Todo un capítulo de la docuserie Andes Mágicos está dedicado a las ciudades que comparten esta cadena montañosa

11 de agosto de 2020, 21:08 PM
11 de agosto de 2020, 21:08 PM

Luego de recorrer ciudades de Argentina y Chile, en el capítulo 3 de la docuserie Andes Mágicos, el equipo de producción de Netflix ingresa a Bolivia a través del altiplano y sus montañas. Con impresionantes tomas, logradas con drones, y lentes cinematográficos muestran sus cerros amarillos, por partes verdes y por partes grises, el país logró otro papel protagónico en el gigante del streaming.

Andes Mágicos es una producción dedicada exclusivamente a "una de las creaciones más majestuosas de la naturaleza, la cadena montañosa más larga del planeta Tierra".

En seis capítulos la producción recorre desde los "hielos eternos del sur hasta las tupidas cumbres selváticas del Caribe", en un paseo por las ciudades, de siete países, que comparten esta maravilla natural, la Cordillera de los Andes.

Bolivia, puerta al altiplano

Así se titula el capítulo de 24 minutos, que inicia la excursión por Bolivia en el salar de Uyuni.

Desde el cielo, se observa a un vehículo 4x4 que, viéndose diminuto, recorre la inmensidad del mayor desierto de sal del mundo, de 10.000 km2 de superficie. 

El productor de sal Amado Bautista y el equipo de producción de Netflix se pierden en la claridad de este paraíso salino, en el que apenas se diferencian el cielo y la Tierra.  

Tras kilómetros de recorrido, la comitiva encuentra  el lugar preciso donde estará la 'cosecha' de sal del año

"Poder verlos a diario y vivirlos, y su magia, se convierten en esa energía que hace que los habitantes de esta parte de Los Andes estemos siempre dispuestos a seguir conservando lo que hemos recibido de la naturaleza", expresa Bautista.

Oruro

Desde su colorida plaza Casco del Minero hasta las montañas, cargadas de minerales, son destacadas en esta parte del audiovisual.

Igual de protagonistas resultan los mineros, que a diario se sumergen en los pasadizos de los cerros, trabajando en condiciones extremas para extraer los minerales. 

"Con poca luz y poco oxígeno y vías de evacuación casi nulas, desarrollan esta actividad en la que se requiere capacitación y coraje", describe el narrador.

La Paz

"Un complejo entretejido de edificios y construcciones, rodeado de montañas", es como describen a la sede de Gobierno. Su tráfico caótico, el comercio por doquier y las mujeres de pollera que se encargan de poner el color son algunas de las tomas logradas en esta parte. 

Con lo que, al parecer, quedó maravillado el equipo técnico fue el teleférico y la vista panorámica que ofrece de la diversidad cultural, social y natural de la ciudad.

"Ves la diferencia de la ciudad La Paz y de El Alto, y todo este paisaje que en un transporte terrestre no vas a disfrutar tanto. La Paz siempre ha tenido las montañas presentes, pero el telérico nos ha ayudado a reconocerlo más", dice el operador de la estación Sebastián Morales.

Charaña

Un municipio paceño que se encuentra en la frontera con Chile es otro de los grandes descubrimientos que provoca agendar una visita. Una rústica estación de trenes se impone en medio del altiplano y conecta las pequeñas comunidades de la zona.

Cerros, llamas, sembradíos de granos dorados y kilómetros y kilómetros de rieles por las que viaja un antiguo ferrobuses Mercedes Benz repleto de ocupantes indígenas que cargan sus aguayos.

"Conmigo mandan una cartita en un sobrecito porque no hay celular, no hay señal, no hay radio y ni una tele puedes ver. Luego la entrego y responden con otra cartita que llevo hasta la estación", relata, como parte de su rutina el motorista Raúl Mamani.

Coroico

Otro de los tesoros paceños está dentro del itinerario. El trayecto para llegar a destino, con precipicios, neblina y lluvia que dificultan la visión, impresionantes caídas de agua sobre la carretera y una frondosa vegetación tropical son promovidos como un atractivo turístico para recorrer en bicicleta.

Cerro Huayna Potosí

La imponente montaña ubicada al noroeste de Bolivia, en el departamento de La Paz, sirve de escenario para narrar, una vez más, la historia de las cholitas escaladoras, esas que han aparecido en revistas y documentales internacionales como uno de los atractivos del país.

Muy abrigadas, con equipo profesional de alpinismo y, obviamente, orgullosas con sus polleras, dos cholitas y dos personas más se trazan el objetivo de conquistar la cima del gigante de piedra, hielo y nieve.

Sin descanso, durante día y noche, Ana Lía González es una de las intrépidas alpinistas. No es la primera vez que lo hace, cuenta que la primera vez lloró aterrorizada por la altura y el cansancio, pero hoy escala seguido, creyente de que la montaña la recibe y la quiere. 

"Siento que todos los Andes tienen magia y eso se refleja en sus paisajes. Yo siento que me escuchan y para mí la montaña tiene vida y la madre tierra también tiene vida", concluye González acompañada de la espectacular vista  lograda desde la cima conquistada.