El sistema vestibular o sexto sentido, localizado en el oído interno, es el que ayuda a corregir la postura del cuerpo y fijar la mirada cuando el cuerpo está en movimiento

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5 de octubre de 2015, 14:59 PM
5 de octubre de 2015, 14:59 PM

Un grupo español de científicos ha determinado las causas moleculares de la recuperación del sistema vestibular, el que permite el equilibrio, considerado el sexto sentido, en casos de tóxicos que afectan al oído (ototoxicidad).

El sistema vestibular es el encargado del sentido del equilibrio y una de las causas de la degradación funcional de este sistema es la exposición a agentes químicos ototóxicos, que provocan la pérdida de las células ciliadas que lo forman.

Según los médicos, el sistema vestibular se puede considerar un sexto sentido, y está localizado en el oído interno, situado detrás del tímpano.

Aunque no seamos conscientes, nuestro sistema vestibular está estimando constantemente el sentido de la gravedad para corregir la postura del cuerpo y también se encarga de fijar la mirada cuando el cuerpo está en movimiento.

La degradación de este sistema, poco estudiado y sin tratamientos efectivos, puede provocar la pérdida del equilibrio y como consecuencia más caídas y vértigos, entre otros trastornos.

Ahora, un equipo de la Universidad de Barcelona, en colaboración con investigadores de la Universidad de Gerona, han determinado la causa de la recuperación de este sistema en casos de ototoxicidad crónica.

Según el investigador de la Universidad de Barcelona Jordi Llorens, uno de los resultados principales del trabajo es que "se ha podido observar que los síntomas de pérdida de la función vestibular aparecen antes de que tenga lugar la muerte de las células ciliadas".

Las causas principales de ototoxicidad son los antibióticos de la familia de los aminoglucósidos, como la estreptomicina, o productos anticancerosos como el cisplatino.

Los médicos sabían que la exposición a estos compuestos causa la muerte de las células ciliadas, que son células sensoriales y transductores encargados de detectar el movimiento y transformarlo en una señal nervioso.

La muerte de estas células es irreversible dado que no hay regeneración, pero los facultativos habían observado pacientes en los que había recuperación funcional después de eliminar el agente tóxico, aunque desconocían la causa de esta recuperación.