabajo en seis colegios de cinco pueblos de la zona de Quindío. En la semana viajo de un pueblo a otro. Voy a la ciudad de Pereira los fines de semana para trabajar con la compañía”, contó Vanesa, que no esconde su enamoramiento de los pintorescos lugares a los que viaja.

Buenas nuevas

El trabajo de la actriz no queda solo en las visitas a los colegios, pues César Castaño, director de la compañía El Paso, que tiene su sede en Pereira, y que está a un mes de estrenar sala propia, le dio la gran noticia de que la invitaban a actuar en la obra Roberto Zucco.

Serán seis meses de arduo ensayo en el papel que Vanesa representará, pues la obra que relata la historia de un asesino en serie italiano, Roberto Succo, elevada a una dimensión mística y mezclada con la historia de una muchacha a quien él lleva a la perdición; será estrenada en octubre, un par de meses antes del retorno de Fornasari a la ciudad de los anillos.

“No llegué pensando en irme, eso de decir que lo hago para adquirir experiencia y volver a donde estaba, no es lo mío. No porque no crea que se pueda hacer, sino porque no me gusta estar en un lugar pensando en volverme, sino que donde llego quiero dar todo de mí y que la vida defina dónde soy más útil para el universo”, explica Vanesa, quien a fines de 2017 finalizó su matrimonio de siete años con el escritor y cineasta boliviano Jorge Sierra.

“Amo demasiado Bolivia, quisiera vivir eternamente allí, pero parece que tocaba distanciarme un poco”, agrega.

Un buen trabajo

Vanesa confiesa que lo que más le agradó del trabajo en Colombia fue la finalidad del proyecto: “el llevar esperanza de un mundo mejor a niños y adolescentes que han visto la peor cara de las guerrillas”, dice.

“Siempre, desde Libélula, trabajé en brindar momentos mágicos a los niños, sin indagar en sus vidas. Ahora toca que chicos como hijos de guerrilleros, adolescentes víctimas de la política, saquen a flote sus dolores para que dejen de ser causantes del bullying con lo que les tocó vivir, así que es un gran desafío personal”, señala.

De algo Vanesa está segura, y es que este 2018 se pinta color amarillo, azul y rojo, y mientras transcurren los meses, la naturaleza de la región paisa cafetera la envuelve en su magia, brindándole más sueños y creándole nuevas historias para contar como lo sabe hacer: actuando.